Juguemos.

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Elizabeth cuenta

¿Se acuerdan de esa estúpida cláusula del contrato? La que decía que la seducción estaba permitida.

Empiezo a creer que Andrew se rendirá dentro de poco ¿Por qué? Pues en todos estos meses sus intentos fueron fallidos…

La primera vez que intento “seducirme”,  estaba tranquilamente con mi vista perdida en el paisaje del balcón, de pronto el me abrazo por atrás, me asuste tanto y lo que alcance a hacer fue levantar mi pierna hacia atrás, el golpe llego justo en medio de sus piernas, golpeando el mismo lugar en el que golpee a Peter. Andrew se quedó en el suelo agonizando e  intentando no gritar de dolor. Pero era su culpa, ¡pensé que era un ladrón!, porque él estaba fuera y no me di cuenta en que momento llego.

En ese instante fui a llamar al doctor Richard, un nuevo anciano que llego al edificio y ahora era el nuevo objetivo de la señora Margaret -Por lo cual Andrew se encontraba agradecido.

Richard lo reviso y me dio unos calmantes para el dolor, Cuando Andrew se encontraba mejor decidí disculparme.

-Lo lamento.

-Tranquila, fue mi culpa. Pero deberías tener más cuidado, tu sola podrías dejar a varios hombres estériles. Menos mal que nada grave paso conmigo. -Se empezó a reír. Yo solo ignore su comentario.

La segunda vez fue en el desayuno. Estábamos completamente tranquilos charlando de una y otra tontería, de pronto el empezó a acariciar mi rodilla  mientras sostenía una taza de café,  no lo venía venir, me volví a asustar y le tire mi café caliente a su camisa, él saltó de su silla, me dijo que estaba loca y yo solo pude reírme.

Ahora mismo Andrew se encontraba en su habitación, al parecer lo habían llamado de su trabajo diciendo que había una emergencia y después de eso se quedó encerrado todo el día con su portátil, trabajo desde el desayuno hasta ahora que ya son las cinco de la tarde y me dijo que por favor no lo interrumpa, así que simplemente aproveche para comprar las cosas que necesitábamos y lo que yo necesitaba. Para que no se preocupe cuando decida salir, coloque una nota pegada a la puerta de su habitación

Al volver al edificio, decidí subir por las escaleras, porque el ascensor estaba repleto, lo que no me esperaba era ver a Andrew esperándome en el primer piso, estaba apoyado en la escalera, tenía unas pequeñas ojeras bajo sus ojos, cuando se dio cuenta de que estaba ahí empezó a acercarse, pensé que me ayudaría con las bolsas, pero en lugar de eso me abrazo y se acercó como si intentara besarme, mi reacción fue apartarme lo más rápido de él, haciendo que el cayera por las escaleras y las bolsas de compras cayeran sobre él, más bien ninguna bolsa se abrió. Pero Andrew parecía haberse desmayado.

Llame rápidamente al doctor Richard que vino acompañado de la señora Margaret, quien se asustó al ver a Andrew tirado en el piso.

Entre Richard y yo levantamos a Andrew, lo llevamos al departamento. La señora Margaret llevo las bolsas y entro junto con nosotros.

-Lo que necesita es respiración boca a boca. -Propuso la señora Margaret. -Y puedo hacerlo yo, pase unas clases de sobrevivencia y esas cosas. -¿Se imaginan? Andrew se quedaría con traumas si la señora Margaret lo besara.

-Solo fue un golpe en la cabeza, uno leve. Despertara dentro de poco así que lo de boca a boca no será necesario. Pero me preocupa que en este corto tiempo desde que me mude, Andrew salga tan lastimado. Tenga más cuidado Elizabeth.

-Está bien, gracias.

Después de que Richard y la vieja ofrecida señora Margaret se fueran, me senté en un costado de la cama de Andrew donde él estaba descansando, agarre la bolsa con hielos y seguí frotándola en el lugar de su golpe. Me sentía algo culpable.

Déjame olvidarteWhere stories live. Discover now