Capítulo 38 ▶ Adiós, Hawking High

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Contemplaba con fijeza la forma en la que Gwen manejaba la brocha para esmaltar mis uñas con una aguda destreza

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Contemplaba con fijeza la forma en la que Gwen manejaba la brocha para esmaltar mis uñas con una aguda destreza. A mí nunca me salían perfectas al primer intento, pero con mi amiga haciendo mi manicura no tendría ese problema.

—¿Entonces qué hiciste el domingo? —me preguntó sin apartar la mirada de su trabajo.

—Fui a comer con Kendall y tuve una inesperada llamada telefónica con su madre y su hermana.

—Tu abuela y tu tía... —me corrigió.

—Pues sí... eso.

—¿Y qué tal son?

—Suenan como personas agradables —admití—. Fue lindo escuchar sus voces y conversar. Un poco incómodo, dadas las circunstancias, pero lindo a final de cuentas. Hablamos en su mayoría sobre el vestido.

—Ah, ese precioso vestido... —Gwen soltó un suspiro soñador—. Me encanta, es demasiado bello.

—Lo es. —Suspiré también y sonreí—. En fin, también me tocó hacer de niñera con los Stafford por la tarde. Estuve con Morc y Tray desde las seis hasta que llegaron sus padres, cerca de las once. Morc se la pasó hablando de un libro de dinosaurios que le regaló su papá y Tray embobada en la tele viendo sus dibujos animados.

—Lo normal —acertó a decir Gwen, que había escuchado suficientes historias de mis vecinos como para conocerlos tanto como yo.

—Sip. —Solté un suspiro suave—. Me agradan los niños Stafford.

Ella siguió trabajando en mis uñas.

—¿Y no viste a Nick? —preguntó más tarde, porque le costaba mantener el silencio.

Por vergonzoso que fuera admitirlo, extrañé ver a Nick. Por Dios, ¡solo había sido poco más de un día! Pero es que desde el viaje él y yo estábamos más unidos que nunca, así que era raro no verlo en lo que se sentía como mucho tiempo. Y también era un poco atemorizante, porque después del verano viviríamos en diferentes ciudades. No era algo que pudiéramos evitar ni echar al olvido.

Esbocé una mueca involuntaria y negué con la cabeza aunque Gwen tenía la vista fija en mis uñas.

—Nick salió de paseo con su familia —dije sin dar muchas explicaciones—, cuando regresó era muy tarde. Pero hablamos por teléfono antes de dormir como por una hora.

Y Nick me contó que, para su sorpresa, había pasado un día que calificó como estupenvilloso en compañía de Emilia y Neill, en el parque de diversiones. Y mencionó que Neill parecía contento también, por raro que eso fuera.

—Cursis... —se burló Gwen con una sonrisita.

—Lo dice la que se la pasa enviándole mensajes de texto a Frank a todas horas...

Gwen puso los ojos en blanco con una sonrisa traviesa en sus labios, pero no dijo nada. Luego, mientras terminaba de esmaltar la uña de mi meñique de un tono rosa pastel, la sonrisa se desvaneció y la sombra del desánimo se cernió como un velo sobre ella.

Contra dragones y quimerasOnde histórias criam vida. Descubra agora