STEVEN HYDE.| Nunca estuvo dentro de los planes de Maggie Bennett el mudarse a Point Place, Wisconsin pero tampoco le queda otra opción cuando sus padres le dan por su cumpleaños un departamento en el lugar con la intención de consolidar la...
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CAPÍTULO TRES: POLICÍAS Y STRIPPERS.
Margaret rió cuando escuchó a Samantha detrás de ella —. Dijeron que no duraría, pero ya llevamos seis días.
La chica se encontraba sentada en el sofá, entre Michael y Fez. Los dos chicos le miraron con las cejas alzadas, sin comprender porque se reía —. Nunca vi un matrimonio llegar tan lejos, deberíamos celebrar seis días de unión.
Margaret saltó en su lugar cuando una mano tapó su boca y alzó su mirada para encontrarse con Steven —. No critiques mi matrimonio, niña buena.
La morena escrudriñó la mirada antes de morderle la mano, logrando que la retire soltando un quejido —. Te dije que no soy una niña buena.
—Como digas, Mags.
— ¡Debemos hacerte una increíble despedida de soltero!—, sugirió Randy, el nuevo chico al que Steven le había ofrecido empleo mientras se encontraba completamente drogado.
—No, absolutamente no. Si quiero gastar dinero en una stripper, llevaré a Samantha de compras—, negó Steven y Margaret volvió a reír. El chico le miró un momento con una media sonrisa antes de dirigirse a su oficina.
Randy observó al chico de gafas hasta que ingresó a su oficina antes de girarse al grupo —. Espero chicos que estén cómodos excitándose uno frente al otro.
Michael y Fez se miraron el uno al otro antes de mirar a Margaret y asentir —. Sí, está bien. No me molestaría.
— ¡Porque le haremos una despedida de soltero a Hyde!
—Creo que dijo específicamente que no quería una—, rebatió Margaret, pero fue acallada cuando Michael la acercó a él y la envolvió con su brazo.
— ¡Una despedida de soltero, eso es genial!—, asintió el castaño, sin soltar a la chica —. El primero que vomita tiene que pagar por todo. Apuesto a que será Maggie.
Margaret se soltó de su agarre de repente —. ¿Disculpa? No llevas chicas a una despedida de soltero, Kelso.
— ¡Pero tú eres nuestra amiga!—, rebatió el castaño.
Margaret rodó los ojos. Debía de admitir que gracias a su trabajo, ella había pasado mucho más tiempo con los chicos que con las chicas y conectaron de una forma increíble. Pero eso no significaba que disfrutaría de ir a un club de strippers.
—Lo siento, pero creo que no me sentiría muy cómoda en un lugar lleno de strippers.
—Si Maggie no va, retiro lo dicho—, aclaró Michael —. Siempre soy el primero en vomitar. ¡Así que será el segundo! No, esperen, ese también soy yo. ¡Bien, pago yo!
