COLE Y AMBER 1

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Amber.

Cole no perdió el tiempo y en un suspiro que escapo de mi boca introdujo su lengua, mientras que con sus manos bajaba hasta mi trasero y lo apretaba con ambas manos, haciendo que nuestros cuerpos quedarán alineados en los lugares correctos haciéndome delirar.

Baja a mi cuello mordiendo y lamiendo hasta mi clavícula y con sus manos me alza apretando mis nalgas. Las luces del gimnasio se apagan y quedamos en una oscuridad que solo es perpetrada por la luz de la luna que se filtra por las ventanas de la parte de arriba del gimnasio.

- Amber...- sonó como un gruñido más que una llamado.

- Cole...- Y la mía sonó como un gemido extraño, que me haria avergonzar si no estuviera en esta situación.

- No sabes cómo extrañe besarte- puso un beso abierto en el punto de mi cuello que refleja mi pulso.- sentir como te acelero cuando hago esto- absorbió mi piel y al soltarlo lo lamio. Haciéndome soltar un gemido.- Tú me extrañaste Amber?.- Dejo mi cuello para besarme.

Es sus ojos se reflejaba miedo por saber mi respuesta.

- Cole, te pensé todo el tiempo. Por ratos quería que aparecieras para golpearte y gritarte, en otros solo para que me dieras esas sonrisas niñatas, pero con otras intenciones que no son para nada de niño y en otras... solo quería que aparecieras para esto.

Puse mis manos alrededor de su cuello y me balance a su boca. Le mordí el labio inferior, lo que produjo un gruñido desde su garganta que me prendió a un mas, llevándome a jalar su cabello al mismo tiempo que repetía la acción con nuestras lenguas.

Sentí que dio la vuelta y se sentó en las gradas. Al estar en su regazo pude sentir su polla y con total descaro solo me senté y continúe besándolo de una manera distinta a las otras veces. Más feroz y descontrolado. Sus manos se movieron por mi espalda hasta estar en mis costillas rozando la parte de abajo de mi pecho y dejando sus dedos casi rozando la curva de mis senos.

- Amber, esta vez no quiero parar.

- Al fin.- volví al ataque. Pero me tomo las mejillas.

- Nena...si quieres continuar...- Paso saliva.

- Soy virgen.-Le dije sin dejarlo terminar.

Me sonrió.

- Lo sé y me pone más en este momento que me lo digas.-Me mira con comprensión y admiración.

- Quiero...

- Quieres que? - sus ojos verdes se concentraron en los míos.

- Quiero dejar de serlo contigo.-Suspiré.

Echo la cabeza para atrás y se rio. Una risa suave que no había escuchado de él.

- Seria el mayor honor que me podrían dar en mi vida. Eres tan dulce y tan fuerte que me siento un pecador al tocarte...a dañarte.- su mano cayo de mi mejilla a mi hombro dando caricias suaves.

- Confió en ti.

Junto nuestras bocas, lamio mis labios y lentamente nos unimos en un lento beso que parecía inocente a los de hace un rato, pero cargado de sentimiento.

- Aquí no.-Dijo después del dulce beso.

Nos levantamos de las gradas como si nos estuvieran persiguiendo y corrimos por los pasillos hasta llegar donde se encontraba la motocicleta que desde hace unos días conducía.

Se acomodó y me dio su mano para subir a la parte de atrás, pasándome un casco antes de ponerse el suyo.

- Sostente.

Y a los pocos segundos de encender la moto he ir a una alta velocidad. Sin embargo, tenía más nervios de lo que pasaría cuando llegáramos que a ir a más de 80 km por hora.

***

Cole.

De todas las veces que he manejado una moto, esta es la única vez que he tenido miedo. Y ojala fuera de no poder controlarla y no por la mujer sentada detrás de mí, sintiendo sus pechos contra mi espalda y en la manera que sus manos divagan por mi abdomen.

No quiero dañarla, no quiero que se arrepienta y se dé cuenta que no merezco que toda su inocencia y vulnerabilidad sea abierta para mí.

Pero tampoco permitiré que un hijo de perra que no la conoce y no la puede cuidar este con ella...en todos los sentidos. Sé que no soy el mejor y mi expediente no es muy bueno, pero con ella trato de hacer todo de buena manera.

Si hubiera estado con otra chica en ese gimnasio hace unos minutos, no hubiera tenido la fortaleza para frenarla o simplemente, no importarme y solo quitar sus bragas y adentrarme en ella sin pensar que pasaba si llegaba alguien.

Con Amber en menos de dos segundos sabía que no quería que nadie la viera en una situación como esa o que por mi fuera el chisme del día siguiente.

Sabía que esto es más que sexo para ella...para mí también. Quiero hacerla sentir cómoda y amada, no un polvo rápido y descuidado en un gimnasio de escuela.

Ella espero por esto y me escogió a mí para compartirlo. Lo debo hacer bien.

Luego de un viaje eterno y al mismo tiempo inmediato me encuentro al frente de nuestras casas. Y en este momento no sé qué hacer.

Me encantaría llevarla a mi cama, que este en mi espacio. Poder saborearla y amarla en un lugar en que nadie más a estado, pero la idea es que se sienta cómoda en un lugar que conozca. Aunque me muera por hacer mi fantasía realidad, ella decidirá donde, como y cuando.

Siento que se baja de la moto y al mirarla tiene el casco en su mano en mi dirección.

- Toma, vas a bajar.

Me sorprende la mirada traviesa que me regala, yo muriendo de miedo y ella solo me pone más mandando señales que quiere lo mismo que yo? ¿Que hare con esta mujer?

Me bajo de la moto, la apago y recibo el casco que tenía en su mano, pongo un casco en la guantera pequeña y otro en el manubrio. Al acabar la acción tomo su mano y entrelazo nuestros dedos.

- Sabes que te quiero, no?

- Sí. Y yo también demasiado. Me gustaría que supieras cuanto te quiero y el buen hombre que eres para eliminar toda esa basura de tu cabeza, Confió en ti. Vamos a tu casa.-Me mira con tanta confianza...

La vida es genial. Dios, agradezco que me haya concedido estar con ella. Si esto es lo más cercano que tendré al paraíso lo atesorare hasta que ella me lo permita.

- Vamos a mi casa.-Me arriesgo a decir.

Miro sus profundos ojos verdes y veo un destello de nervios pero todo lo demás es pasión y calor.

La alzó y enrolla las piernas en mi cintura y sus brazos en mi cuello. Camino hasta la entrada y en un movimiento rápido abro la puerta y la cierro presionando nuestros cuerpos en ella.

- Dime cuando quieras que frene.

- Estamos hasta hora empezando, no?

- Sí. Por eso te lo digo, ya que en unos segundos estaré tan embriagado de ti que tal vez no pueda parar.

- No creo que yo tampoco sea capaz de decirlo, me quitas el habla Jordan.

Y ahí, deje de ser el chico bueno.

CUANDO MENOS TE LO ESPERÉS   Donde viven las historias. Descúbrelo ahora