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Capítulo 36

BELLE

Las lágrimas continuaron bajando por mi rostro, incapaz de contenerlas. Creo que no había parado de llorar desde el segundo en que se llevaron a Justin. Asco, vergüenza y completa ignorancia jugando en sus rostros.

—Llévenlo a Aislamiento —había dicho el señor Jones, mirándome con ojos severos. Había soltado a Justin, titubeante, y había hecho mi mejor esfuerzo por no quebrarme frente a él. Débilmente, mantuve la mirada sobre él, viendo mientras Marco caminaba hacia el frente para halar sus brazos detrás de su espalda, sin titubear en seguir las órdenes de su jefe.

Las emociones que sentía en ese momento eran muy intensas y fuertes para ser descritas en palabras. Una sola lágrima se deslizó por mi rostro, mis labios temblando en un ceño. Habían pasado tres horas desde que lo vi por última vez. Sin embargo, se sentía como tres años.

Estaba tan preocupada por él.

La última vez que había logrado escabullirme y ver cómo estaba Justin en "aislamiento" (su castigo, en otras palabras), mi corazón estuvo cerca de romperse. Viendo su figura estremecerse, perdiéndose mentalmente en el espacio.

Lentamente, él comenzó a perder la esperanza.

Una lágrima dejó mi ojo mientras me daba cuenta de lo injusto que esto era para él. Me sentía culpable, estúpida, como si todo esto fuera mi culpa. Contuve un sollozo, una sensación de tirón ocurriendo en mi corazón. Cuando todo de repente parecía perfecto, simplemente tenía que arruinarse. Simplemente, de algún modo.

Fruncí los labios mientras secaba mis lágrimas, mi mente pensando en el primer día que pasé aquí. Desde ese mismo día –nada salió bien. La única fuente de felicidad que conseguí encontrar, eran Justin y Daniel.

Y eso me hizo pensar... ¿realmente estaba hecha para ser una enfermera? ¿O estaba ignorando el hecho de que no lo estaba, y continuaba trabajando como una por ellos?

Mi estómago se revolvió mientras lo pensaba todo.

Las únicas cosas buenas que habían salido de todo esto, fue encontrar a mi amor, Justin. Y crear una amistad especial con Daniel.

Eso era todo.

Disfrutaba ayudar a las personas. Me gustaba ser alguien que estaba siempre allí para hablar con quién sea sobre sus problemas, y de algún modo darle consejos para que volvieran a encontrar sus caminos. O simplemente ayudar a su mentes a volver a un lugar mejor, y saludable.

Sin embargo, por mucho que disfrutara eso –yo no estaba hecha para mis alrededores. No sería capaz de vivir en una prisión de solo hombres, especialmente con todos estos obstáculos siendo tirados en mi dirección. Y ahora que el secreto de Justin y mío había sido expuesto –harían lo que fuese para detenernos de contactarnos el uno al otro.

Incluso podrían trasladarlo a otra prisión... y posiblemente, despedirme.

Un suspiro grave dejó mis labios, mientras mi corazón tiraba en tristeza y dolor.

Solo había una cosa correcta que hacer en esta situación.

El repentino sonido de mi celular sonando, llamó mi atención. Limpié mis ojos llorosos, bajando la vista hacia mi iPhone. Aclarando mi garganta, lo levanté, viendo que había recibido un mensaje de texto. Era de Jaxon.

Sin embargo, antes de que pudiera abrirlo, el sonido de la puerta abriéndose llamó mi atención. Daniel estaba de pie junto a la puerta de mi habitación, mirándome con una expresión de simpatía.