c i n c o

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— Siéntate. 

Sin duda alguna, la voz era la misma que la del chico afable de la cafetería. Charlie observó bien su rostro, semicubierto por una mascarilla negra: ojos rasgados, piel dorada y pelo rapado por ambos lados de la cabeza, formando una especie de tupé engominado hacia atrás. Era él, sólo que sin gafas y sujetando una pistola con ambas manos. Charlie obedeció al instante por culpa del miedo. Se sentó donde le indicaba Nam, vestido de negro pero con la mismas Converse que llevaba en la mañana. Charlie no notó lo frío que estaba el metal de la silla.

Namjoon hizo bien en no bajar la guardia; el rubio se abalanzó a sus piernas con rapidez. Tuvo la suerte de ser más rápido que Agust y logró dispararle una vez más, acertando en su espalda. Un humano cualquiera tendría secuelas como la paraplejia por culpa de la bala en la columna, pero Agust simplemente volvió a caer al suelo con un bufido de dolor. Tardaría un buen rato en recuperarse de las heridas. Una mancha oscura empezó a empapar su zona lumbar. Su ropa era negra, así que ni Charlie ni Nam se dieron cuenta de que estaba sangrando.

— ¿Qué hacéis aquí? — preguntó con un tono serio, frío y totalmente distante. Volvió a alejarse un par de pasos para tener una mejor perspectiva y poder disparar a la chica o a su amigo con más facilidad. La puntería de Namjoon no era demasiado buena; aún le faltaba práctica.

— Pasar el rato... — contestó Agust con el que parecía su sarcasmo habitual. Se arrastró hasta llegar a una de las estanterías, donde se apoyó. Se llevó la mano a la herida de la espalda, gruñendo. — ¿Y tú?

— ¿Quieres que vuelva a dispararte? — apuntó a su pecho, dispuesto a apretar el gatillo.

— ¡No! — exclamó Charlie, arrepintiéndose de haberlo hecho. La mirada de Nam la congeló. — N-no, no le dispares. Y-y a mí tampoco... Por favor.

— ¿Qué cojones hacéis aquí? — repitió.

— Tus libros... son interesantes. — masculló Agust, asintiendo y ocultando el dolor lo mejor que pudo. — A mí también me gusta mucho la literatura del siglo XVI, ya sabes, clásicos.

— En serio, no me importaría volver a dispararte.

— Una Glock preciosa, por cierto. — Agust señaló con la barbilla la pistola negra de Nam, que aún le apuntaba al pecho. Vio cómo acercaba cada vez más el dedo al gatillo, así que decidió que lo mejor era cerrar la boca. 

— Gracias. — murmuró, sin quitar el ojo de encima a Agust, que intentaba recuperarse cuanto antes de los tres balazos.

 Namjoon le observó cuidadosamente, preguntándose por qué no sangraba como lo haría una persona normal. Acababa de recibir tres disparos, no llevaba ninguna clase de protección contra las balas y, a pesar de estar malherido, parecía no sufrir demasiado. Sin dejar de apuntarle, se acercó a él. Quizá era una error sabiendo que tenía detrás a Charlie, una chica potencialmente peligrosa. Nam se vio obligado volver el brazo hacia ella mientras le daba la espalda y se agachaba para examinar al rubio. Ni siquiera sabía si estaba apuntando a Charlie; simplemente amenazó con disparar hacia atrás. No quería matarla; se lo pensaría dos veces antes.

Aprovechó que Agust estaba débil para agarrar su cabellera rubia con fuerza y así pegar su cabeza contra la pared. Hizo que alzara la barbilla, y como si se tratara de un veterinario examinando los dientes de un gato, Namjoon utilizó su pulgar para tirar de la comisura de los labios de Agust. Vio los colmillos blanquecinos más largos de lo normal, similares a los de las fauces de un peligrosísimo perro. Sin dudarlo, Nam colocó la pistola contra la frente de Agust, entre su flequillo. La cargó y acercó el dedo al gatillo, dispuesto a disparar a quemarropa. Agust rio. Era una risa ahogada pero aguda, típica de un completo loco. 

A+ Type » Namjoon, Suga; BTSWhere stories live. Discover now