Epílogo.

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Estaba observando a la Luna desde mi ventana, mientras pensaba en todos los cambios que pasaron estos últimos dos meses. Pronto me reincorporaré a la escuela, lo que me hace consiente de lo poco que he atendido mis estudios. En ese momento, estaba experimentando una sensación de paz que hace mucho tiempo no tenia, y eso me hacía sentir bien. A veces solía pensar que no merecía ni una pizca de felicidad a causa de mis acciones pasadas, pero, ¿ahora? Ahora solo quiero disfrutarlas.

– ¿Qué estás haciendo aquí tan sola? – pregunto una voz que sabía reconocer muy bien. Sonreí mientras sentía como me abrazaba por detrás.

– Nunca estoy sola, siempre hay alguien que me cuida... – respondí.

– ¿Esa fue alguna clase de indirecta? Porque pensé que ya habíamos dicho que soy un asco para captarlas – me reí mientras me giraba y lo veía sonreírme. Tal vez ya lo dije, pero, con gusto lo repito: amo a Jack Frost con locura.

– No, no lo fue. ¿Qué haces aquí? Pensé que estarías trabajando o algo así – me miro divertido, como si él supiera alguna clase de secreto que yo desconocía.

– Veo que lo has olvidado... – inmediatamente mi cara de satisfacción se borró.

– ¿Es tu cumpleaños? ¿Mi cumpleaños? ¿El cumpleaños de alguno de los chicos? ¿Una boda? – sus carcajadas me hubieran hecho reír, si no estuviera tan preocupada por recordar. Mi memoria era pésima desde que me había dado ese golpe en la cabeza, por lo que trataba de ser cuidadosa en cuanto a las cosas que se me olvidaban.

– Nada de eso, estas a salvo, pero, recuerda que hoy es la lluvia de estrellas, y habíamos quedado con los chicos de verlo.

– ¡Ah! Es cierto – él solo sonrió y beso la punta de mi nariz.

– Eres tan olvidadiza... – hice una mueca, mientras enredaba mis brazos en su cintura.

– Pero para eso te tengo a ti, eres como mi calendario personal.

– Yo no soy tu calendario, soy tu novio.

– Mejor aún, porque puedo tener el derecho y placer de besarte...– dije antes de alzarme en las puntas de mis pies y darle un beso. Carajo, he de admitir que soy adicta a sus besos, y es algo de lo que jamás me voy a cansar, pero, algo que amo, es ver su mirada llena de amor hacia mí. Ese si me enamora.

– Lo admito: soy adicto a tus besos... – dijo Jack.

– Ya somos dos. Ahora vámonos o llegaremos tarde – él solo asintió y tomo mi mano, entrelazando sus dedos con los míos, haciendo que suspirara como una tonta enamorada, lo que era patético y lindo a la vez...

















Cuando llegamos al Taller, donde se supone íbamos a reunirnos, ya casi estaban todos, incluidos Elena y Evan.

– ¡Hasta que llegan! Fueron los últimos, ¿que estaban haciendo otras cosas para mayores de 18? – pregunto Conejo, lleno de burla.

– Te lo dije... – me susurro Jack, haciendo que rodará los ojos.

– Cállate...– siseé. Él solo se rio y fue con Norte, mientras yo iba hacia Elena.

– ¿Qué se siente estar con el chico de tus sueños? – me pregunto ella.

– Como el paraíso.

– Cursi. ¿Ya le contaste a Jack lo de tu tío? – asentí. Mi tío, hermano de Vivian, me propuso mudarme donde el vivía, que era en Burgués, para poder estar más cerca de él. No me negué, se escuchaba como un buen plan, pues era como un nuevo comienzo.

Fillie de la LuneWhere stories live. Discover now