Toc, Toc, deja entrar al diablo.

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En la mañana del viernes, no experimenté ni un momento de desazón en el comedor

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En la mañana del viernes, no experimenté ni un momento de desazón en el comedor. No me quedé plantada preguntándome dónde podía sentarme porque mi desayuno ya estaba servido y afortunadamente era la única en toda la casa. Me dispuse a atacar un plato de tocino y huevos revueltos, a un lado tenía jugo de naranjas con tostadas y queso fundido. Moría de hambre. Cuando terminé, llevé mis platos a la cocina donde encontré a Eva. Ella se puso a lavar y yo me senté en el taburete de la cocina. Me preguntó si podría ayudarla a fregar los restos, y yo me sorprendí porque nunca necesité hacer nada de eso antes. Pero acepté hacerlo.

—Te hiciste algo nuevo —me dijo, con su acento irlandés. Mientras me pasaba el plato limpio—. Tu cabello está diferente.

—¿Diferente es malo?

—En absoluto. —Se secó las manos con su delantal—. Toda mujer necesita reinventarse para sentirse mejor con sí misma.

—Es lo que he hecho.

Al instante me sonrió y yo hice lo mismo.

—¿No saldrás con tus amigas esta noche?

—Apuesto a que Nora te ha dicho que lo menciones.

—Ella solo quiere que salgas más.

Suspiré profundamente.

—Un chico me ha invitado a la feria de superparck —anuncié, acomodando el plato seco en uno de los estantes—. Bueno, todavía no sé si iré.

—Deberías, es una buena idea. —Eva me indicó que no lo había secado bien, y me hizo hacerlo de nuevo.

¿Lo era? No podía encontrarle el sentido a salir con chicos cuando toda mi familia había muerto. No debería estar saliendo, debería simplemente quedarme en la casa. Pero no dije nada. Terminé acompañando a Eva casi toda la mañana con charlas monótonas, hasta que llegó la hora del almuerzo y Nora entró a la casa. Se dio cuenta de mi nuevo cabello, pero no puntualizó ni dijo nada al respecto.

Todo el viernes llovió dejando un ambiente húmedo y desagradable. Yo estaba en la sala, sentada al lado de la ventana viendo el patio trasero de la casa. No tenía nada mejor que hacer mientras que todo el mundo trabajaba o estaba en el colegio. En silencio, había practicado diferentes maneras de comunicarle a mi tía sobre mi salida. Pero no sabía cómo decírselo. Con mi madre era más sencillo, solo tenía que encontrar el tiempo adecuado y listo, además Sophie siempre me ayudaba.

La Marca©Where stories live. Discover now