La maestría.

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Elizabeth cuenta.

Los últimas tres meses pasaron rápidamente, la confianza entre Andrew y yo crecía cada vez más, yo sabía varias cosas sobre él y de la misma manera el sabia muchas cosas sobre mí –excepto mi secreto, claro- .

De todas maneras yo ya empezaba mi maestría. ¿Para que servía? bueno, como soy editora esta maestría me ayudaría a crear aplicaciones o programas para poder editar una historia más fácilmente desde cualquier lugar que me encuentre, incluso podría transformar un libro en una aplicación, todo eso me parecía muy fascinante.

Esta maestría duraría seis meses, las clases eran martes, miércoles y jueves, empezaba a las ocho de la mañana y acababa a medio día, por lo cual la señora Margaret invito a Andrew a que almuerce esos días con ella, y ahora que él sabe las verdaderas intenciones de la señora Margaret,  Andrew decidió aprender a cocinar y créanme que el es mucho peor que yo -y pensé que eso era totalmente imposible- pero era cierto.

Como la universidad quedaba a solo dos cuadras me iba caminando, adoraba el clima de Canadá así que no veía problema alguno en irme de esta manera. Cuando llegue el primer día, me senté en la primera fila, habían solo unas veinte personas tomando esta maestría, el que daba la clase se llamaba Mark Adams, un hombre de treinta años, uno de los mejores programadores de Canadá -por no decir el mejor- y no solo eso, aparte también era codiciado por varias mujeres, ¿y cómo no? él era alto, de ojos grises y de cabello castaño, una extraña combinación de cabello y ojos pero no podías negar que era apuesto.

A medida que las clases pasaban me pude enterar muchas más cosas sobre Mark, aparte de ser guapo e inteligente -¿Cómo si eso no fuese suficiente?- él era un gran pianista, no lo escuche personalmente, pero una chica de la clase me mostró un vídeo de él tocando en una boda y ¿Por qué en una boda? Pues quien sabe, pero aun así consideraba a Mark un hombre lleno de sorpresas.

Uno de esos días, por primera vez después de tres meses. Tenía una duda.

Y en mi defensa ocurrió por culpa de Andrew, había pasado algo esta mañana  que les contare en otro momento, pero fue algo totalmente vergonzoso, y para que entiendan porque estaba tan distraída esa clase era por que pude ver el torso de Andrew -Un lindo y marcado torso- Ya sentía mis mejillas ponerse rojas y mi baba saliendo de una esquina de mi boca.

 De todas maneras como toda la “buena” chica que era  me quede de última en el salón para que Mark me explique todo de esta clase, esta sería la primera vez que me acercaría a él, es más esta sería la primera vez que hablaría con él, pero no me encontraba nerviosa, el parecía ser muy agradable.

 Toda la clase salió, yo aliste mi cuaderno, junto con lo necesario para la explicación, él estaba borrando la pizarra así que jale un poco de su camisa para que note mi presencia.

 -Disculpe, Profesor Adams…

Él se dio la vuelta hacia mí y yo di unos pequeños pasos hacia atrás.

-No me llames así, me hace sentir más viejo de lo que soy. -Lo dijo muy seriamente, estaba tan serio que me puse algo nerviosa.

-¡Oh! Lo lamento, no era mi intención ofenderte. -me sentía aterrorizada, yo no quería ofender a nadie.

Y de la nada el empezó a reírse, es más se estaba muriendo de la risa de mí, pero ¿Quién se creía para hacer eso? Nadie se ríe de Elizabeth Clark…excepto toda mi familia… y amigos cercanos… y los vecinos…y también los niños... ¡pero ese no es el punto! Él no tenía derecho a burlarse de mí. -y ¿De qué se estaba burlando exactamente?-

-Perdona- puso una mano sobre su boca, intentando para sus carcajadas-  es solo que tu cara de temor fue muy graciosa, ¡tenías que verte!  -dijo sin poder conseguir dejar de reír.

Déjame olvidarteWhere stories live. Discover now