Un extraño pero cómodo silencio

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—Ponte cómoda, lo que debo contarte es interesante —dijo Adam antes de que él mismo se sentase en la silla de mi escritorio y yo me senté en el borde de mi cama—. Como todos sabemos, James Greyson es neurocirujano en el hospital de Forestville. Pero sabiendo lo que sabemos de él, creo que esa es solo una máscara que utiliza ante los humanos. Así que, en la noche lo seguí. Salió del hospital muy tarde y fue a aquella dirección que me diste. Ahí había un edificio pequeño y abandonado, y entró. Luego de varios minutos más, se acercaron otros hombres y entre ellos reconocí al Vicealcalde Rooney.

—Sé quién es. Trabajó con mi padre por muchos años en el Consejo Municipal y también lo he visto esta noche —respondí recordando la reunión en el sótano—. Estaba con James y hablaban sobre algo que no comprendía. Estaba preguntando sobre cuánto tiempo más necesitaban. El Vicealcalde le dijo que sin Simon Andrews, el Alcalde, no podían hacer mucho, al parecer él no confía en James. Y luego mencionó a mi familia.

Levanté la mirada hacia Adam. Recordé lo que dijo James sobre el vampiro que mató a mi familia y cómo él lo estaba buscando. Un sentimiento desagradable me invadió, revolviéndose el estómago aún más, aunque otra parte de mi mente se rehusaba a creer en lo que decía.

—¿Y qué fue lo que dijo? —preguntó Adam.

—Dijo que el que estuviéramos en la fiesta era prueba suficiente de que lo apoyamos y de que confiábamos en él —respondí y se me formó un nudo en la garganta antes de siquiera decirlo—. Y que un vampiro mató a mi familia. Un vampiro que está suelto en el pueblo y que él está buscando.

Adam se quedó en silencio ahí sentado en la silla, observándome con claridad.

—Y piensas que fui yo —respondió Adam con la voz neutra.

—Lo que pienso es, si estuviste involucrado de alguna manera en esto, ahora mismo es el momento de decirlo.

Recordé el día en el que él apareció en mi vida. Su manera tan urgente de querer ayudarme a toda costa. Pensé en la culpa. No sabía si era igual con los vampiros, pero los humanos estamos llenos de arrepentimientos, dudas y de escenarios imaginarios donde hacemos mejor las cosas ¿Qué lo había empujado a empatizar tanto con una extraña sino era para enmendar un error?

—Te vi una noche, fue antes del accidente —comenzó a decirme—. Era una fiesta. Había llegado hace unos días al pueblo, ya te dije que muchos turistas vienen en el verano. Yo estaba ahí también, observando a alguien, siguiendo todos sus pasos y planeando mis siguientes movimientos. Cuando comencé a acercarme, te interpusiste en mi camino. Estabas molesta, estabas al punto de las lágrimas alejándote entre la multitud y un chico te llamaba, pero tú lo ignorabas. —Soltó una pequeña risita cansada—. Solo te tomó un segundo llamar mi atención para distraerme de lo que estaba haciendo, entonces te seguí.

—Lo recuerdo. Estaba peleando con mi ex novio Cole —dije, y también me reí—. Acababa de descubrir que el muy cabrón me estaba engañando.

—Por lo que escuché, así era —respondió—. Te llamó por tu nombre y supe que eras la hija del entonces Alcalde, Michael Mason. Luego de esa noche, continué siguiéndote, pero no me malinterpretes, no estaba intentando hacerte nada a ti o a tu familia. Es lo que hago. Algo o alguien llama mi atención y lo dibujo. El amigo con el que estaba viajando me dijo que volvería a Nueva York y me preparé para ir con él. En la noche en que nos reunimos para irnos, acababa de dejar de llover y fue cuando ocurrió el accidente. Estábamos cruzando la intercepción cuando vimos a un camión resbalar en la acera mojada y escuchamos el impacto. —Adam suspiró y se inclinó hacia adelante poniendo los codos sobre las rodillas—. Pero no nos detuvimos a mirar.

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