capitulo 17

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—Emily —dijo él con suavidad—, no te mates la cabeza, entre los dos no pasará nada que no quieras —me mira a los ojos y me da una sonrisa.

¡Por el amor de Dios deja de sonreír! Esas sonrisas son las que me hacen querer abalanzarme sobre ti.

—Es que... no sé lo que quiero que pase —dije sin quitar la mirada.

Puedo escuchar como traga saliva y sus ojos ámbar se van oscureciendo un poco, me levanto quedando sentada sobre el sofá y él se voltea un poco quedando frente a mí, su mano suavemente toca mi mejilla y yo cierro los ojos ante lo caliente que se siente su toque, cuando los abro él poco a poco se va acercando a mí y yo como un imán también lo hago, sus labios están a centímetros de los míos y yo me muero por acortar esa distancia entre nosotros, sus labios rozan dulcemente los míos casi como pidiendo permiso pero no lo detengo ni me alejo, sus labios se unen con los míos y agarra mi cara con sus dos manos mientras su labios danzan suavemente con los míos, es lento, casi tímido y como si estuviera calculando cada movimiento que va a hacer con su lengua, yo coloco mis manos sobre sus hombros y lo atraigo más hacia mí y cuando nuestros pechos se unen él me suelta una mejilla y comienza a apoyarse sobre mi hasta que quedamos completamente acostados en el sofá, su cuerpo choca con el mío y nuestros labios ahora se mueven más rápido uno contra el otro, cuando sus labios bajan por mi cuello no puedo contener un gemido al sentir sus húmedos labios contra mi piel completamente caliente y por alguna extraña razón mi cuerpo pide más, sus manos ahora están debajo de mi camiseta acariciando mi abdomen mientras reparte besos por todo mi cuello, clavo mis uñas en su espalda y él vuelve a subir y a besarme con fuerza y más pasión, yo despeino por completo su cabello mientras que la desesperación por sentir más nos invade y cuando su miembro erecto acaricia mi parte intima a través de las telas de nuestra ropa yo vuelvo a gemir, su mano se posiciona sobre mi seno y comienza a acariciarlo sobre la tela haciéndome gemir nuevamente, de repente el lugar se siente caluroso, su lengua invade mi boca de nuevo y yo atraigo más su cuerpo al mío, su mano comienza a bajar de mi seno al borde de mi camisa y la sube lentamente, cuando mis senos están a punto de quedar al descubierto su teléfono comienza a sonar al igual que su localizador.

—mierda—dice casi susurrando mientras se levanta para contestar.

Yo me siento sobre el sofá completamente estática por lo que sucedió, no sé cómo sucedió pero solo sé que si no lo hubiera hecho estaría arrepentida en este momento, me levanto al ver que termina su llamada y me mira.

—Tengo que ir al hospital, un bus se accidentó y hay muchos heridos —dijo acercándose a mí y acariciando mis hombros.

No sé qué me pasa, tal vez mi cuerpo reacciona por si solo necesitado de mas pero me abalanzo sobre él y uno mis labios contra los suyos, él jala mi trasero y mis piernas se enrollan en sus caderas, coloca mi cuerpo contra la pared sin soltar mis labios y siento como su erección crece más en su pantalón pero se detiene de la nada.

—Emily yo... tengo que irme —dijo sin aire.

—Si, lo sé, lo siento no sé que me pasó—dije zafando mis piernas de sus caderas.

—¿Te parece si continuamos con esto cuando venga? —sugirió ahora con una sonrisa.

Yo solo asiento con la cabeza y veo como se dirige al baño sin mirar atrás, no puedo evitar sonreír como tonta al recordar todo y no quiero que se vaya, quiero seguir, pero mi celular comienza a sonar y veo que es un mensaje de Amelia invitándome a comer mañana, cuando le respondo el mensaje y guardo el teléfono ya John esta vestido y listo para salir.

—No vemos pronto —dijo dándome un suave beso a mi frente y antes de cerrar la puerta me guiña el ojo.

Estoy nerviosa, camino de un lado al otro por la sala pensando seriamente que decirle ¿Qué si me atrae John? ¡Claro que sí! ¿Qué si quiero estar con él? No lo sé, solo quería besarlo, quería saber que se sentía tocar esos labios pero ahora que lo he hecho tengo la cabeza echa un desastre, tengo miedo de que lo que pasó haga que las cosas entre los dos cambien, no quiero momentos incomodos entre nosotros y tampoco quiero resolver todos esos momentos de esa forma, decido no matarme más la cabeza y darme una ducha, cuando salgo miro el reloj y veo que son las doce de la noche ¿Cuánto tiempo he durado en el baño exactamente? me seco y me pongo una bata roja de tiras que marca de forma cómoda mis pechos para dormir junto con unas pantuflas de peluche, entro a mi cuarto y comienzo a aplicarme una mascarilla que según la mujer de la farmacia "curará las cicatrices rápidamente" es completamente negra y tengo que aplicarla por todo el rostro, cubro mi cabello con una toalla y me envuelvo en una sudadera de corredera, la puerta se abre de golpe y pego un brinco del susto, toda la casa está completamente oscura y solo mi habitación esta iluminada, apago el foco y abro la puerta silenciosamente con una sombrilla en la mano, veo en la sala la silueta de un hombre de espaldas concentrado en su teléfono y comienzo a acercarme a él lentamente, cuando estoy a punto de golpearlo con la sombrilla el hombre enciende la luz y estoy frente a frente con John, me mira con los ojos abiertos y los dos soltamos un fuerte grito, el mío suena mucho más agudo que el de él y rápidamente nos dimos vuelta.

—¡Oh por Dios! A la próxima toca antes de entrar, casi me matas de un susto —lo reprendí colocando mi mano sobre mi pecho tratando de calmar mi corazón.

—Lo siento es que... todo estaba oscuro y supuse que estabas dormida —dijo jadeando.

Me doy la vuelta para verlo y veo que aun esta en bata pero esta manchada casi toda de sangre.

—¿Qué fue lo que pasó? —le pregunté señalando la sangre.

—Fue un accidente horrible, habían muchos heridos entre esos niños —puedo notar como su voz se va apagando.

Camino hacia él y lo abrazo tratando de calmarlo.

—Sé que es difícil para ti pero eres una persona fuerte y te adaptarás a esto —le animé levantando la mirada para encontrarme con sus ojos que están un poco hinchados.

—¿Lo crees en serio? —preguntó acariciando mi cabeza.

—Claro que sí —dije bajando la mirada y apegándome más a él.

Y ahí esta otra vez, ese silencio incomodo entre los dos que me hace sentir cada vez más nerviosa e incómoda.

—Emily —me llamó con algo de diversión en su voz.

—Dime.

—Con esa mascarilla me asustaste, pensé que eras un espíritu —dijo aguantando la risa.

entrelazadosOù les histoires vivent. Découvrez maintenant