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"Así dice el SEÑOR: No se gloríe el sabio de su sabiduría, ni se gloríe el poderoso de su poder, ni el rico se gloríe de su riqueza; mas el que se gloríe, gloríese de esto: de que me entiende y me conoce, pues yo soy el SEÑOR que hago misericordia, derecho y justicia en la tierra, porque en estas cosas me complazco --declara el SEÑOR."

Jeremías 9. 23-24

Mauricio

A los 16 años...

Miro el reloj de la pared. Pasa de las cuatro de la mañana. Al final he decidido obedecer a mi padre y largarme de este lugar a trabajar. Es una gran oportunidad para comenzar de nuevo. No quiero volver a ese asqueroso lugar ni volver a ver a la puta de Erika.

Observo a mi padre caminar hacia la entrada de mi habitación con la maleta en mano. Justo antes de llegar a mi alcoba, levanta la vista al cielo suspirando. No parece feliz más bien decepcionado. Sé que lo he defraudado pero está de más decirle porque de mi comportamiento, no lo entendería. Pero al menos papá no me ha defraudado a mí y él sigue siendo mi héroe, eso me reconforta.

ꟷ ¿Listo? ꟷ pregunta mi padre con desgano.

ꟷ Sí, papá.

Tenía la teoría que trabajar bajo el sol y hacer lo que mi padre estaba acostumbrado hacer era pan comido, no fue así. Los primeros días fueron los más pesados para mí: dolor de cuerpo, de cabeza y sin ganas de volverme a levantar el día siguiente y así sucesivamente. Sin decir ni rezongar una palabra más, me echaba a los brazos los bultos de cemento soportando el dolor y gran parte del peso. Pasaron meses, pero al cabo de un año me adapte a la fuerte carga de todo este trabajo pesado.

Entonces, hice dinero y muchos más amigos. Cambié de escuela y pude pagar incluso mis estudios conforme iba el paso del tiempo y cuando papá decidió subirme de puesto yo pude subir de nivel al mismo tiempo. Vladimir y yo no perdimos contacto en ningún momento, y logramos entrar en la misma preparatoria. Comencé a ir al gimnasio diario después de la escuela y ya solo trabajaba supervisando la obra sin derramar una sola gota en mi frente. Estaba en el paraíso, otra vez.

Papá, en cambio, aminoro su mal carácter contra mí y fue así como nuestra relación se fortaleció. Siguió acompañándome a mis concursos extracurriculares de la escuela y cada noche antes de dormir tomábamos una fría y exquisita cerveza acompañada de unas sensuales revistas, escondidos dentro del garaje.

Al principio en la preparatoria, era muy tímido y sólo conversaba con Vladimir de entrada por salida, pero empecé a hacer ejercicio y en el momento que se vieron los frutos en mi cuerpo , zas, las chicas llegaron solitas a mis pies. Me hice de más amigas y conocí una que otra con la misma facilidad con la que Erika se solía relacionar. Amaba esta vida, porque mi físico era lo mejor que podía tener. Con él conseguía todo lo que quisiera: amigos, sexo, nombre, respeto, valor. Me pareció descubrir que la mayoría de las chicas se dejan llevar por la primera impresión.

Pero no sabía que con mi padre si tendría que enfrentar lo que más podía odiar de las personas. Fue ahí donde endurecí más mi corazón...

ꟷ No es que vaya a ser virgen a los cuarenta ni nada de eso ꟷ me aseguró mi compañero de trabajo mientras bebíamos del grifoꟷ. Simplemente soy de los hombres que les gusta esperar por la mujer perfecta en el momento perfecto.

Siempre he creído que es aburrido este tipo de personas, que era preferible incluso hacer lo que quisieras porque al fin y al cabo la vida es para disfrutarla. Mi compañero de trabajo pertenecía al grupo de personas que creían en las cosas de Dios y esas mierdas locas y obstinadas, y a menudo comentaba palabras de la biblia que no tenía sentido en este mundo lleno de terror y maldad.

Amar merece la pena [TRILOGÍA #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora