Capítulo II

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Capítulo II

Aventura en el supermercado.

Tired [Allan Walker Guitar Tribute] [Fingerstyle] – Leon Alex

–¿Erin O'Dwyer?

–La que viste y calza.

–Mañana harás el turno de tarde. En tu buzón tienes el horario correspondiente, pero te aviso con antelación de que serás la guía de un grupo de estudiantes de instituto. Céntrate en la zona de la Prehistoria. No me decepciones.

–Sí, señora.

En el mismo instante en el que su superior se fue y la dejó sola en la gran sala, Erin pudo respirar tranquila. Aún no se creía que la hubieran contratado como guía en el Museo Nacional de Antigüedades. Cuando la llamaron, hacía apenas tres días, para decirle que estaban convencidos de que sus amplios conocimientos sobre arte eran más que suficientes, casi se echa a llorar. El problema era que su jefa era muy exigente; no aceptaba un no por respuesta y cualquier error, por pequeño que fuese, podría significar su expulsión.

No llevaba ni dos semanas viviendo en Londres y ya tenía una vida más completa de la que llevaba en París. Para empezar, había recuperado su identidad. Era arriesgado, pero ya nada importaba. Vivía dentro de la boca del lobo, jugaba en las tinieblas. Parecía que había despistado a Dandelion. O, al menos, no le había atacado de momento.

Volvía a ser Erin, Erin Maud O'Dwyer. Trabajaba en el Museo Nacional de Antigüedades, tocaba el piano en un restaurante que muchos calificarían de pijo, hacía retratos y caricaturas en las calles más concurridas de la capital británica y pintaba paisajes y vistas para venderlas posteriormente en distintos lugares. Había conocido al dueño de una pequeña galería de arte que estaba convencido de que tenía futuro y el cual se ofreció a comprarle varias obras. Había empezado a firmar con el pseudónimo que utilizaba su padre para ocultarla cuando era pequeña. Quizás era demasiado arriesgado, ya que Dandelion, más que nadie en el mundo, conocía aquel nombre.

No sabía nada de su padre desde que le dejó atrás en las puertas del aeropuerto francés, y la última vez que vio a Travis fue cuando se despidió de él en el aeropuerto inglés. Con todo, sabía que este último rondaba cerca, más de lo que a ella le gustaría, vigilándola. De vez en cuando pensaba en Thomas Kane, en Dublín con su familia, muy lejos de ella. No sabía nada de él desde que se marchó de su país natal con apenas quince años. Cuando su vida cambió por completo.

En cuanto llegó, se puso manos a la obra. Con el poco dinero que llevaba encima y las contadas pertenencias que llevaba en la maleta, buscó un apartamento extremadamente ruinoso y barato. Sorprendentemente, encontró uno cerca del centro de la ciudad y se puso a dibujar. Tocaba el violín –que, afortunadamente, su padre le había llevado cuando la recogió en París– en el metro, donde ganaba más de lo que nunca imaginó (a pesar de no ser su fuerte), para poder pagar el alquiler. No le costó demasiado encontrar trabajo gracias a su corta edad y joven rostro. Tal vez no fuese la mujer más hermosa y despampanante, pero tampoco era fea. Estaba entre chica-del-montón-bueno y chica ligeramente bonita. O eso le gustaba pensar. Además, empezó a trabajar en una cafetería de mala muerte donde los clientes eran usualmente generosos con las propinas. Lo único que añoraba era la universidad. No había podido terminar su carrera, y eso la entristecía más de lo que quería admitir.

–Erin, ¿te vas ya a casa?

Erin se sobresaltó. Pensaba que estaba sola. Se giró y se encontró frente a Peter Walker, un chico algo mayor que ella que llevaba al menos dos años trabajando allí. Le parecía una persona agradable. No hablaban demasiado, Erin no quería tener lazos con nadie, su habitual forma de vida no se lo permitía; no tenía ni tiempo ni tenía ganas. Además, no podía permitirse llamar la atención, debía vivir en las sombras. Pero en el poco tiempo que había pasado con él, siempre se había mostrado amable con ella, y le había ofrecido su ayuda.

Resiliente [Sherlock Holmes]Where stories live. Discover now