Capítulo XII: De peticiones y concesiones

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Capítulo XII: De peticiones y concesiones.

Dakota.


Lo primero que veo cuando entro en casa es a mamá con los ojos cerrados pareciendo muy concentrada. Está meditando. Ladeo mi cabeza hacia un lado observando un cambio muy notable: mi mamá tiene tres mechones de plumas en su cabello largo.

—Mamá se va a convertir en la mujer pájaro —Se ríe Rose detrás de mí antes de cerrar la puerta. Yo sonrío.

—Y luego nos obligará a nosotras.

Al crecer mamá nos hizo saber que cuando ella meditaba era su momento sagrado, sin embargo, a Rose eso nunca le ha importado. Así que ella da grandes pasos y se arrodilla detrás de mamá justo antes de darle un fuerte abrazo y gritar "mami". Mi mamá no se asusta, pero toma respiraciones profundas mientras lentamente abre sus ojos y observa a mi hermana.

—La meditación es sagrada —recuerda con esa tranquilidad característica en su voz.

—Y tus hijas también lo son —dice una voz detrás de mí.

Sonrío dándome la vuelta para encontrar a papá y rápidamente salto sobre él para abrazarlo como un bebé mono. Él gruñe y despeina mi cabello antes de abrazarme. Huele a cigarrillos, porque parece que papá nunca dejará de fumar, y al cuero de su chaqueta. Me hago hacia atrás y solo entonces noto que mi papá ha cortado su cabello. Él me sonríe.

—Aquí está la niña que adopté —Sonríe de lado y yo ruedo mis ojos saliendo de su abrazo, por supuesto que eso lo hace reír.

— ¡Papi! —Rose prácticamente me derriba mientras trepa en su totalidad hasta papá. Camino hasta mamá y beso su mejilla antes de abrazarla, ella me sonríe.

— ¿Cómo está la dulce flor? —me pregunta.

—Yo estoy bien —La veo recoger su alfombra y recostarla contra el sofá, vuelve a sonreírme.

—Eso es bueno. ¿Sabes cómo te sentirías mejor?

— ¿Durmiendo durante todo el tiempo libre que tengo para volver repotenciada a la universidad? —Pruebo, aunque conozco bien su respuesta.

— ¡Tonterías! Meditación y yoga, quizá ir conmigo a esta conferencia...

—Suena mejor dormir —Le sonrío y me gano que sacuda la cabeza.

Recojo mi mochila y arrastro mi maleta para subir las escaleras y llegar hasta mi habitación. Sonrío cuando el brazo tatuado de papá toma la maleta y me guiña uno de sus ojos azules que no tuvo la molestia de hacer heredar a sus hijas. Subimos las escaleras y caminamos hasta mi habitación. Me dejo caer sobre la cama y él se sienta a mi lado.

— ¿Qué tal el trabajo? —pregunto tomando su mano y sonriendo como siempre lo hago cuando veo el nombre de mi hermana y el mío en su muñeca.

—Agitado, hay un montón de ello.

Papá trabaja en una discografía, ayuda en el sonido y él sabe un montón sobre ello. De alguna manera cuando se dio cuenta o decidió que no sería un músico, él supo cómo lograr mantener la música en su vida. Algunos fines de semana suele dar clase de música a niños y adolescentes. Él ama su trabajo del mismo modo en el que mi mamá ama el suyo: dar conferencias sobre la conservación de la naturaleza y escribir un montón de artículos referente a ello.

Sé que si mi abuelo, en paz descanse, no hubiese muerto dejando la mitad de su seguro de vida a papá; y papá no hubiese tenido la excelente idea de invertir en su momento dinero en la compañía de uno de sus amigos, quizá el presupuesto en casa sería muy apretado; pero es, tal vez, eso lo que le ha permitido a mis padres ser permisivos con sus trabajos. Además, en el mundo hay un montón de personas que quieren preservar la naturaleza y que parecen admirar la perseverancia y la pasión de mamá por ello.

Contradicciones (#1 El Negocio)Where stories live. Discover now