Fuerte.

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No podías mentir, no podías hacerlo ni por un segundo... Tal vez era tu propia paranoia recién descubierta, pero mientras caminaban de regreso al cuartel jurabas que podías sentir un par de miradas encima de ti... Tal vez sólo era lo que pensabas tú, demasiada alejada de la realidad, envuelta en la vergüenza que sentías de sentirse así de frágil.

¿Dónde quedaba aquella mujer fuerte que había logrado ser alquimista estatal en contra de toda probabilidad? ¿Dónde estaba esa florista que había impresionado a todos con su presentación?

... El agua se la había llevado, probablemente había quedado en el lodo en tus tacones al entrar al cuartel...

"Lo siento" pensabas, y no sólo por él, a quien ciertamente habías mojado, también por ti, por ti y lo mucho que te habías fallado, ¿Qué era lo que te había hecho "el amor"? ¿Qué tanto valía la pena? ...Si habían desechado las flores unos minutos atrás.

Recordabas las pisadas que habías dejado al entrar al lado de Mustang, junto a esto recordabas también el silencio que invadía las oficinas, todo tan callado mientras él guardaba el paraguas que había estado sujetando y te llevaba hasta su oficina... Dónde había cerrado las puertas dándote un tiempo para secarte, terminando sentada encima de uno de los sofás de este lugar demasiado avergonzada como para levantar la mirada atrayendo tus rodillas hasta tu pecho...

... Portando nada más que tu ropa interior casi por completo seca y la chaqueta azul que él solía usar y te había prestado meramente para que no estuvieras tan expuesta...

¿Había peor situación que esa?

La vergüenza te humillaba de a poco, sumiéndote en esta y apropiándose en esos tus tan frágiles sentimientos mientras ocultabas tu rostro atrayendo hacia a ti tus piernas desnudas, podías sentir la tela con la cual estaba fabricada el sillón debajo de tus pies descalzos y sólo deseabas que aquel que iba a pasar por ti para llevarte a casa lo hiciera pronto, deseabas estar debajo de tus sabanas abrazando tu almohada a tu cuerpo, buscando la fuerza suficiente que en algún lugar por mucho que te costara admitirlo habías perdido...

... Y entonces sentiste el peso de la tela cayendo encima de tus hombros, teniendo que levantar la cabeza con el cabello apenas secándose para observar al hombre de cabello negro, así como sus ojos, aquel que había colocado su gabardina negra encima de tus hombros, esta, más larga te cubría mucho más de lo que su saco apenas hacia...

...Sonreíste con timidez, era Roy Mustang, quien había vuelto a tu lado sujetando una taza de café... ¿Quién lo hubiera dicho? Que hasta antes de esa noche tú hubieras sido quien hubiera lanzado el abrigo negro encima de sus hombros cuando él, sentado detrás del montón de papeles que generalmente ocupaban su escritorio, se hubiera "pasado de horas de trabajo" al punto de caer rendido ante el sueño... También hubieras sido tú la que le hubiera ofrecido un café... No cambiando los papeles como en ese momento estaban haciendo. No te quedó más que agradecer mientras quitabas la taza de sus manos, llevándola directamente hasta tus labios dejándote perder en el olor del café recién hecho, el vapor que este emanaba, el sabor tan clásico y reconfortante.

-...Gracias... Coronel...-

Él asintió, y, como si nada más importara se sentó a un lado tuyo, en el espacio que quedaba libre entre tu cuerpo y el sillón, el cual, en parte a tu vergüenza y el no querer ocupar más de lo necesario era el suficiente para que Roy se sentara sin invadir realmente tu espacio personal.

-No debió haber salido estando así el clima, fue un acto irresponsable alquimista escarlata ...- informó, quebrando el silencio que se había formado desde que, de hecho, habían regresado.

La Llama De Nuestro Amor (Roy Mustang X Reader).Where stories live. Discover now