p r o l o g u e

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En el instituto Waters no ganaban el equipo de baloncesto o el de fútbol americano, ni los chicos que se apuntaban a los concursos de ajedrez, ni las animadoras que se presentaban todos los años al campeonato estatal.

Como en todos los institutos, ganaban las etiquetas. Los estereotipos, los clichés, los cánones de moda, como uno quisiera llamarlos.

Cualquiera que caminara por los pasillos del único instituto de la ciudad llevaba adherido a su nombre un adjetivo que le definía para toda su vida estudiantil. La animadora, el nerd, la popular, el quarterback. Todo el mundo tenía una etiqueta. Daba igual su clase social, sus calificaciones o lo bueno que era lanzando el balón hacia la portería. Nadie se libraba de los clichés que aparecían en cualquier película adolescente, ni siquiera los profesores. Estaba la profesora que todos los chicos querían por sus curvas, el profesor que se limitaba a poner películas sobre la Segunda Guerra Mundial o ese que, sin importar el esfuerzo, siempre suspendía a sus alumnos. Todo parecía sacado de algún libro para preadolescentes.

Sin embargo, no había nadie que luchara contra esas etiquetas. Todo en el instituto era silencioso, incluso los rumores, que se extendían como la pólvora de boca en boca. No había grandes escándalos, pero sí alguna que otra pelea por alguna chica o supuestas relaciones profesor-alumno.

A pesar del silencio, todas las cabezas se giraban en cuanto algo fuera de lo común se hacía paso entre la gente que charlaba alrededor de las taquillas del enorme pasillo principal.

Era el caso de Agust. Ese chico que siempre vestía de negro, que siempre llevaba gorras o capucha, que siempre escuchaba música en su viejo reproductor de MP3 o que viajaba con tres mecheros Zippo en su mochila vieja. Ese chico de suaves facciones asiáticas, nariz achatada y cabello rubio con un nombre para nada del Asia Orienta. En el hipotético caso de que apareciera por el instituto, apenas hablaba. Continuaba escuchando música, se limitaba a observar cómo la gente cuchicheaba y se preguntaba qué hacía Agust allí.

Otro de los ''raritos'', como rezaba la etiqueta que llevaban a la espalda, era Kim Namjoon. Era el típico chico demasiado bueno con las matemáticas, con la física y con todo lo relacionado con las ciencias. Era el chico que nunca se esforzaba porque todas las asignaturas le parecían aburridas, el típico ratón de biblioteca con gafas de pasta negra que observaba a las animadoras desde el pie de las gradas. Hablaba lo suficiente para saber que era un chico calmado, ajeno a todo lo que ocurría dentro y fuera del instituto. Le daban igual los estereotipos, no le importaba que criticaran su forma de vestir con tal de seguir viviendo con la tranquilidad de siempre.

Y luego estaba Charlie. Esa chica prácticamente invisible que sólo llamaba la atención cuando su voz sonaba desde el fondo del salón.

El chico misterioso, el ratón de biblioteca y la chica invisible. ¿Quién iba a pensar que iba a unirles un grupo sanguíneo?

— A+ type ; Julio 2018

A+ Type » Namjoon, Suga; BTSWhere stories live. Discover now