6. Bound

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Y mi alma oscura es feliz otra vez porque no sabe sentirse de otra forma durante mucho tiempo y porque el dolor es un mar profundo y tenebroso en el que me ahogaría si no pilotara con firmeza mi pequeña nave por su superficie, siempre con rumbo a ...

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Y mi alma oscura es feliz otra vez porque no sabe sentirse de otra forma durante mucho tiempo y porque el dolor es un mar profundo y tenebroso en el que me ahogaría si no pilotara con firmeza mi pequeña nave por su superficie, siempre con rumbo a un sol que no saldrá jamás.

- El ladrón de cuerpos.

VI

Todavía estoy asimilando lo que acaba de pasar con Aidan, aún puedo sentir su lengua lamiendo mi piel, su cálido aliento. Él no dice nada, solo se permanece ahí, mirándome con sus grandes ojos azules. El aire fresco acaricia suavemente su cabello. Lucho para encontrar algo que decir, pero mi mente está en blanco.

—Vamos adentro. Ya casi amanece. —Todo rastro de calidez se ha ido de su voz. Solo asiento y lo sigo.

Dentro de mi compartimento, me acuesto, observando el rocoso techo sobre mí. ¡Qué noche! Pongo las manos sobre el estómago y me congelo cuando siento un dolor punzante ahí. Paso los dedos por la superficie de una herida que está cicatrizando. Me había olvidado de la «B» que Byron me había dejado en la piel. Ese bastardo me ha marcado como si fuera un animal que necesitara cargar la huella de su dueño. Por primera vez en días, me permito pensar en esa noche. Mi pecho se aprieta, rememorando lo mucho que dolió. Byron me mordió tantas veces... Hago una mueca ante el terrible recuerdo, lo bloqueo para que no me duela. Pero, ¿cómo puedo olvidarlo cuando tengo su inicial en el cuerpo? Tiene que haber una forma de eliminarla, estoy segura de que él hizo algo especial porque la herida no está sanando.

Tomo una respiración profunda, mi mente volviendo al presente, cuando siento a alguien viniendo a mi compartimento; puedo percibir los latidos del corazón y la respiración acelerada de quien imagino es Travis.

—Morgan —saluda incluso cuando sé que no puede verme bien en la oscuridad.

Tiene una vela en la mano. Me siento y recuerdo la noche en la que Travis se convirtió en parte de nosotros; estaba solo después de que sus padres fueran asesinados por chupasangres.

—No has bebido mi sangre estos días. Debes tener sed —dice, quitándose la camiseta.

—Está bien, Travis, no lo necesito —contesto, volviendo a acostarme en la cama. Aun así, se queda allí en silencio, la luz de la vela brillando sobre su joven rostro.

—¿Tienes otro alimentador? —No se molesta en ocultar la tristeza en su voz.

«Los humanos y sus emociones...».

—Más o menos.

—¿Por qué? ¿Es porque tenía problemas para controlar mi lujuria? —pregunta, bastante desesperado. Dejo escapar un largo suspiro. Travis e Ian son tan complicados. Antes de que pueda responder, él continua—: Ya sabes que te deseo, pero prometo que intentaré controlarme. No me cambies, quiero estar contigo, aunque sea para darte mi sangre.

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