De acero inolvidable; Kamijirou

cinco;

—Ya hemos acabado, Jirou —La mujer de la bata le dedicó una cálida sonrisa—. Hoy has estado excelente.

La chica se recolocó, dejando las piernas colgar por un lado de la camilla. Se sentía cansada después de todas aquellas pruebas que formaban parte de su vida cotidiana.

—Tenemos una buena noticia. Las listas han avanz-

—No voy a seguir tomando la medicación. —Interrumpió.

—Sabemos tu elección y yo no soy nadie para hacerte cambiar de opinión. —Esbozó una mueca triste.

Jirou soltó un suspiro, echando la cabeza hacia atrás. Le dolía todo el cuerpo de manera exagerada y sólo tenía ganas de intentar dormir, sabiendo que el éxito sería nulo.

La enfermera se acercó para quitarle, con cuidado, los tubos que le unían a la máquina de oxígeno, esperando a la reacción de la chica ante esa acción. Se vio obligada a coger un par de bocanadas de aire para aclimatarse.

Con cuidado, bajó de la camilla, fallándole las piernas nada más tocar el suelo. Tuvo que agarrarse a la camilla con fuerza, apoyada también por la enfermera, para evitar el golpe. Ya le había pasado una vez, no iba a volver a vivirlo.

Una lágrima cayó por su mejilla, sintiéndose más débil que nunca. Ella ya sabía que lo era sin embargo no quería depender de los demás, aun era auto suficiente.

— ¿Quieres que te acompañe al vestidor?

—No, gracias. —No levantó la mirada, no quería ver la mirada de compasión de la enfermera.

Igualmente se quedó mirando los torpes pasos de la joven hacía el vestidor, donde se desplomó al cerrar la puerta, cansada ya de su situación, de las pruebas del hospital y de todo lo que cargaba.

Necesitaba llorar, hacía mucho que no se desahogaba entre llantos sin que nada le importara. No necesitaba escuchar lo que el médico tenía que decir, ya lo sabía. Era la misma mierda de siempre, la cual llevaba escuchando ya varios años.

Tenía tantas ganas de acabar con todo, que dicho sueño llegaba a doler más que la pura realidad.