Capitulo 13/ Lo inimaginable

2K 145 41
                                    

-¿Familia?- los miré extrañados. -Okay se acabó, Aleksy es mejor que te vayas, por ahora.- Aleksy nada más le echo una mirada matadora a Johan y se dio la vuelta.

-No te quiero volver a ver a ti, amiga de un maldito Nazi.- me fulminó con la mirada.  Johan me volteó a ver, y entramos a mi casa.

Decidí ir al jardín a despejarme un rato, eran demasiadas cosas por el momento. Me senté en la pequeña banca que mi papá y yo habíamos construido hace tiempo. La banca daba al centro del jardín, sentada ahí podías ver todo el rededor: árboles de todo tipo, flores de todos los colores y arbustos de todos los tamaños. Johan se sentó a mi lado sin decir nada. Nos quedamos un tiempo viendo al jardín, ni uno de los dos sabía por donde empezar.

-Bianka.- dijo con un tono suave. Yo nada más miraba al frente, me daba miedo hacer contacto visual, como si fuera a descubrir algo que no quisiera descubrir.

-Hay algo, que no te he dicho aún.- dijo jugueteando con sus manos.- Tal vez lo tomes mal, o al contrario, porque he aprendido a no juzgar tal y como lo haces tú.- en ese momento suspire y lo volteé a ver.

-Yo eh... sí. Mate a una familia, madre e hijo.- desvíe lo más rápido que pude la mirada y me paré pero el me detuvo. -¿Puedo si quiera explicar?- dijo con esperanzas de que le fuese a creer.

-¡Johan! No hay excusas para un asesinato de ese calibre, por favor, entiende que esta vez no sé si pueda procesarlo, me habías dicho que jamás habías hecho algo así. ¿Qué más ocultas?- Lo miré a los ojos un par de segundos y me fui. Lo dejé solo, parado en medio del jardín. Me subí rápidamente a mi cuarto y cerré la puerta.

Me quede ahí unos minutos hasta que oí que Johan se iba de mi casa. Salí de mi cuarto y bajé las escaleras, pero me quedé a la mitad, sentada viendo a través del barandal. Empezaba a creer que no conocía a nadie, ni a Karla, ni a Johan, ni a mi misma. Quería seguir en un tipo de fantasía inexistente, pensaba que quizá para evitar el hecho de que estaba en medio de un suceso extremadamente horrible, sin salida, sin opciones.

Ya se hacía de noche y mi tía no llegaba aún. Y yo no había comido nada desde el desayuno. Mi estomago gritaba y yo ya no podía más. Decidí ir por zurek, una sopa típica de Polonia deliciosa. Iba siempre con mi padre cuando era chiquita y recuerdo que me encantaba. Salí y me dirigí al restaurante donde servían la mejor zurek de Varsovia. Entré y no tardaron en darme un lugar, así que me senté, yo sola. Iba a la mitad de mi sopa cuando alguien se sentó en mi mesa. Era Johan afortunadamente.

-¿Te gusta este lugar?- dijo un poco sorprendido.

-No estoy de humor Himmel... además, por qué tienes que aparecer en todo momento. Quiero estar sola. Y no pienses que voy a olvidar lo qué pasó hace un par de horas.- dije enojada.

-Lo se, pero ¿podemos dejar eso a un lado? Mi única amiga polaca comiendo en uno de mis lugares favoritos.- dijo sonriendo y lo volteé a ver extrañada.

-¿Única amiga? Ya quisieras que te creyera, ¿y como sabes tú de este lugar si eres de sangre pura alemana?- dije dándole un sorbo a la sopa.

-Si. Única amiga, es la verdad. Y aunque sea de sangre pura alemana, desde que llegué me enamoré de este lugar.- Johan me miraba con los brazos sobre la mesa.

-¿Ah si? Bueno, y por qué yo no sabía eso? Sabes, ni que me importara- dije ignorándolo. Johan me seguía mirando con sus ojos azules cristalinos como el mar del caribe, transparentes e hipnotizantes. Era como si una simple mirada fuera la culpable de que olvidase todo por un momento. Mi lado malvado de algún modo salía a la luz al ignorar las cosas horribles que rodeaban a Johan, pero me gustaba sentir escrúpulo de vez en cuando; ser una versión perfecta ante los ojos de mi tía me agotaba. Aunque estaba al tanto que esto podría traer consecuencias en el futuro.

-No me dijiste que a ti también te gustaba.- dijo Johan interrumpiendo mis pensamientos.

Yo solo sonreí tratando de que no se notara y le di otro sorbo a la sopa. Después de eso no dijimos nada, solo nos quedamos los dos mirándonos. Lo cual era una cosa que la mayoría de veces no habíamos sido capaces de hacer. Detenernos a contemplar. Me di cuenta de muchas cosas sobre Johan, como la forma en la que sonríe, esos hoyuelos que se le hacen a la hora de sonreír, y ese lunar en el cuello que tiene, o ese peinado de cera tan perfecto que hace que su pelo negro azabache brille como sus ojos... un golpe en la mesa me regreso de mi divagación.

-¡Rutkowski!- volteé a ver y era el mismo hombre que alguna vez fue a la casa de mi tía a cenar.

-Eh, hola señor.- dije con una sonrisa amable, aunque no me sabía su nombre trate de disimular.

-Y mi querido Johan. ¿Cómo han estado?- dijo dándole palmadas en la espalda a Johan.

-Bien Gracias señor.- dijo Johan sonriendo.

-¿Vienes mañana al baile no es así?- pregunto, y Johan dejo de sonreír. -¿Qué pasa hijo? No vas?- dijo el hombre extrañado.

-¿Qué baile?- dije curiosa metiéndome una cucharada a la boca y Johan me miro.

-No estaba planeando ir, pero veo que lo desilusione.- dijo y el hombre rio.

-¡Claro! Eres el espíritu de la fiesta. Joven y apuesto. Tienes que venir. Puede venir ella también.- me señaló con la mirada. Me apunté con el dedo índice y asintió.

-¿Por qué yo?- levante una ceja. El hombre nada más se rio.

-Bueno, no todos los días ves a Johan Himmel cenar con una muchacha.- sonrío y se dio la vuelta para después irse.

-Asi que, un baile ¿huh?- dije con una sonrisa pilla.

-Si, es absurdo.- dijo Johan suspirando.

-¿Qué? Por qué absurdo.- Johan nada más me miro y rodó los ojos.

-Pues porque van todos los soldados alemanes a celebrar los logros, pero esos logros incluyen los campos de concentración, guetos, y matanzas. No me gusta.- yo nada más sonreí por el ablandamiento del corazón de Johan.

-Himmel, no conoces la curiosidad verdad...- me paré sonriendo y el me miro extrañado y me siguió.

-Espera, a que te refieres?- me quede mirándole para ver si captaba la indirecta. -oh... no, no no iremos nada más por "curiosidad".- me quede sorprendida.

-¿"iremos"? Hablaba de ti.- en ese momento caí en la cuenta de que había descubierto las intenciones de Johan Himmel de llevarme al baile.

-Digo, si quieres, tu querías, yo te vi con ganas, o sea yo..- se empezó a poner nervioso y a pasar la mano por el pelo.

-¡Himmel! Si eso es lo que quieres, yo también quiero ir.- dije sonriendo y dejo de actuar como idiota.

-¿Ah si?- pregunto atento.

-Sí.- sonreí e igualmente lo hizo el.

-Pero iremos por curiosidad.- replicó rodando los ojos y me acompañó de regreso a mi casa.

-Una cosa más, aún me debes una explicación si?- dije mirándolo a los ojos. El nada más asintió. Yo estaba dos escalones más arriba, y aún así no lo alcanzaba. Nos quedamos mirándonos unos segundos, mientras que él subió un escalón para quedar más cerca. Su nariz casi se tocaba con la mía. Su mirada era intensa y profunda. Se acercó aún más, y cuando sus labios estuvieron a punto de rozar los míos el sonido de un claxon nos separó rápidamente. Volteamos a ver y era mi tía con una de sus tantas amigas.

-¡Hola!- dijo con una sonrisa de oreja a oreja.

-Buenas noches señora Rutkowski.- dijo Himmel besándole la mano.

-Hola tía Janina.- dije con una sonrisa forzada.

-Me iré a dormir.- dijo entre carcajadas, era obvio que estaba ebria. Mi tía nos separó y se metió a la casa. Volví mi mirada a Johan y sonreí sonrojada

-Buenas noches Himmel.- el nada más sonrío.

-¡Espera!- voltee rápidamente.

-¿Qué pasa?- esperé una reacción de Himmel más interesante, pero...

-Buenas noches Bianka.- me espero a que entrara y después se fue. Cerré la puerta tras de mi y me recargue sobre ella, pensando en que casi hago lo inimaginable: dejar que Johan Himmel, un nazi de alto rango, me besara.

En Busca de la EsperanzaWhere stories live. Discover now