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Charlie ya había aprendido la lección de que no había que juzgar a alguien por su apariencia, y mucho menos después de lo que sucedió dos noches atrás con Namjoon y Agust, pero no podía evitarlo. Los estereotipos y las etiquetas ya formaban parte de sus esquemas mentales, y no era capaz de destruirlos y reorganizarlos. En cuanto vio a algunas chicas del equipo de animadoras salir del baño, automáticamente pensó que ninguna de ellas tenía personalidad. Para Charlie todas eran como muñecas inanimadas cortadas por el mismo patrón -rubias, esbeltas, con la piel dorada gracias a los sprays de autobronceado-, pero no sabía que una de ellas ocultaba su sexualidad al resto del equipo o que otra escribía novelas policiacas en su tiempo libre. Sí, a simple vista todas parecían iguales, como un rebaño de ovejas, pero por dentro cada una era totalmente distinta, algo que complicaba la tarea de elegir una víctima. El plan principal de Charlie, Nam y Agust era encontrar a alguien fácil de reemplazar, alguien que no levantara sospechas, alguien que estuviera solo y sin familia. Querer matar a alguna animadora era, cuanto menos, pretencioso, pero ese era el objetivo de Agust.

El vampiro tenía una larga lista de nombres y apellidos de potenciales víctimas a las que había estado observando desde principio de curso. La lista contaba con prioridades: aquellas personas más fáciles de conseguir estaban en los primeros puestos; las que podían resistirse o hacer que comenzara una investigación, en los últimos. 

Un golpe en la taquilla continua a la de Charlie hizo que pegara un brinco. Llevaba minutos y minutos parada en el mismo lugar, observando a las personas que abarrotaban el pasillo. Aunque les miraba directamente a los ojos, nadie cruzó una mirada con ella. ¿Cómo era posible que nadie se fijara en Charlie si estaba ahí, quieta, en un pasillo por el que caminaban cientos de personas?

Volvió la cabeza en la dirección del golpe. Era Agust, ataviado con una sudadera negra, como siempre, y sujetando en alto una papel algo arrugado y pautado. Charlie supo que era la lista con los nombres. 

— He modificado la lista. — anunció el rubio, hablando demasiado alto. Charlie se apresuró para agitar las manos y mandarle hablar en bajo. Lejos de bajar el tono, Agust hizo todo lo contrario: — ¡He modificado la lista! — exclamó. Charlie miró al resto de personas que ya volvían a sus aulas antes de que el timbre que daba inicio a las clases pitara, y se dio cuenta de que nadie había reparado en ellos. — ¿Ves? Podría subirme a esas escaleras, gritarlo aún más alto y no se fijaría en mí ni el jodido conserje. Aquí cada uno va a lo suyo, queridísima Charlotte. ¿Debería llamarte Lottie? ¿Charles? ¿Char...?

— La verdad es que Charlie está bien. — respondió ella con una humilde sonrisa.

Agust también sonrió. No porque le pareciera mona o porque le diera ternura ver que Charlie era aparentemente cándida y sin picardía... sonrió porque le hizo gracia que no notara su tono sarcástico. El vampiro supuso que no le quedaba otra que hablar despacio y lo más claro posible, sin ironías. — Bueno, pues he hecho una lista nueva. Namjoon estará en clase de cálculo... Vamos a buscarle. 

Agarró la muñeca de Charlie sin previo aviso y tiró de ella. — ¿Pero qué- — la chica agitó la mano para deshacerse del agarre de su nuevo compañero de crímenes. Se paró en seco en medio del pasillo ya desierto. Todo el mundo estaba ya dentro de las clases... menos Charlie y Agust. — No vamos a molestar a Namjoon ahora. 

— ¿Que no? Uy, te digo yo a ti que sí. 

Volvió a agarrar la muñeca de Charlotte que, a pesar de intentar clavar los pies en el suelo, se vio arrastrada hacia el pasillo donde se encontraban los laboratorios.

Namjoon estaba sentado frente a la pizarra de uno de los laboratorios de química, atendiendo al profesor a la par que apuntaba algunas notas en su cuaderno. De repente, vio cómo una sombra pasaba rápidamente por su izquierda, cerca de la puerta del aula. Se quedó un instante mirando hacia el ventanuco de la puerta, que permitía ver el laboratorio desde fuera y el pasillo desde dentro. Namjoon era uno de esos estudiantes que nunca apartaba la vista de la pizarra o se distraía fácilmente, así que el profesor llamó su atención chasqueando los dedos. Al de gafas no le quedó otra que agachar la cabeza y sonreír avergonzado. Aquella sombra podría ser un reflejo del cristal de sus gafas, nada más... Pero pasados unos minutos sintió algo más. No era sólo una sombra, era también una sensación de frío, como si una corriente de aire hubiera pasado muy cerca de él. Namjoon volvió a mirar hacia la puerta, sintiéndose observado por alguien. 

A+ Type » Namjoon, Suga; BTSWhere stories live. Discover now