La mediocre frágil debilidad.

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La lluvia era más, la lluvia parecía no querer detenerse ... Y la lluvia se mezclaba con tus tibias lágrimas que se deslizaban junto a este líquido frio y sincero, tal vez cruel... Así como era la actitud de Roy Mustang contigo o como creías tú que era... Habías perdido tu tiempo, habías terminada cubierta de aquella agua a causa de la tormenta y en uno de los locales cerrados bajo una especie de mini techo con las flores que en ese momento sujetabas en tu mano derecha, sujetándolas hacia un lado, completamente mojadas estas también escurriendo agua hacia el suelo.

...

¿Había valido tanto la pena en realidad? Al final no habías logrado lo que él te había pedido, al final habías terminado en esa situación que podía ser tachada de miserable llorando con esa fragilidad que te habías prometido no volverías a mostrar, al final ni tus habilidades como alquimista no te habían servido para nada, ni todo ese tiempo estudiando ni toda la práctica que habías puesto ello, nada... Al final tu fragilidad te había ganado y tus lágrimas eran la prueba de esto.

-Ahh...coronel...- con un suspiro de resignación miraste hacia abajo, había pasado demasiado tiempo en el que no habías podido utilizar tus habilidades y en ese momento por mucho que te costara admitirlo te sentías frágil... Y no sólo frágil, incluso débil, incluso torpe... Incluso un poco inútil.

Ese tipo de pensamientos no se alejaban mientras de a poco te deslizabas hasta quedar en cuclillas con tus rodillas casi pegadas a tu pecho, las lágrimas a diferencia de la lluvia no se detenían y de lo único que te podías alegrar en un momento como ese era que de a poco la tormenta se iba haciendo más y más pequeña... De alguna forma deseabas que tu vida fuera así... Una tormenta que sin importar que tan grande fuera al final terminara por calmarse y todo volviera a ser igual o mejor que antes... Era una pena que las cosas no fueran tan fáciles.

Dejando caer la docena de tulipanes ya arruinados diste un último suspiro, las ganas de estar en tu casa para llorarle a tu almohada no se alejaban y esa sensación de debilidad menos lo hacía, deseabas que todo eso terminara y que lo hiciera pronto.

Como tu debilidad probablemente pasajera te iba empujando a llorar de nuevo intentabas convencerte de lo fuerte que podías llegar a ser, las palabras de aliento no faltaban y las miradas de todas esas personas que creían no lo lograrías ahora con más fuerza te atacaban... Habías terminado siendo una secretaria más... Una secretaria que por unas flores había arriesgado ligeramente su salud.

... Y entonces lo inevitable había ocurrido, lo que ya no querías pasara había llegado y las lágrimas se deslizaban por tus mejillas nuevamente, tan fuertes como en un principio habían sido y demostrándote que de débil todos tenían un poco. Junto a esto el que su aterciopelada voz mandara un escalofrió por todo tu cuerpo, esa voz que un par de horas antes te había mandado a buscar flores y ahora, con aparente preocupación pronunciaba tu nombre llamando tu atención y haciendo que con esos ojos llorosos le miraras.

-¿Coronel Mustang...?-

Entonces el tiempo se detuvo por un segundo, tú mirándolo desde abajo con tus ojos bañados en lágrimas, y él, que te miraba desde arriba con sus ojos negros no ocultaba lo sorprendido que también estaba.

Sus ropas estaban por completo secas, a falta de su gabardina azul lo único que cubría su torso era la camisa blanca que abotonada al centro demostraba al parecer había salido de pronto, en su mano sujetaba un paraguas que era lo que al parecer le había cubierto de la lluvia, mientras que tú...

Tu labio inferior temblaba y momentáneamente frágil no podías pronunciar más allá de lo que ya habías dicho, él, por su parte tampoco decía o hacía nada y la situación, llena de dudas, dejaba mucho por decir y todavía más cosas para imaginar, fue entonces que...

-¡Coronel Roy Mustang!- con toda la fuerza que quedaba en tus piernas te pusiste de pie tan rápido como pudiste, llevando tu mano hacia la altura de tu sien haciendo el clásico saludo militar, pues, ante todo, no dejabas de ser su subordinada y él tu jefe. -¡Lamento el que me haya visto así! ¡Lamento el que su encargo terminara arruinado! ¡Yo lamento! Yo.....-

¿Por qué tenías que verte tan débil en un momento como era ese? ¿Por qué no en otro? Uno en el que por ejemplo él no estuviera presente...

-Alquimista escarlata...- él, con su boca entreabierta parecía no tenía ni la más mínima intención de reír o hacer algo similar a esto, y, en el caso de que te viera como una mujer más débil... Ese era completamente su problema, una cuestión que se suponía no era lo que importaba en ese momento.

Y entonces... Era en ese entonces que la inseguridad de la debilidad atacaba una vez más, era ese el momento en el que todo lo que te había ocurrido te golpeaba de la nada, justo en un instante impredecible, justo cuando tus rodillas se doblaban hacia el frente y las lágrimas volvían a hacer su acto de presencia en tus ojos.

... Caías contra el pecho de Mustang...

Mojada, llorando, triste, y de alguna forma con la sensación de que lo único que habías hecho era defraudarlo...

-Yo... Yo lo siento...- temblando, quizás a causa del frio dijiste por última vez antes de cerrar tus ojos cubiertos del llanto, llorando contra el pecho de este hombre, sintiéndote con esa frágil débil niña que no querías volver a ser.

-...Volvamos...- después de lo que había parecido una eternidad él dijo, su tono de voz siempre usual haciéndose presente y tú... Volviendo a la realidad. Habías estado llorando en su pecho llenándoles sus ropas secas de la humedad de tu indumentaria, él era tu superior, era un hombre con quien apenas y habías tenido contacto y sin embargo habías sido capaz de, siendo empujada por tus propios temores, descargar tus emociones en él. -Volveremos y después haré que alguien la lleve a casa...-

Sorbiste los residuos mínimos que de tu nariz habían salido, tragando saliva y mirando hacia abajo mientras te separabas de su pecho lentamente, sin poder evitar el mirar la mancha de tus lágrimas y el agua de la lluvia que habías dejado en él.

-Lo siento... - por última vez dijiste antes de alejarte por completo.

De su lado y por debajo del paraguas caminaban de vuelta al cuartel, tus ropas mojadas chocaban contra su piel y el frio era suficiente como para hacerte tiritar, el paraguas que cubría a él a ti de mucho no te servía y sin embargo el silencio era lo único presente, como si nada importara... Como si nada hubiera pasado. Como si siempre fuera a ser así... 

|| Notas del autor:

Hoy en... Capítulos en los que nunca pasa nada... ¡Los míos! (?)

Bien, bien, me declaro culpable, suelo tardarme mucho en narrar las cosas y comprendo lo desesperante que puedo llegar a ser, pues mi hermano, quien es hasta el momento mi mejor y más sincero critico se ha quejado sobre ello en un par de ocasiones... Sin embargo... Espero que esto esté resultando de su agrado, a pesar de las lentísimas actualizaciones... (Última actualización el 17/06/2017 ¡Jooooooder! ¿Por qué eres así Derand? ¿Por qué? ;u;)

Ahora bien, agradezco muchísimo a aquellos que se han aventurado a leer esto, que, ahora bien, debo admitir, ni regular es... Lo lamento.

¿Saludos! Espero de todo corazón que tenga un excelente domingo... ^^


La Llama De Nuestro Amor (Roy Mustang X Reader).Where stories live. Discover now