En su camino a través de la avenida arbolada, en un día soleado de mayo, Pablo silbaba una canción, cuando se encontró con la "tienda de animales". Creyendo que era el acuario, se acercó y entró a la tienda, donde vio una enorme pecera con una langosta, temerosa, de color rojizo. Le llamó la atención y preguntó por ella, para llevársela a casa si su madre se lo permitía, claro, pero luego vio las mesas vacías (pues era de mañana) y el encargado le dijo que la podía cocinar para él, si tenía como pagarlo, por supuesto.
Pablo se asustó y dijo:
-¡No puede ser!-,
y salió corriendo a través de la puerta sonante, a casa, donde trató de juntar algunas monedas para comprar a Julio (pues así le había llamado a la langosta) y poder rescatarla de allí.
Pero fue inútil; no pudo reunir el dinero.
Así que volvió a salir corriendo y sudoroso hacia la "tienda de animales", y, como el encargado estaba allá atrás, el aprovechó para mirar a través del cristal, directo a los ojos de Julio quien le miraba asustado. De modo que Pablo se levantó la manga y sacó a Julio de la pecera, y salió salpicando de agua salada el suelo y dejando un rastro corto que lo evidenciaba...
Pablo llevó a Julio a la playa, donde ambos jugaron juntos en la arena, y donde Pablo le lavó con las olas que provenían de alta mar.
Julio se mostró amigable en todo momento, y finalmente Pablo soltó a Julio a orillas del océano, donde se despidió de él para siempre... quizás.
De vuelta a casa en su camino a través de la avenida arbolada, en un día soleado de mayo, Pablo silbaba una canción, cuando se encontró con su madre enojada y el encargado de la "tienda de animales" esperándolo a la puerta del restaurante.
-¿Pero qué has hecho Pablo?- dijo su madre molesta.
-¡Yo solamente quise tomar de vuelta a su casa a Julio!
-Pues aquí el Sr. Herbert está muy molesto y quiere saber donde está esa langosta.
-Bien, la llevé a pasear a la playa, a través de la avenida, y jugamos juntos. Ella me sonrió y me dijo que quería ir a casa, nos despedimos y me lo agradeció con sus tenacitas, y eso es todo lo que pasó. ¡Ahora está en un lugar mejor!
Esa es la historia de como el pequeño Pablo salvó a una pequeña langosta, donde ahora seguramente retoza junto con sus compañeras bajo las olas.
(Nota: Debo decir que este es otro de esos cuentos improvisados, y escritos a medianoche. No pensaba que resultara de esa manera, bastante vergonzoso de leer, y con una historia que intenta pasar por infantil; pero que creo que creo que resultará aburrida y simple para cualquier niño.)
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Minicuentos (edición especial)
ContoDos años atrás, en 2017, escribí y publiqué una pequeña compilación de cuentos, titulada precisamente "Minicuentos". Se trata de una recopilación de cuentos breves, fragmentos, poemas y canciones escritos en un periodo relativamente rápido; y como u...