Te veo esta noche para cenar

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El jueves deambulé por el corredor vacío, aprovechando cualquier momento que me permitiera alejarme del bullicio de las personas en el colegio. Eran como insectos con sus alas pinchadas con alfileres. Rondaba por los pasillos como si fuera un robot.

—Ey, Nina. —con un ligero tic en el ojo derecho, levanté la vista. Era Amy que estaba delante de mí.

—Hola —respondí, con una seña con la cabeza.

Todo me aturdía de una manera exasperante. Los ruidos de todos al hablar, el sonido de una chica mascando su chicle explotándolo una y otra vez, chicas riendo, chicos jugando en sus teléfonos. Murmuro en los pasillos, a mí alrededor. Y no había dormido nada desde hace días. Me sentía exhausta, nerviosa y alerta por todo.

Mientras seguía caminando por el corredor, intenté distraerme un poco, y ya que Amy se acercó a mí, apagué el piloto automático. No podía seguir así.

—¿Ya le has hablado a Dave sobre la doble cita?

—No he tenido la oportunidad —contesté, pues lo había olvidado completamente.

—Detente un momento —me dijo y me tomó del brazo, nos detuvimos en la entrada de clases—. ¿Estás enojada o algo?

—No estoy enojada ¿Por qué?

—Te noto rara. En los últimos días te has comportado extraña.

—De acuerdo, no me siento muy bien.

—Bueno, sí. Eso ya lo noto ¿Has comido algo? Estas pálida.

—Me gustaría un poco de café. —Al entrar me tambaleé un poco—. No sé si pueda resistir estar despierta en la clase de hoy.

—¿No has dormido bien anoche?

«No he dormido en absoluto en días»

—Culpo a los exámenes.

Me hundí en el pupitre, mirando al frente. Sentía que mis manos sudaban y me las froté en los pantalones, para sumar todos los nervios acumulados, el timbre sonó con ese chirrido que me perforaba los tímpanos. No lograba acostumbrarme a mis sentidos alterados y todavía me sacudía en el asiento cuando sentía algo molesto. De todas formas, parpadeé con fuerza una vez y mantuve los ojos apretados.

—Nina, ¿te unes a nuestro grupo de trabajo? —me preguntó una chica. Me sentí confundida por un momento, no recordaba su nombre.

—Gracias, pero voy a hacerlo con Amy.

Se encogió de hombros mientras volvía con su grupo de amigos. La verdad era que no planeaba hacer el trabajo de todas formas, no podía pensar en nada, absolutamente en nada mientras mi vida se encontraba en aquella situación. El colegio no era lo que más me preocupaba. Vivir para siempre, sí.

Entonces todos mis instintos se paralizaron. Una vibración se encendió en mi pecho, y mis oídos pudieron escuchar a través de las paredes, mi piel se quedó tensa en un instante. Giré la mirada a la puerta del salón y esperé dos segundos, hasta que vi a Basha entrando a la clase.

Apareció con una sonrisa más luminosa de la que recordaba. Saludó al profesor con un apretón de mano y se dirigió al único lugar disponible, detrás de mí. Se acercó y se detuvo un momento para mirarme.

—Mason —me saludó, y se me cortó la respiración.

—Basha —dije casi sin aliento.

Inconscientemente miré sus manos ¿Qué buscaba? Rastros de manchas de sangre o algo. Lo vi moverse y tomó asiento en su lugar. Yo sacudí la cabeza intentando borrar la idea de mi cabeza. Las manos me temblaban, las uní y las apreté fuertemente.

La Marca©Where stories live. Discover now