I'm skinny I'm rich and I'm a little bit of a bitch [parte I]

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Estaba vestido de pies a cabeza en etiqueta y fragancia francesa, había solidificado su cabello rebelde en un jopo y escondido su libreta en un bolsillo interno del sobretodo, el negro de gamuza que se echó encima a último momento; más para ofuscar a Harry que por el clima, para demostrarle que nunca seguiría sus instrucciones cual perro fiel. Louis era un peón rebelde, sublevado contra la reina de este ajedrez cuyo tablero eran cuadriculas de arenas movedizas que se moría por pisar.

A pesar del ballet lunático que el cachorro había creado para él, Louis aún se sorprendió al timbrado del portero eléctrico; al parecer su coche privado y previamente pago estaba abajo. Dejó las llaves de su Volvo en el tazón junto a la puerta, y cerró las ventanas porque el pronóstico de la mañana había previsto una tormenta.

Un hombre de sombrero bombín lo aguardaba en la entrada, llevaba un esmoquin y Louis se sintió en una producción de Tim Burton. Todo era teatral y un poco perturbador. Nadie dijo una palabra en todo el viaje, podía ver su propio perfil reflejado en el vidrió polarizado mezclándose con el paisaje detrás, sus pupilas inquietas y la noche envolviéndolo como una nodriza. Un cosquilleo le hizo erizar el vello de la nuca, la intriga se lo estaba comiendo vivo.

Harry Styles, tú sí que sabes cómo crear un ambiente.

El vehículo se detuvo en la entrada de la estancia, eso significaba que debía completar el resto del trayecto caminando, miró alrededor y no vio autos, todos parecían haber llegado hasta allí de la misma forma que él.

La casona estaba rodeada por un bosquecillo, un sendero estaba marcado con carteles y de vez en cuando alguna farola interrumpía la oscuridad, el rumor de las hojas de los árboles se volvía tétrico, persiguiendo sus huellas a través de la tierra seca y susurrando cosas en lenguajes muertos. Lucía como un escenario perfecto para ser asesinado brutalmente.

¿Con qué clase de psicópata estaba lidiando?

Respiró hondo para armarse de coraje, y corrió. Alimentado por la ansiedad y el terror, en menos del tiempo que tardó en darse cuenta estaba en campo abierto, la mansión se erguía frente a él y su resplandor multicolor casi lo deja ciego. Sonrió de costado.

La música sonaba tan fuerte que la tierra parecía temblar, Louis se ajustó el antifaz. Cuando estaba llegando a la fuente de sirenas, que nacía del suelo de la entrada como si fuera parte de la naturaleza misma, fue cuando vio la primera señal de vida humana ajena a la propia; una chica de cabello largo y rubio corría descalza por el frío césped, su pollera de tul acampanada y su corpiño de látex se perdían en penumbra, sus carcajadas se amplificaban en el vacío. Detrás, un muchacho alto con un bigote como el de Dalí, y quien parecía haber olvidado su camisa en algún lado, la perseguía. Ella parecía una gacela, dinámica y liviana, ocultando sus rasgos bajo una mascarilla de plumas de pavo real, el chico solo contaba con una resina negra que le cubría el área de los ojos con una línea horizontal. Cuando pasaron junto a él, Louis se quedó fascinado con sus tatuajes tribales, parecían dos cascabeles colgando de un silencio que no existía, parecían oriundos de este mundo de fantasía, olían a libertad y a una juventud interminable.

Romeo y Julieta se perdieron. Sus figuras se esfumaron, llevándose con ellos sus almas de arlequines. Louis se convenció de que aquí todo era posible, que estaba dentro de una burbuja de locura y combinaciones prohibidas.

En la cuarta puerta sur, tal como la invitación lo había anticipado, un recepcionista aguardaba impávido al ruido. Algo dubitativo le entregó la tarjeta escrita de puño y letra por Harry, el custodio apenas la miró y presionó un botón de un tablerito electrónico. Usaba un pasamontaña rosa y Louis se preguntó si estaría de acuerdo con aquella fiesta, o si solo estaría soportando el particular atuendo por el dinero, tal vez él también estaba poseído por la bruma que el aire cargaba. Se quedó tieso, no sabía si era normal que no la haya permitido el acceso inmediato, hizo un leve movimiento de levantar él mismo el cordón de pana que le impedía la entrada, pero el guardia lo detuvo. Iba a quejarse, a darse la media vuelta e irse.

Fashion of his love » l.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora