Carta para ti

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Tu cabello, agraciado y espléndido, cubriendo tu mirada de color castaño, sobre tu rostro radiante, sobre tu sonrisa hipnótica; es el último recuerdo, y el único que no puedo borrar de mi mente.

Me tiene aferrado con locura a la cintura de tu alma, me tiene extrañamente adormecido, y no puedo dejar de pensar en ti, sencillamente, y en lugar de disolver todos estos pensamientos te recuerdo con nostalgia, desde aquí, a miles de kilómetros de distancia, un mar de brecha entre nosotros.

Me sorprendo en verdad porque te extraño con vehemencia, ¿qué podré hacer, sino dormitar todo el día, esperando desvanecer estos recuerdos?

Y volar hacia los cielos goteantes, transparentes, oceánicos. Le pregunté al tiempo si podía detenerse, para dejar de preocuparme en gastar el día pensando en ti, como una posibilidad. Pero eso fue en vano, porque el tiempo ni siquiera existe.

Volé con seguridad sobre las ciudades de papel, pintadas de gris, y mi mente las coloreo, con matices chillantes. Volé y me desdoblé de mí mismo, a mita de un sueño hipnagógico, pude observar mi cuerpo también colocado sobre la cama, diáfano (pues mi alma coloreada emanó del cristal) , y escapar por las ventanas, con la brisa nocturna golpeando mi rostro.

Lo puedo hacer, y escapar hacia ti, en sueños, contigo, porque no estoy ni a salvo en mis propias fantasías. Te has adueñado inclusive de ellas, nunca hubo nadie antes que lo hiciera, hasta ahora tú... tienes dominio sobre mis sueños, y eso aprieta mi corazón. Puedo recorrer las corrientes estrelladas sobre los techos, y tomar tu mano, y volver a mirar tu rostro despejado y apacible, y sobrevolar contigo, para tocar los astros mundanos.

Pero no solamente me has orillado a volverme un noctívago fantasioso estival, porque también asaltas mis sueños de día, cuando el Sol me obliga a pensar en tus mejillas, y con furor mi corazón me derriba, para ir contigo, porque mi mente no me deja en paz, ni un solo segundo, y a veces no quiero estar enamorado, solo para dormitar en paz, porque duele, pero de una manera embelesadora. En mis travesías te visito, y te escribo porque creo que eres la culpable.


Posdata: Recibí el conjunto de pétalos de tulipanes rojos que has mandado, pero te los llevaré de vuelta en un sobre, solamente que ahora están cristalizados. Ten cuidado de no romperlos.



(Nota: El último texto, todavía desapercibido, pero que se ha convertido en uno de los medianamente favoritos de los lectores de los rincones olvidados de Internet, está escrito en una forma no convencional de carta de amor, de remitente y destinatario desconocidos. Eso y el título tan ambiguo la hacen tomar ese encanto de enamoramiento que todos hemos experimentado. Si he de decir la verdad al final, el texto lo escribí al filo de una medianoche calurosa, en un arranque de inspiración, pensando en escapar por la ventana, y volar por los cielos hacia donde ella se encontrara).

Minicuentos (edición especial)Where stories live. Discover now