Parte 1: Inocencia

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Alec despertó dándose cuenta de que se encontraba en una celda, una parte de el se extraño de no despertar en su habitación del castillo pero rápidamente ese pensamiento fue olvidado al verse inmovilizado de las manos dándose cuenta de que aun vestía con la ropa de caza así que no pudo evitar sentir miedo al saberse inmovilizado ya que el estaba mas que consciente de que probablemente Sebastián lo torturaría por dejar escapar a los niños pero aunque sentía miedo de saber su destino no se arrepentía de la decisión que tomo y estaba seguro de que volvería a enfrentarse al rubio una y mil veces con tal de salvar a esos niños pero sus pensamientos fueron dejados de lado al escuchar pasos y como la celda fue abierta el ojiazul miro al rubio que sin duda se encontraba mas que molesto

─veo que por fin te dignas a despertarte Alexander─

El ojiazul miro al rubio asustándose al verlo con lo que parecía ser un látigo

─así que tienes curiosidad por saber, esto que ves es un látigo hecho de metal demoniaco─

El rubio observo al pelinegro que mantenía la mirada en el suelo sin verlo a los ojos, Alec, aunque no lo admitiera tenía miedo porque sabía perfectamente lo doloroso que podía ser una pequeña herida con metal demoniaco así que al escuchar la voz mucho más enfadada del ojinegro levanto la vista temerosamente

─tus sabias perfectamente cual era el precio de desobedecerme Alexander y aun así te atreviste a retarme frente a esos niños dime ¿porque lo hiciste? ─

─tu lo has dicho son solo niños y no podía permitir que murieran en esta guerra sin sentido como lo hizo Max ─

Algo desconocido brillo en los ojos negros del rubio pero el ojiazul no tuvo tiempo de identificarlo

─ellos no me sirven, además no tengo tiempo para ser niñera de esos mocosos, pero tu recibirás el castigo de tu querida hermana así que presta atención ─

─contaras los latigazos hasta llegar a 30 y si paras volveremos a iniciar hasta que termines de contarlos─

El rubio le había quitado la camisa y sin previo aviso el primer latigazo casi lo tira al suelo, pero el ojiazul logro detener su caída con las manos atadas

─agh...uno─

El segundo impacto fue mas doloroso que el primero, pero aun así continúo contando los azotes

─D... Dieciséis ─

─AHH─

Incapaz de seguir contando cayo al suelo ya que se sentía que no podía seguirse sosteniendo con las manos eso sumado al dolor lacerante que le hacía llorar, pero el rubio no se inmuto por eso y mirándolo indiferentemente le hablo

─volveremos a iniciar─ tras aquellas palabras Alec intento reincorporarse, pero el nuevo azote lo tiro al suelo de aquella celda

─u...uno─

Mientras los azotes eran proporcionados el pelinegro continúo contando con la voz quebrada de dolor gritando cada vez que el látigo azotaba su cuerpo ya que el rubio volvía a golpearlo lacerando la espalda del ojiazul

─ve...ve...in...t... e─

Los azotes continuaban sin piedad aun cuando sentía la garganta arder por sus propios gritos al verse incapaz de seguir contando, pero el rubio volvía a reiniciar la cuenta de los azotes

─o..o...ch...o─

─esto pudo evitarse, pero tu deseabas contradecirme frente a todos, ¿no es así Alexander ?,por eso aquí tienes las consecuencias de tu rebeldía ─

Alma Corrompida  parte 2 : FrágilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora