Capítulo 26 ▶ Hola ahí, beso número tres

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En serio había elegido el peor lugar para besar a Nick

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En serio había elegido el peor lugar para besar a Nick. Era el peor lugar porque las expresiones de asombro y cuchicheos del resto de los estudiantes no demoraron en dejarse oír, lo que provocó que fuera consciente de lo que hacía y entonces me apartara, regresando de golpe a la Tierra.

Sentí mi rostro hirviendo, seguro estaba colorada. Me atreví a ver a Nick a la cara, él tenía los ojos muy abiertos y sus labios formaban un pequeño círculo.

Todo era... incomodidad.

¡Diablos! Por eso estaba tan feliz teniendo solo una amistad sin líos románticos. No quería que las cosas se sintieran incómodas entre nosotros y ahora... ahora...

¡Agh!

Fruncí el ceño y bajé la mirada, tremendamente abochornada. ¿Qué se suponía que le diría después de haberlo besado?

—La chica tiene agallas.

Miré en dirección a la voz, Neill Lancaster contemplaba a Nick. El conocido rey del instituto esbozó una pequeña mueca a su medio hermano, que no logré descifrar, y luego enmascaró su rostro con una expresión de fastidio, dio media vuelta y se marchó con las manos en los bolsillos. Entonces me percaté de la presencia de Taylor, cuyo rostro estaba tan rojo como probablemente estaba el mío, y nos miraba a Nick y a mí como si deseara encajar sus Jimmy Choo en nuestros cráneos de forma repetida hasta matarnos.

Bravo. Todo un espectáculo.

Excelente forma de confesar tus sentimientos delante de todo el mundo, Saskia, faltó que se transmitiera en vivo por televisión nacional, pero excelente. Me pateé mentalmente.

Llevé mi mano derecha a mi frente, pensando en las probabilidades de volverme invisible o de conseguir un borrador de memorias como el de los hombres de negro, cuando mi mano izquierda fue envuelta por la de alguien más. Evidentemente, la de Nick.

Lo miré con algo de recelo, él entrelazó sus dedos con los míos y, muy despacio, me sonrió.

—Lo entiendo —dijo, no parecía darse cuenta de las miradas asesinas de su exnovia ni de los indiscretos cuchicheos del resto de la gente, sus ojos grises solo estaban concentrados en mí.

—¿Qué...? ¿Qué entiendes? —tartamudeé.

En la escala del púdrete al bésame, compañera... Por fin me has dado una respuesta.

Nick se mordió el labio inferior y me sonrió.

De repente todo lo que me estresaba dos segundos atrás dejó de preocuparme y noté como si un soplo fresco se enroscara a mi alrededor, refrescando mi piel y reavivando mi confianza. Le sonreí de regreso.

Las comisuras de los labios de Nick tiraron otro poquito hacia arriba, y entonces fue él quien se inclinó, acercándose a mí, y presionó un beso en mi frente que me hizo sentir un poco torpe, pero tenía que admitirlo, también hizo que algo se sacudiera en mi estómago y agitara mi corazón.

Contra dragones y quimerasKde žijí příběhy. Začni objevovat