En búsqueda de lo desconocido

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Después de clases, encontré a Nora en el estacionamiento, sentada en el capo de la patrullera con los brazos sobre el pecho, las niñas sacaban sus cabezas por la ventana y me saludaban alegremente, les devolví el gesto hasta quedar frente a mi tía.

—Vaya sorpresa —dije—. ¿Qué pasó?

—Nada, solo he venido por mis chicas hoy —contestó—. Vamos, iremos a comer algo.

Fui caminando a instalarme en el asiento copiloto. Cerré la puerta justo al tiempo que ella, y mientras que arrancó el auto, me coloqué el cinturón de seguridad. En medio del camino, íbamos a cuarenta en pleno silencio, los demás autos nos pasaban y algunos nos bocinaban quejándose por nuestra lentitud. Iba a decir algo sobre el asunto, pero Nora me interrumpió.

—Bien, no sé dónde voy ¿Dónde quieren ir? —preguntó.

—Yo quiero comer pizza —respondió Betty.

—¡No! Yo quiero jugar, mamá llévanos a jugar en algún lugar —se quejó Miranda.

—¿No prefieres comer algo primero, linda?

—Podemos ir a Pizza Hut, ahí hay un buen lugar para jugar —comentó Jessica.

—No quiero pizza.

—Pero yo sí quiero ¡Mamá!

—Basta chicas, no peleen mis niñas —dijo tranquila mi tía—. Dejaremos elegir a su prima. —Se volvió a mí—. ¿Dónde quieres ir, Nina?

—Conozco una pastelería en el centro, Fredo's —respondí—. Solía ir con papá algunas veces después de la escuela.

—¿Ah sí?

—Sí, es un lindo lugar, puedes jugar en un pequeño parque que tienen al fondo y comer si quieres —comenté y me giré a ver a las niñas.

Ellas me sonrieron felices.

—Bien, Fredo's será —anunció Nora, acelerando.

Una hora más tarde, todas estábamos en el centro de la costa de Forestville, caminando por el Paseo Marítimo. Mis primas no comieron mucho porque los niños realmente nunca se preocupan por la comida, ellos se preocupan por jugar. Nuestra última parada consistió en ver las vidrieras de ropas de las tiendas del Paseo. Cuando el reloj marcó 18.10 de la tarde, todas nos subimos a la camioneta para regresar a la casa. De camino, las niñas se quedaron dormidas en la parte trasera del vehículo.

—¿Pasaste bien? —preguntó mi tía, con la mirada en el camino.

—Sí.

—Seguro tenías planes con tus nuevos amigos, pero quería que pasemos tiempo juntas. Últimamente he estado muy ocupada.

—Yo también, el colegio me mantiene ocupada con actividades.

—Podríamos repetir esto semanalmente —dijo, encogiéndose de hombros—. ¿No crees?

Me hizo sentir muy bien la idea de que mi tía dejara de lado el trabajo para que pasáramos tiempo de calidad juntas con las niñas. Mi tío casi no era parte de nuestras vidas porque tenía que trabajar mucho, así que no lo veíamos demasiado, pero con Nora era diferente ya que trabajaba en el pueblo, tenerla presente en nuestras vidas era importante. Supongo que más para las niñas que para mí, pero se sentía bien cuando compartíamos juntas.

—Sí. Sería genial —respondí con honestidad.

Sonreí y ella hizo lo mismo. Me hacía sentir menos sola saber que estaba para mí y eso era un lindo regalo.

Aguacil Mason ¿Me copias? —nos interrumpió su radio repentinamente,

—Estoy aquí —contestó ella en seguida—. Te escucho, Logan.

La Marca©Where stories live. Discover now