Hola... Otra vez.

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Elizabeth cuenta.

Estaba revisando mi correo, tenía dos mensajes de Mark avisando que llegaría afínales de mes, unos cuantos mensajes de Claire y Emily preguntando si estaba bien, otros tantos de mi trabajo… Pero ninguno de él.

¿Qué tan estúpido seria si les digo que quiero verlo? Demasiado creo yo.

Aún seguía recordando el día que me fui, en cómo había dolido y como seguía así, incluso la foto que me regalo para mi cumpleaños estaba a lado de mi cama, no fui capaz de ocultarla. Es como si yo misma tratara de evitar olvidarlo.

Mire al reloj de mi nuevo apartamento, el cual no era tan grande como el de Mark, pero había suficiente espacio para mí y Sir Nicholas. Tampoco puedo quejarme de mi trabajo, me encantaba. La empresa Dream&Do it, era increíble, todo el tiempo vez gente de un lado para otro, las llamadas del teléfono no paran de sonar, mis compañeros de trabajo son divertidos especialmente George y Stella. George es el supervisor de la sección de artes y Stella es la encargada de todo lo que es facturación. También el jefe parece ser un hombre divertido.

Desde que el señor Adams se retiró, la empresa quedo a manos de otra persona pero no se de quien. Cada vez que preguntaba por su nombre o algo así me decían que no lo sabían, no decían nada sobre el en la prensa por que al parecer a él le encanta su privacidad y hace poco lo vi con un sombrero de mujer, y otra cosa rara de él es que jamás le vi el rostro. -Y eso que él vive a lado mío, y su oficina está al frente de la mía.-  Un tipo bastante peculiar diría yo.

Hoy era viernes, posiblemente sea el día más agotador porque ya dentro de poco la revista saldría a la venta, tenía que revisar los últimos detalles y esperar que todo salga bien.

Llegue a mi oficina a eso de las siete treinta, mientras la computadora se prendía vi que en mi mesa había unos documentos, con una notita pegada a ellos que decía “Contrato de trabajo”

Comencé a leer página por página analizando cada punto. Decía que este contrato tenía una duración de cinco años, me subirían mi sueldo y seguiría como supervisora de la revista junto con todos los privilegios que me han sido dados.

Decidí dejarlos de lado y comenzar mi duro trabajo. Cuando finalmente termine mire la hora de mi computadora, la cual marcaba las una y quince de la madrugada, lo cual me sorprendió muchísimo, no me había percatado de la hora para nada. Mire por la ventana y comprobé que realmente era de noche.

Mi estómago rugió un poco, no pude ir a almorzar con George y Stella, tampoco a cenar. Salí de mi oficina para ver si alguien más se quedó, todo el pasillo estaba oscuro a excepción de la oficina del jefe, de seguro él también tenía mucho trabajo.

Volví a mi oficina y para relajarme un poco me hice una taza de té caliente, mientras lo tomaba pensaba en que tan cansado estaría el jefe y cuánto tiempo más se quedaría.

-Le preparare una taza de café. -Me dije a mi misma.

Cuando la terminé de preparar, me acorde del contrato de trabajo. No encontraría un trabajo mejor y que me gustara más que este, así que lo firme de inmediato.

Coloque el sobre debajo mi brazo izquierdo y la taza en mi mano del mismo lado, cuando me encontraba en frente de la puerta de la oficina del jefe, toque dos veces, pero no había respuesta alguna. Tal vez se había ido y dejo la luz prendida.

-Señor… -No sabía su nombre.- Emmm ¿Don jefe? ¿Está ahí?  -Ninguna respuesta nuevamente.

Entre por cuenta propia y me quede asombrada de lo grande que era su oficina, aparte de que también estaba muy bien decorada. En su mesa habían varios papeles, prueba del trabajo que estaba realizando. Deje el contrato encima de estos y me quede observando a través de su monumental ventana hacia la ciudad de San Francisco aun con la taza de café en mis manos.

Déjame olvidarteWhere stories live. Discover now