COMPRAS

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CAPÍTULO 6

El sonido de una alarma arruinó mi concentración, miré por la ventana y aún era de tarde, estaba tan concentrada en terminar el ensayo que no me percaté de la hora. Apagué aquel aparato, ordene las cosas y tomé mis audífonos al igual que mi MP3 para distraerme un rato.

-¡Meii!- Mi madre gritaba desde el piso de abajo. -¡Necesito algunas cosas del mercado!.- Esta vez lo dijo un tanto molesta.

Suspiré. -¡Está bien!, ¡Ahora bajo!- Ahora era yo la que estaba gritando.

Salí de mi habitación para encontrarme de cara con mi hermano, me miraba molesto, aún no se la razón por la cual está así conmigo. Lo que no esperaba, fue lo que hizo cuando pasó de mí.

-Espera... Yo te llevaré.- Me dio una palmadita en la espalda, pero aún así no cambió su semblante de molestia.
-Tengo que comprar unas cosas.- Se dirigió a su habitación.

-Está bien, esperaré abajo.- Mi hermano me contestó con un ademán con su mano.

Bajé al primer piso, mi madre estaba sentada frente al televisor, mientras que mi hermana salía de la casa.

-Meii, necesito que compres estas cosas por mí.- Me entregó una lista y un monedero. -Mañana es un día importante, así que quiero que te encargues de la comida. Y por lo tanto, mañana no irás a tus prácticas de arco.- La señora de la casa estaba más que feliz. Yo por mi parte, quería que me tragara la tierra.

-Está bien, mamá- Fingi estar feliz y tratar de hacer la mejor sonrisa falsa. -Pero... ¿Qué celebramos mañana?- Me miró asombrada.
Muy rara vez pregunto por los eventos de mamá, pero éste día tenía que preguntarle algo, así sumaría puntos con ella.

Sonrío. -Mañana celebraremos el nuevo contrato que hemos realizado con una empresa muy conocida, lo cual nos traerá más dinero y nos distinguirá de aquellas personas.- Su gran sonrisa reflejaba sus verdaderas intenciones, desde hace meses quería quitarle sus hogares a aquellas personas que viven en zonas de refugio.

-Pero mamá, ya tenemos suficiente dinero. Vivimos en esta "Mansión", tenemos terrenos, casas, autos. ¿Qué más necesitas?- Me miró molesta.
Maldición, yo y mis estúpidas preguntas.

-¡Esto no es nada, niña tonta!, ¡Necesitamos más!, ¡Así que cierra la boca y ve al mercado a traer lo de la lista!- Mi madre comenzó a gritar de nuevo... Maldición, odio cuando grita. Y sé que cuando lo hace, es mejor quedarse callado si quieres evitar más problemas.

-Bien, pero tengo que esperar a Ernest. Señalé a mi hermano, el cuál ya había bajado las escaleras. ¿Tengo que traer todo?... Y sino encuentro algo de la lista, ¿Qué hago?-Mi madre me ignoró completamente, así que seguí a mi hermano hacia la puerta de la casa.

Cuando salimos de la casa, nos dirigimos hacia la cochera. Miré a mi hermano salir de ésta montado en su Bugatti plateado, hizo sonar la bocina y me apresure en subir al asiento del copiloto.

Al cabo de un rato llegamos al supermercado, mi hermano me ordenó que bajara en la entrada mientras que él buscaba un lugar en dónde dejar el auto, hice lo que me ordenó y bajé del auto mientras miraba como se marchaba.

Entré al supermercado y mi primera impresión fue de asombro y un poco de miedo al mirar centenares de personas gritándo y anunciando sus productos, al igual que señoras discutiendo por quién se llevaría los vegetales. Todo esto parecía una batalla por quién se llevaría las mejores cosas y algunos productos de bajo precio.

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Después de media hora luchando por los ingredientes, por fin pude salir de ese campo de batalla. Las personas a mi alrededor me miraban con inquietud debido a mi desordenado cabello, producto de los tirones que las amas de casa provocaron en mí. Agotada y frustrada esperé en la entrada a mi hermano, pasaron horas y horas de espera sin rastro de él. Por desgracia no traje conmigo mi celular y la casa está a una hora caminando desde aquí.
Con los ánimos hasta el suelo decidí caminar y mientras hacía esto, malas palabras salían de mi boca en forma de susurros.

LA CASA DEL AHORCADO (KTH)  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora