50 cosas que todos hemos sentido

Mi muerte #28: El vacío que dejaste, Charlie.

Mi muerte #28: 

El vacío que dejaste. Charlie.

El vacío que dejaste. Charlie.

Hoy tuve que llorarte.

Había intentado ser fuerte, mantenerte en mi mente siempre presente, pero advirtiendo a mi corazón de no perder la razón al recordarte.

No debería extrañarte.

Porque no se suponía que te fueras, llevándote con tus latidos un pedazo de mi vida, y permitiendo entonces que cruzara las líneas de la demencia.

Desearía que volvieras a mi lado.

No encuentro como perdonar y dejar ir el odio y resentimiento que en mi pecho tengo atorado. No cuando teníamos planes, cuando te necesitaba a mi lado durante muchos más años ¿Cómo se supone que olvide que ya no me estás esperando?

Me duele haberte perdido.

Me quedaron tus pecheras, las correas y la herida que se asimila a la de un cuchillo. Porque no sé si habría dolido menos no sostenerte, pero de no haber estado a tu lado en ese último momento, jamás me lo habría perdonado.

Lamento no haberte salvado.

Si hubiera sido más rápida, si hubiera estado en mis manos, hoy estarías a mi lado. Si se me hubiera permitido cerrar un trato con la muerte, lo habría hecho sin tener alguna duda, porque el vacío que dejaste se asemeja a la espesa bruma. La niebla no me permite encontrar el camino que me lleve a tu lado.

Me dijeron que un día ibas a morir.

No pude evitar enfadarme porque lo sabía, pero nadie adopta un perrito con la idea de que morirá algún día. No se supone que te fueras tan rápido, no se supone que tu corazón se detuviera y que la muerte tu patita sostuviera.

Te extraño más de lo que piensan.

Y debo dejar de llorarte, suponer que todo pasa por algo, aun cuando por dentro tu recuerdo me haga estragos. Cuatro años no fueron suficientes y para la huella que dejaste, estarás presente en mi mente hasta que la misma, un día, empiece a fallarme.

Mientras tanto, trato de no ahogarme con el vacío que dejaste, por lo menos hasta que encuentre el camino que ese día, sin esperarme, tomaste