El primer día

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Rogelio.

No ha llegado. Es su primer día de trabajo y no se ha dignado en aparecer, no me sorprende, esperaba que fuera impuntual. Subo en el elevador, la estuve esperando un momento en recepción, quería darle la bienvenida, tal vez le daría una vuelta por la empresa, para que no se perdiera por los pasillos el primer día. Pero no había llegado, sorprendente. Vicky, era la niña impuntual que imagine.

-¡Buenos días!- apenas se estaban abriendo las puertas del elevador y un ensordecedor sonido me deja un poco asustado. Me sorprendo al encontrarme a Vicky en el lugar de la secretaria general, ese será su lugar, no quiero que vague en mi oficina por ahora.

- ¿Qué hace?

- Quería sorprenderlo y para eso, le traje un café, aunque tal vez este un poco frio, tardo mucho en llegar.- me dedico una pequeña sonrisa, ella parecía saberlo, al parecer conocía mis planes y se me adelanto. ¿Eso es posible? No podía creerlo, pero por la sonrisa de autosuficiencia que tenía, eso parecía.

- ¿A qué hora llego?

- Llegue a la misma hora que el intendente, me trajo aquí por las escaleras, porque aún no encendían las luces, estuvimos platicando un rato y me mostro todo el edificio, no quería parecer una novata con poca inteligencia- dio media vuelta para dirigirse a su lugar. Tenía que cortar la cabeza de Aarón por repetir mis palabras. Tenía que darle un punto a Vicky, se estaba esforzando y comenzó con el pie derecho.

- ¿Algo que tenga que informarme?- deje el café que me dio en su escritorio, ella lo miro y levanto una ceja, no me importaba ofenderla al rechazar su café.

- No, ya tengo una nueva agenda y no tengo apuntado nada para esta primera hora de trabajo. Pero en dos horas, tendrá una llamada del señor Angus.

- Entonces, estaré en mi oficina.- bajo la mirada, para enfocarse en la computadora. La mire, ahora si venia como la profesional que es. Un vestido blanco con un saco negro, su cabello rubio recogido en un complicado peinado, trae poco maquillaje, pero suficiente para verse sofisticada. Tomaba de su café, embarrando su labial en la taza. Tomo mi café y lo tiro a la basura, esa era su venganza por haberlo rechazado. ¿Quién era esta mujer? No lograba descifrarla.

- Una cosa más, Señor.- me detuve antes de caminar a mi oficina. - Hoy es el cumpleaños de su madre.- resople, realmente no lo había recordado.

- Llame a una florería y que le lleven cualquier tipo de flores, que la nota diga "Felicidades, tu hijo, Rogelio"

- ¿Solo eso?

- Si, solo eso.- camine de nuevo.

- ¿Quiere que agende una cena con ella o una visita esta noche?

- No, no pienso ver a mi madre este día.

- ¿Agendo alguna llamada?

- No, Señorita Vicky, esto es todo lo que haré por su cumpleaños.- realmente parecía sorprendida y hasta ofendida, pero de nuevo la ignore.

Por fin, logre llegar a mi oficina. En las notas que le dejo mi antigua secretaria, no escribió alguna que dijera que no se habla de mi familia. No la culpaba, pero ahora aprendería que no se habla de ese tema.

Encendí mi computadora y comencé a diseñar el nuevo slogan de la marca. Estuve mucho tiempo enfocado en eso, llamando a mis diseñadores y poniéndome de acuerdo con ellos, que no me había percatado, que Vicky no estaba en su lugar de trabajo. ¿En dónde rayos se metió?

Intente llamarla al teléfono que estaba seguro que le habían dado para poder localizarla, pero la muy olvidadiza lo había olvidado en su escritorio. No me gusta la gente que no hace las cosas según lo acordado. Camine de un lado hacia el otro, esperando que ella apareciera. Pasaron al menos veinte minutos y no llegaba.

Quédate Conmigo #4. Dame una oportunidad. (Completa) Wattys 2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora