FairyTail (II)

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La tribu del Rayo interrumpió estrepitosamente en el Gremio, dando un portazo en extremo sonoro, consiguiendo así que varias miradas curiosas se detuvieran a observarles con el ceño fruncido. El equipo había acordado no desvelar nada de lo que acababan de ver a sus compañeros de Gremio hasta que Laxus hablara con el Maestro. Laxus apretaba el colgante recién encontrado de Gray en el interior de su mano izquierda, como una evidencia clara de que la desaparición que acababan de presenciar era la de Natsu y Gray.

El nerviosismo y malestar del grupo recién llegado era obvio para quién se parase a observarles. Se desplazaban por la sala con movimientos torpes. Un aura triste les rodeaba mientras miraban a todos lados sin fijar la vista en ningún sitio. En cuanto se sentaron en la mesa del fondo comenzaron una conversación silenciosa. Las palabras se desvanecían entre el ajetreo que se vivía en la sala.

Mira, como buena acosadora que era (no una del tres al cuarto como Juvia), en el momento en el que su amor secreto entró en la sala, lo supo. Algo había ido muy mal. Nunca había visto a Laxus en tan pésimo estado de ánimo, ni siquiera cuando lo habían expulsado del Gremio. Sus movimientos eran tensos y cansados, no llevaba ese típico porte arrogante suyo. Mira, con un suspiro derrotado rápidamente sustituido por una sonrisa tan dulce como falsa, siguió con su tarea limpiando jarras detrás de la barra mientras pensaba en que podré haber ocasionado el estado de ánimo del equipo.

Laxus se sentó con sus compañeros de equipo. Trataba, sin mucho éxito, transmitir la mayor normalidad posible. Observó como cada uno de sus compañeros tampoco eran capaces de mantener durante mucho más tiempo el secreto. Esperaban la llegada de su abuelo en la sala pero no aparecía. Su única opción era preguntar a Mirajane. Sabía lo que pasaría en cuanto se acercase para preguntar y no deseaba hacerlo.

No quería que su dulce e inocente Mirajane se preocupase antes de tiempo. Sonrió con cariño para sí mismo. En el fondo sabía que ella no tenía ni un pelo de dulce ni de inocente. Esa era una de las varias razones por las cuales le encantaba. Laxus era consciente de que en cuanto se acercase para hablar con ella de inmediato se daría cuenta de que algo malo pasaba y solo era cuestión de tiempo que se lo sonsacara. Demonios, era muy perspicaz. Maldijo para sí mismo. Se dirigió hacia la barra con lo que él creía que era un paso desinteresado pero orgulloso. No debió salir tan bien como esperaba, ya que una ligera mueca apareció en la cara de Mira, que rápidamente sustituyó por un gesto dulce, de esos suyos de portada de revista.

Según Laxus se iba acercando notó el nerviosismo y la incomodidad de este. Mirajane fijó su mirada preocupada sobre el tenso Laxus, decidida a saber lo que pasaba. Trató de hacerse la despistada y sonreír con pura inocencia.

- ¿Qué te puedo ofrecer, Laxus?- dijo alegremente sin ningún rastro de preocupación en su voz, aunque Laxus sabía que ella internamente estaba analizando su comportamiento al milímetro. Tendré que ir con pies de plomo, se recomendó a sí mismo.- ¿Quieres lo mismo de siempre? ¿Qué tal fue vuestra misión de búsqueda?- continuó Mira con una sonrisa.

- No, no venía por eso Mira. Durante nuestra misión no encontramos nada, es una suerte que Gildast encontrara a Lucy.- Dijo con un tono desinteresado. Técnicamente no encontramos nada durante nuestra misión, sino de vuelta al Gremio, así que técnicamente, no había mentido a Mira ¿verdad? Pensó Laxus.- ¿Sabes por casualidad donde está el viejo? Quería hablar con él.- declaró Laxus en un tono de voz cansado, poco común en él.

- Creo que está con Gildast en su despacho.- Le informó Mira observándole detenidamente, definitivamente algo va mal con Laxus. Si tiene necesidad de hablar con el Maestro es porque algo grave ha pasado. Razonó Mirajane internamente mientras observaba como Laxus salía de la sala.

Laxus ladeó la cabeza con asentimiento mientras se dirigía lentamente al despacho del maestro, esquivando las mesas y los distintos objetos voladores que circulaban a través del Gremio. Justo antes de salir de la sala, Mira lo vio, en la mano izquierda de Laxus. En cuanto lo reconoció, la jarra que estaba limpiando cayó al suelo estrepitosamente. La cruz de Gray. Lo que llevaba en la mano izquierda era la cruz de Gray.

En cuanto Laxus llego a la oficina se encontró con la cara desencajada de Macarov y en frente, a un Gildast en un profundo estado melancólico. Un silencio triste inundaba la habitación. Si a Laxus le afectó cómo se encontraban los dos grandes magos, no lo demostró. Con paso decidido entró en la habitación y dejó encima de la mesa el colgante que pertenecía a Gray y procedió a relatar lo ocurrido en el bosque minutos atrás.

Este capítulo es un poco más largo que los anteriores, espero que os guste, no dudéis en seguir comentando y si queréis alguna aparición de cualquier otra pareja, mencionadlo.

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