La chica del tulipán rojo

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Cada mañana fría y gris de septiembre entonces, el chico tímido se detenía en la cafetería a beber, antes de irse, como a las 6:30, y se quedaba allí a propósito para esperar a la joven de mirada blanquecina, sin falta, ella llegaba cada día.

Llegaba cada día, y se sentaba sola, triste, congelando el ambiente, y mirando atentamente el café y un tulipán rojo, cristalino, uno solo, coloreado de manera diáfana, sobre la mesa. Él se quedaba como máximo una media hora mirándola, hasta que ella se iba, igualmente funesta abandonando la escena, donde dejaba a su paso el ambiente marchito y sombrío, y a él le parecía que la flor quedaba agostada cada vez que ella se retiraba.

Pero al día siguiente renovarían el azafrán y también renovaría en él la confianza de ir hacia ella y preguntarle acerca de su desaliento, de una vez por todas.

Minicuentos (edición especial)Where stories live. Discover now