Capítulo V

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Capítulo V

Soo Lin Yao

More than words (piano cover) - Maucoli

–Volvió de Dalian el viernes, y después parece que fue a una reunión de negocios.

La secretaria de Van Coon trasteaba tras su escritorio. No parecía demasiado interesada en la investigación, a pesar de que el que había sido asesinado era su jefe.

–Quiero una copia. –exigió Sherlock, inquieto por resolver todo aquel lío.

–Claro.

–¿Dónde estuvo el día en que murió?

–Lo siento, está en blanco. Pero tengo los recibos.

Sherlock bufó. Le ponía sumamente nervioso todo aquel asunto y más aún aquella secretaria inquieta que parecía tan indiferente ante un asesinato.

–¿Qué clase de jefe era? ¿Era agradecido?

–No, yo no usaría esa palabra –contestó ella con una suave risa –. Sólo agradecía los artículos caros.

–Como esa crema de manos –señaló Sherlock con la cabeza. Sobre el escritorio de la mujer había un bote de crema de manos de una marca sumamente lujosa que no cualquiera podría permitirse –La compró para usted, ¿verdad?

La secretaria se rascó la cabeza, incómoda. Tal vez no fuera tan indiferente ante el asesinato de su superior. Sherlock sonrió para sus adentros al darse cuenta que, como siempre, tenía la razón.

Devolvió la mirada a la mesa, cubierta de recibos y más recibos. Entre ellos le llamó la atención.

–Cogió un taxi desde casa el día de su muerte. 18 libras con 50.

–¿Para venir a la oficina?

–No era hora punta, era media mañana. Por 18 libras llegaría a. . .

–¡El West End! –exclamó ella, entusiasmada de poder ayudar en algo –Recuerdo que lo dijo.

Sherlock agarró otro trozo de papel. Un billete de metro de la línea Picadilly de aquel mismo día.

–Mira –le indicó a la mujer –Metro. Picadilly. A las 13h.

La mujer hizo una mueca, extrañada por aquel nuevo descubrimiento.

–¿Volvió en metro a la oficina? ¿Por qué iría en taxi al centro y volvería en metro?

Sherlock contestó sin despegar la mirada de los recibos que estaban esparcidos sobre la mesa.

–Porque iba a entregar algo pesado. Es incómodo hacerlo en metro.

–¿Entregar algo?

Por dentro, Sherlock se estaba tirando de los pelos. Aquella mujer empezaba a desesperarle con todas aquellas preguntas y aquella falta de respuestas. Su única pista de los pasos que Van Coon había seguido aquel día eran aquellos recibos que estaba uniendo con sus increíblemente acertadas deducciones.

–Fue a algún lugar cerca de la estación de Picadilly. Dejó el paquete, lo entregó y después. . . –tomó otro trozo de papel de la mesa –¡Hizo una parada!

Aquello le tomó un poco por sorpresa. Era, de hecho, una de las agradables. Una deducción que hasta un niño de cinco años podría hacer.

Resiliente [Sherlock Holmes]Where stories live. Discover now