Capítulo 8

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No es humano...



Desperté en mi cama, arropado, con la sensación de un beso cálido en mi frente que duró poco, al mover mi brazo derecho sentí la manga de mi sudadera raspar y algo me ardió, levanté el brazo sintiendo un calambre, lo descubrí y el golpe seguía allí, peor que la noche anterior. ¡Joder! Se supone que hoy ya nada de esto estaría, él se abría ido de mi mente y yo sería feliz. Tomé mi móvil y vi la hora, nueve con trece minutos. Debía ir a una farmacia para comprar una venda, me puse de pie, bajé a desayunar, me informaron que no había nadie en casa, más que algunos miembros indispensables de la servidumbre. Bebí un vaso con leche observando cuidadosamente la cocina, era grande y espaciosa, limpia y anticuada. Volví a mi habitación, me puse mis zapatos, y salí, con la misma ropa de ayer, le pedí a HyeWon que me llevara a una farmacia, no conocía nada como para ir por mi cuenta.



Al llegar a la farmacia pedí un par de vendas, una pomada para golpes y unas pastillas para el dolor, y sin más salí. HyeWon me preguntó si estaba bien, le indiqué que me había caído el día anterior y que tenía un feo golpe en el brazo pero que sin duda sanaría pronto. Al llegar a casa llevé al baño mi bata y me duché, el agua al caer en mi herida me hizo convulsionar de dolor, vi detenidamente mi antebrazo y pude ver como el agua caía limpiando mi herida y como pequeñas gotas de sangre brotaban... ¿cómo era eso posible? Él solo me había inmovilizado contra la pared y resulta que tengo esta abominación en mi cuerpo. Abrí mi mano y la cerré en un puño, el dolor punzante me hizo contener un gruñido... mi vida apestaba.



Al terminar de ducharme me vestí y empecé a colocar la venda sin ayuda lo cual había resultado una completa calamidad, pero antes, había dejado caer sobre la herida un chorro de alcohol que me hizo ver estrellas, maldecir y morder el cuello de mi camisa, al final, la venda no quedo tan mal.



Las horas pasaron y recordé que debía ir a una fiesta, abrí aquel mueble aterrador y busqué que llevar... «¿Debería ir formal?» No, que va, es una fiesta de adolescentes, una fiesta para perder el control. El sonido de un cascabel me hizo dar un pequeño susto, giré en dirección a mi cama y nada, a la ventana, estaba cerrada, pero esas cosas encontraban siempre la manera de entrar ¿podrían atravesar paredes?, ¿eran fantasmas?, ¿almas en pena?, al girar mi rostro de regreso a mi ropa la vi, allí estaba, sobre una playera roja, el animal me veía y se erguía cuanto podía. Di un paso hacia atrás y cerré el mueble, ahora no iba a poder salir, ni yo buscar ropa para ir a la fiesta pero esperaba que ese desagradable animal muriera por falta de aire.






Ya eran las seis de la tarde, había quedado con SungJi que llegaría a las ocho tenía tiempo de sobra. Mamá entró a mi habitación con un regalo en sus manos, la observé curioso, ella me sonrió siempre como un ángel, ella era la paz que necesitaba entre mis mustios momentos de psicosis.



ㅡTe he traído un obsequio.


ㅡGracias mamá, no tenías porqué.


ㅡPensé que no podías ir a una fiesta sin ropa apropiada como para volver locas a las chicas.


ㅡ¿Dices que mi ropa es anticuada?


ㅡPor supuesto que no, pero la ropa que HeeChul y yo hemos elegido para ti, es... como decirlo... ¡perfecta! Vístete que quiero verte. HeeChul te llevará.



Suspiré con resignación, no había opción, mi madre es realmente terca cuando algo le ha entrado en la cabeza, mamá salió de mi habitación y me dispuse a abrí aquella caja de pandora, mi boca literalmente se fue al piso al ver su contenido, no era ropa sexual pero... ¿pretendían que vistiera eso en una fiesta? Acaso mamá quería que no regresara esta noche. Tomé entre mis manos aquél pantalón de cuerina, era diminuto, ¿cómo entraría en eso? Esperaba que no me quedara para poder llevar uno de mis normales pantalones. Acaricié los costados, tenía un zíper en cada lado, era lindo, no podía negarlo, volví a suspirar.

No es humanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora