venticuatro;

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Se sentía tan tonto por tan poco que no había sido capaz de afrontar a la chica desde que habían llegado al lugar.

No era para tanto, sólo una misera estupidez, pero ahí estaba repitiéndoselo, como si hubiera abierto la caja de Pandora.

Ella estaba rodeada de sus amigos, su amigos de toda la vida. Hablaban y reían como siempre debían haber hecho, aunque él no tenía ni idea de eso.

Por primera vez se sentía fuera de lugar por no formar parte de aquellos recuerdos que todos compartían.

Soltó un suspiro y decidió salir fuera por mucho frío que hiciera. Necesitaba que le diera el aire, ya que comenzaba a agobiarse ahí dentro.

Ella se percató de eso y decidió salir también, dejándose tanto el abrigo como los guantes, el gorro y la bufanda dentro. Tampoco lo había pensado tanto, sólo se había dejado llevar.

— ¿Qué haces aquí fuera? —dijo cuando consiguió alcanzarle, recuperando el aliento de esa pequeña caminata que para ella era similares a kilómetros.

— ¿Qué haces, Jirou? —contestó Kaminari elevando la voz, andando instantáneamente hacia ella mientras se quitaba el abrigo para dárselo a ella—. Vas a ponerte enfer-

—Ya lo est-

Decidió callarse al ver la mirada de odio del rubio y dejar que le colocara el abrigo por encima de los hombros.

—Tu también vas a coger frío —murmuró ella, cruzándose de brazos.

—Da igu-

Jirou, sonrojada, abrió los brazos y desvió la mirada. Kaminari ladeó la cabeza, metiendo las manos en sus bolsillos para intentar enfrentarse un poco al frío.

— ¿¡Quieres dejar que te abrace, idiota!? ¡Hace frío y aprovecha que no pasa gente!

El rubio soltó una carcajada, haciendo enfadar a la de cabellos morados, que hizo un amago de irse, pero él evitó tal cosa agarrándole de la muñeca.

— ¿Quieres un abrazo?

— ¡¿Tu eres idiota?! —gruñó.

—L-Lo siento. —Soltó una risa nerviosa—. ¿Por qué has salido?

—Porque quiero estar contigo —murmuró.

—Pero hoy es tu cumpleaños y todos tienen ganas de estar cont-

—Te he dicho que quiero estar contigo. —Puso los ojos en blanco, agitando la mano para que él le soltara.

—Lo sé, pero no quiero ser eg-

Jirou decidió adelantarse, sabiendo lo idiota que podría llegar a ser el rubio. Dio un par de pasos, armándose de valor mientras el otro balbuceaba excusas, agarrándole del cuello de la camiseta y tirando con la suficiente fuerza para hacerle bajar la cabeza y poder rozar sus labios con los de ella en un corto instante.

Jirou huyó al instante, bajando la cabeza avergonzada y dejando al chico sin palabras, tocándose los labios y sonriendo como un estúpido.

¿Cómo ese simple roce había comenzado una tormenta en su interior?

De acero inolvidable; KamijirouWhere stories live. Discover now