Vestido rojo

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Las cosas iban empeorando, no sabía con certeza qué iba a ser de mí, si iba a morir o no, si podría convencer a Medussa o me convertiría en polvo, si el Llanto Sangriento nos iba a matar o podría contra él

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Las cosas iban empeorando, no sabía con certeza qué iba a ser de mí, si iba a morir o no, si podría convencer a Medussa o me convertiría en polvo, si el Llanto Sangriento nos iba a matar o podría contra él. No sabía qué pensar, mucho menos qué hacer. Pero las cosas me llevaron a tomar decisiones involuntariamente.

Llanto Sangriento estaba justo frente a nosotros, mi instinto me hizo pararme frente a la niña; la única amenaza que tenía frente a mí era el ave, no la niña. El ave daba miedo, recuerdo el día que nos encontramos a un Llanto Sangriento en el refugio 33, el único refugio seguro de ese entonces, comparada con el ave anterior este Llanto Sangriento tenía marcas de guerra, rasguños por toda la cara, como si trataran de arrancarle un ojo, el dedo de la pata izquierda estaba cortado, sus plumas estaban maltratadas como si  estuviera constantemente en batalla. Está ave era una asesina, me lo decían sus ojos. 

Los gritos de los rabiosos aumentaron como si se tratase de un partido de fútbol, el ave se acercaba a nosotros y la niña no dejaba de llorar.

— Que muera el ave, o mueran ustedes. La suerte no existe, solo ¡LA MUERTE!

Dice Medussa antes de que sonara una chicharra que provocó al ave lanzarse violentamente contra nosotros con la intención de enterrar sus enormes garras, pude lanzarme contra la niña para provocar que el ave chocara contra la reja. Por suerte nuestra, los espectadores empezaron a lanzar rocas con la intención de matar a alguno, pero las rocas eran tan grandes que no lograban entrar en la jaula pero si hacer el ruido suficiente para distraer al ave, la distracción del ave nos dio el tiempo suficiente para levantarnos y planear alguna idea.

— Ey, prometo no hacerte daño. 

Le dije a la niña con la intención de calmarla.

— Necesito tu ayuda, debemos matar al ave. 

— ¡Es imposible, mis padres lo intentaron, murieron, nadie puede contra ella!

Le creí a la niña, su aspecto me hizo pensar que ella tenía experiencia y el ave era tan salvaje que sus palabras me hicieron creer en todo lo que dijo, pero, no quería morir. 

— ¡Ey ave! 

Tenía un plan, era peligroso y demasiado estúpido pero debía intentarlo. Grité para atraer la atención del ave y que me atacara. No fue hasta que la niña me gritó y pensar que era una mala idea.

— ¡¿Qué haces?!

— ¡Podemos cansarla, y así matarla!

Corrí por toda la jaula, haciendo que el ave se aventara contra mí con sus mortales saltos y así poder esquivar sus ataques, me aventaba contra el suelo y me levantaba lo más rápido posible pero parecia que mi plan iba a la inversa, el que estaba agotado era yo y el ave seguía intentando con tanta energía. 

Los rabiosos empezaron a gritar de enojo, ellos quería sangre, y mi tonto espectáculo parecía más un show de circo que una película de terror. Medussa, al parecer, pensó lo mismo porque no tardó en dar la siguiente orden.

WaterSeed: Bienvenido a CasaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora