Capítulo VI

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Capítulo VI

Mensajes cifrados.

Dark side of your room – All Time Low

Cuando Erin recuperó el sentido aún estaba tirada en la alfombra del salón del piso de Soo Lin. Le dolía el rostro y sentía los labios incómodamente húmedos. Todo le daba vueltas. . .

–¿O'Dwyer?

Sintió una mano sobre el hombro, un leve roce, como una caricia. Quiso cerrar los ojos y rendirse ante ella. Además, estaba tan cansada y dolorida. . .

–O'Dwyer, no te duermas. Sigue conmigo. Eh, ¿O'Dwyer? ¿Estás bien? –la mano le sacudió el cuerpo y Erin gruñó de puro dolor. La voz que le hablaba estaba ronca y sonaba apagada.

¿Quién. . .?

Un golpe en el rostro. Un golpe en la nuca.

¿Dandelion?

Todo le daba tantas tanta tantas vueltas. . .

–Mierda, John me va a matar. Vamos, O'Dwyer. . . sólo ha sido un golpecito de nada.

–En realidad –consiguió contestar ella –fueron dos. Psicópata.

No, no era Dandelion. Era el tarado de Sherlock, el detective que investigaba el origen de las pintadas en el cuadro que ella misma tuvo que restaurar.

Recordó cómo un hombre menudo le golpeaba varias veces con una pequeña escultura. . . luego perdió el conocimiento.

–Como me vuelva a encontrar con ese pedazo de mierda. . . –murmuró Erin llevándose una mano a la cabeza. Le dolía como si se la estuviesen taladrando. Sin anestesia.

Sherlock se mordió el labio inferior mientras le estudiaba el rostro y ella sintió cómo sus mejillas –traicioneras– se sonrojaban en contra de su voluntad. Hacía tiempo que nadie la miraba así, con aquella intensidad. . . aunque ella estaba demasiado mareada como para corresponder de cualquier manera.

–Definitivamente John va a matarme –tragó saliva con fuerza.

Erin se llevó la mano de la frente a los labios. . . estaban húmedos y pegajosos.

–Joder. . . me ha partido el labio.

–También te sangra la nariz.

–Gracias, genio.

–Y se te está poniendo un ojo morado.

Se acarició la nuca. . . y también allí encontró sangre.

–Casi me mata. ¿Qué coño estabas haciendo tú? ¿Dónde está John?

Antes de que Sherlock contestara Erin ya era plenamente consciente de cuál era la respuesta. Después de dejarla fuera de combate había ido a por él. A juzgar por cómo sonaba su voz, ahogada y tosca, le intentó ahogar. Pudo percibir cómo sostenía algo en la mano que no tenía sobre su hombro. Una flor de loto negra de origami.

–¿Estás bien, Sherlock?

–Aparentemente, mejor que tú.

Con ayuda de la pared Erin se puso poco a poco de pie. Todavía era capaz de escuchar los gritos de John a través del buzón. Todo le daba vueltas y más vueltas, como si estuviese subida en una montaña rusa en lugar de estar de pie en una acolchada alfombra. La sangre le resbalaba desde la nariz sobre los labios y de allí a la barbilla. El cabello se le apelmazaba en la nuca allí donde sangraba.

Resiliente [Sherlock Holmes]Where stories live. Discover now