Capítulo XXI: Honestidad.

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       Capítulo XXI: Honestidad.


Jagger.



Una vez más soy el primero en llegar a la cancha de tenis. Llevo el gorro tejido de Dakota, mi rehén, cubriendo mi cabello. Me siento esta vez justo debajo de la malla que divide la cancha. Hace diez minutos me fumé un cigarrillo y ahora termino de saborear mi caramelo de menta. Me planteo escribirle un mensaje a la señorita impuntual, pero la veo desde la distancia. Sonrío, algo que hago mucho últimamente.

Termina por llegar hasta mí, se detiene de pie frente a mí y me reclino hacia atrás, apoyándome en las palmas de mis manos, para observarla. Subo por sus piernas hasta llegar a sus ojos.

— ¿Qué haces en el suelo?

—Esperando por ti —respondo—. Únete.

Suspira como si hacerlo le fastidiara, pero me doy cuenta de que hay algo más. Está sonrojada y no de la manera en la que la lujuria consigue ese efecto y hay sudor en su frente. Se sienta de manera remilgada en una posición que parece muy incómoda, cuando enarco mi ceja en desconcierto, ríe – no suena cómo ella – antes de acercarse a mí y dejar caer su culo sobre mi regazo. Con su abdomen prácticamente pegado al mío y sus rodillas flexionadas a cada lado de mi cuerpo. Buena posición. Mantengo mi cuerpo reclinado observándola.

— ¿Qué sucede? —pregunto sin rodeos.

Y creo que mi tono le deja en claro que no estoy para bromas o rodeos, porque tras mordisquear su labio inferior ella comienza a hablar.

—Acabo de tener un encuentro desafortunado —inicia—. Venía para acá desde la hermandad de Rose.

En mi mente evoco la ruta y es un infierno de soledad – largo – mayormente poco transitada. Sí, esta historia no va a gustarme.

—Me di cuenta de que alguien me seguía, pero luego fui tomada y arrinconada en una pared —Me tenso, ella palidece—. Era Guido, él dijo cosas sobre que iba a probarme ya que Rose se veía tan bien, que ella una vez lo rechazó. Él se veía muy drogado.

Trato de controlar mis emociones y racional, me cuesta cada gramo de mi ser.

— ¿Cómo escapaste?

—Pateé sus pelotas. No iba a dejar que me tocara. Corrí hasta aquí lo más rápido que pude.

Por dentro soy toda ira, quiero ir por ese pendejo y golpearlo por arrinconar de esa manera a una persona y atacarla con pretensión sexual. Pero he aprendido a ser frío y calculador. Me doy unos pocos minutos para ordenar mi mente y temperamento

—Voy a hablar con él muy seriamente y lo vigilaré.

Mis palabras la toman por sorpresa, me ve con desconcierto y entiendo por qué lo hace.

»No me malinterpretes, quiero golpearlo, pero mi ira no puede guiar esto. Puede ser una pista importante. Él va a pagar, pero todo a su momento. Y ese golpe en las pelotas, apuesto a que lo está lamentando.

—Eso espero y tienes razón, de hecho no quería que explotaras porque necesitamos que todo sea pensado con frialdad —Hace una pausa—. Y me supe defender, ese idiota nunca más intentará poner sus manos sobre mí.

Eso espero o de verdad, Guido podría conocer una parte de mí que trato de no mostrar en esta universidad.

—Muy bien hecho, Dulce. Es agradable saber que sabes cómo defenderte, pero hay que tener cuidado ¿De acuerdo? Y no, no es porque seas mujer. Simplemente cuando se ve un lugar solo por lo general uno lo evita. Es triste, pero son medidas que se deben tomar en este momento.

Contradicciones (#1 El Negocio)Where stories live. Discover now