3. Ayuda

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Niñossss!! Algo mega emocionante va a pasar en este capítulo. No te lo piedas y lean con mucha atención los detalles que va a servirles para más adelante

Ojalá les guste

Kattih

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Y los pasos cada vez más cerca. Un guardia se acercó a la escena y al ver a una presa intentando levantarse frenó de golpe. Mirándola no hizo ningún amague para ofrecerle ayuda. Pensaba que ninguna presa debía existir y mucho mejor para él si esa se moría por ser tan torpe y tonta. La castaña tenía cortadas superficiales por las piernas y los brazos. Era inútil intentar levantarse. El impacto que provocó la caída tan alta, la había dejado sin fuerzas. Su respiración era entre cortada y se le dificultaba hacer bocanadas de aire para mandarlo a su cerebro y cuerpo. Con cada pequeña inhalación sentía un dolor agudo en las costillas. 

El guardia se había ido buscando algún superior a quien contar dicho bochorno. Una mujer de pelo negro como la oscuridad, con un traje totalmente blanco pasaba por el salón. Al ver a una pobre presa tira allí con varios cortes rodeada de cristales, detuvo su caminata en seguida.

-¿Qué te pasó, presa?- le pregunto yendo hacía ella. "Es una pregunta muy obvia" se recriminó la mujer a si misma- Por suerte no se rompió el de la otra habitación. Déjame ayudarte, por favor.

Luana la miro agradecida por su ayuda. Pero todo se veía borroso para ella y una segunda figura apareció antes que la oscuridad la cubriera. Recuperando la consciencia trato de moverse, no pudo. Las órdenes que su cerebro mandaba a los nervios de cuerpo no eran recibidas. La desesperación aumentaban a medida que pasaban los segundos eternos para ella. 

-La podemos dejar en mi cubo, mamá- escucho una voz profunda. 

-Entiendo, cariño. Pero a tu padre no va a gustarle- le contestó una voz más dulce. 

-No importa. Déjala en mi cama.

Y sintió como la dejaban con suavidad en un colchón blando. Unas delicadas manos le dieron una caricia antes de retirarse por completo. Una brisa fría rozó su cara y se escuchó como cerraban la puerta con delicadeza. 

Luana abrió los ojos parpadeando varias veces hasta acostumbrarse a la poca luz del cubo. La sombra se acercó al único rayo de luz que había ahí adentro y descubrió que era su instructor. Elian. La chica se le quedó mirando con curiosidad y confusión. Él había sido tan cruel que la ayudará le parecía raro. El puro preparaba vendas remojadas en alcohol para los pequeños cortes de Luana. Al girarse sus ojos verdes se toparon con los marrones de la chica. 

-Hola, presa- la saludo con una sonrisa. Algo muy raro en él. Acerco las vendas y las apoyo en los raspones. Una mueca de dolor se le formó en el rostro lastimado de la chica -. Es por tu bien. No queremos que se te infecten y mueras- más que tranquilizarla provocó un pánico aterrador. Últimamente el miedo la dominaba. Mientras la curaba se tomó el tiempo para admirarlo. Sus pestañas eran largas y pobladas, nada normal en un hombre. Casi sintió envidia por ello. Su rostro tenía un tonalidad bronceada que hacía resaltar más sus ojos verdes. Aunque, mirando muy detalladamente, se dio cuenta que el color no era un verde total. Su verde tenía destellos dorados mezclado a un marrón oscuro en su iris. "No son verdes" pensó o por lo menos eso creyó porque Elian dejó de curarla y la vio serio. "Me va a matar"

-¿Qué? - le preguntó con curiosidad al escucharla balbucear tanto. En tan poco tiempo esa insignificante presa despertaba un sentimiento de empatía que desconocía. Dándose cuenta que la joven no le iba a contestar despejó su mesita de luz y se fijo la hora. Prefirió ser cuidadoso. No podía dejar que nadie viera que tenía una presa en su cubo. 

Unos golpes lo sacaron de sus pensamientos. Se levantó despacio de la cama para no hacer daño a la castaña. Al abrir la puerta su madre se encontraba con una bandeja de comida. Le dijo que era para la presa porque necesitaba recuperar fuerzas. Había consultado sobre las heridas y no eran tan graves pero necesitaba unos días de reposo. Elian la miro y  su madre entendió todo. Él se iba a quedar con la chica, cuidandola sin razón pero ella si la sabía. Aunque su hijo en el fondo también lo hacía. La mujer antes de retirarse le dijo que iba a traerle la comida que necesitaban para el tiempo que la presa iba a quedarse. Además, iba a ser la encargada de buscarle reemplazo para las dos próximas lecciones. Él sábado y domingo estaba libre por lo que no había ningún inconveniente. 

Se dio la vuelta para darle la cena pero se encontró con la presa totalmente dormida. El flequillo que le tapaba la mitad de la cara de encontraba así un lado. Se acercó para mirarla detalladamente. 

Tenía una tez de porcelana que hacía resaltar sus labios rosas. Su boca no era grande a comparación de otras aunque para él era perfecta. Solo lo animaban a inclinarse hasta apoyar sus labios sobre los de ella. Pero Elian sabía que estaba mal por lo tanto siguió admirandola. Acercó su mano al pelo de Luana y lo acarició. A distancia parecía suave aunque tocarlo parecía seda pura. Sus raíces eran casi negras pero a medida que se acercaba a las puntas se iba transformando en castaño. Sus cejas bordean a los párpados cerrados que no dejaban ver a sus preciosos ojos marrones. Luana se movió y Elian asustado saltó para atrás perdiendo el equilibrio. Ella quedo boca abajo abrazando la almohada blanca. Él acolchado se deslizó hasta la cintura dejando los hombros y espalda desnudos. Sacudiendo la cabeza el chico se levantó y se sacó la remera para acostarse al lado de la presa. La luz de la luna era la única testigo de la pareja.

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Elian acompañaba a Luana al sector de las presas. Esa noche la iba a dejar en su cubo. Los días habían pasado volando junto a ella. Si bien no habían hablado más de lo necesario sentía una nueva conexion con ella. Haber estado cuatro días encerrados daba sus frutos. Él se tenía un sentimiento de pertenencia por esa presa y ella tenía una leve atracción por ese depredador frío y cortante. Elian había sido tan atento con ella y a veces delicado. Mañana iba a hacer lunes y cada uno debía volver a su realidad. 

El cubo se abrió sacándole la oportunidad al instructor de despedirse de su alumna. Lara se sorprendió al encontrarlos en la puerta. Una guerra de miradas se desató entre Elian y la chica que abrió el cubo. Luana, incómoda, entro y se acostó en el colchón del suelo. 

-¿Dónde estuviste estos días?- le pregunto Lara una vez que Elian se fuera. 

La chica la miro por un tiempo largo. Se debatía entre decirle la verdad o no.

- En el calabozo- le mintió desviando sus ojos para no ser descubierta-. Me encerraron por romper la araña del salón.

¿Araña? Se preguntó la pelirroja.

-El candelabro- la corrigio- ¿Y por qué te trajo Elian?

Luana miro rápidamente a su amiga con rareza. Las presas no tenían permitido ese tipo de libertad con los depredadores. Se preguntaba por qué de pronto sentía un malestar en la panza. Había cercanía entre Elian y Lara, a ella no le caía nada bien. Parecía como si se conocieran. Un ruido la sacó de sus absurdos pensamientos. Todavía su amiga esperaba una respuesta. Luana se encogió de hombros, se dio media vuelta en el duro colchón y se dispuso a dormir. Luego de pasar unas noches en la cama juntos ya nunca más iba a poder dormir cómoda sin él.

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Besos

DepredadoresWhere stories live. Discover now