Me pierdes en cada mirada ciega, en cada grito sin sonido, en cada muralla que elevas. Me pierdes como en la guerra se pierde la esperanza, como en las bodas se pierden los suspiros, como en el cementerio se pierden los amores. Me pierdes cada día a un paso apresurado en donde no se me permite sentir que soy egoísta. Y cuando eso pase, cuando en mi pecho tu posible dolor ya no duela, me habrás perdido para siempre y dirás que soy egoísta, pero ya no podré oírlo, mucho menos sentirlo.
Tu amor duele como nunca algo ha dolido... mamá.
