VOLVIENDO A LA REALIDAD

32 2 0
                                    

CAPÍTULO CUATRO

Aquél sonido que escuchamos, era el celular de Tae sonando. Sacó su celular del bolsillo, miró por un momento la pantalla y contestó.

-Hola... sí... ¿ahora?... está bien... adiós- Dijo, mientras tenía una mirada triste hacia el césped... Me miró y comprendí.

-Tiene que marcharse- Pensé, mientras ponía una cara triste y hacía un intento de puchero.
Tenía miedo de que dijera eso, pero era obvio que lo haría. Ya había anochecido y yo por mi parte, tenía que volver a casa... pero... realmente no quiero que se marche, tal vez no lo vuelva a ver jamás.

-Perdona, pero tengo que irme- Dijo mirándome, mientras se levantaba del césped.
Estaba triste, lo sabía por la forma en que me miraba, sus cejas ligeramente fruncidas.

No sabía qué hacer o qué decir, no quería que todo esto terminase así, tenía que hacer algo... ¡Pensar en algo rápido!, pero... ¿Qué?.

-¿Quieres salir conmigo este Martes?- Dijo, sacándome de mis pensamientos y haciendo que me colocara nerviosa.
¿Escuché bien?, ¿Salir con él?... Comenzaron a sudarme las manos, él me miró esperando una respuesta y claro que se la daría.

-¡Claro!- Dije, acercándome a él con pequeños saltos.

-¡Genial!, ¿Qué te parece a las 5:00?, debajo del árbol de hace rato- Dijo, mientras sonreía.

-Está bien- Dije, mientras hacía el gesto de "¡Dame cinco!". Él correspondió.
-Bueno, creo que es hora de irme... Tomaré el autobús- Dije, mientras comenzaba a caminar hacia la salida del parque.

-Claro, te acompaño. No es bueno que una chica camine sola a éstas horas y menos con tantos hombres lobo sueltos- Dijo. Entonces tomó mi mano para ir más rápido.

-Que gracioso, con esa camiseta rota y las mujeres serpientes que hay rondando a éstas horas... Quién sabe, tal vez sea más peligroso para ti que para mí- Reí por la expresión que tuvo Tae después de lo que dije, esa expresión de miedo. Fue gracioso.

-Entonces hay que apurarnos sino queremos ser devorados ésta noche- Dijo. Los dos comenzamos a reír hasta que llegamos a la parada, era hora de decir adiós.

Subí al camión, y antes de que éste avanzara, asomé mi cabeza por la ventana donde se encontraba Tae.

-Hasta el Martes, mi caballero Tae- Dije, haciendo un ademán con mi mano, mientras que Tae sonreía.

-Nos vemos, bella dama... umm...- Me miró, esperando a que le dijera mi nombre.
No se lo había dicho en todo el día, asi que ya era hora.

-Mi nombre es Meii- Hablé fuerte, pero el sonido del motor era más fuerte y el camión comenzó avanzar.

-¿¡Qué!?, ¡No te escucho!- Gritó Tae, mientras me miraba.

-¡Mi nombre es Meii!- Grité nuevamente, pero al parecer no me escuchó.
Ya era tarde, el camión avanzó más rápido y no podíamos hacer nada... Bueno, lo miraría el Martes, así que está bien.

-------_-------_------_------_-------_-------_------

Pasado un rato, llegué a mi parada. Bajé del autobús y me dirigí a mi casa.
Caminaba con una sonrisa de oreja a oreja y dando pequeños saltos cual niña pequeña que recibía su golosina. Recordaba lo sucedido el día hoy y sobretodo aquél chico de cabello castaño, sonrisa cuadrada e increíble, sus ojos, su mirada que me hacía sentir débil y sobretodo, aquella voz que merecía ser digna de un ángel. Sí, aquél chico era un ángel caído del cielo... Y yo a su lado, era peor que una mierda.

Mi sonrisa se desvaneció cuando a lo lejos miré mi casa, aquella en donde mis pesadillas siempre rondaban por los pasillos... donde me perdía a mí misma en una profunda oscuridad, donde las peleas entre aquellas personas que se hacen llamar mi familia, nunca cesaban y eran cada vez más frecuentes y atroces. Éste es mi hogar.

Mientras buscaba la llave para poder abrir la puerta, del otro lado se escuchaba una catástrofe, gritos, cosas rompiéndose.
Era tarde y lo más probable era que me retarán... y sino estaban tan molestos, sólo unos cuantos golpes.
Era hora de ponerse la máscara... una en donde escondo mi verdadero yo, mientras que muestro aquél lado que tanto desprecio de mí misma.

Abrí la puerta y entré a la casa. De pronto, un silencio la invadió... Ellos venían por mí y tenía que hacer lo mismo de siempre... Nada y sólo sufrir las consecuencias.
Miré a mi hermano caminando directamente hacia mí, está muy molesto, tanto que no le importó nada y me sujetó del cabello, me arrastró hacia la sala, para que al final me aventara al suelo frente a ellos. Ahí estaba toda la familia reunida, mis padres y mis dos hermanos.
No todo el día de hoy sería de color de rosa y odio el color rosa.
La pesadilla recién comenzaba...

LA CASA DEL AHORCADO (KTH)  Where stories live. Discover now