Capitulo 15/ El baile de emociones

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Cuando Aleksy me terminó de contar su historia no me salieron las palabras. Traté de consolarlo poniéndole la mano encima de su hombro. No me imaginé lo grave del asunto.

-Pero, dime. ¿El soldado que no jaló del gatillo fue Johan? El que viste ayer.- pregunté y él respondió sin mirarme.

-Sí. Pero no por no haber jalado del gatillo significa que sea inocente, es parte de todos esos bastardos.- refunfuñó. Desvíe mi mirada y suspire.

-Aleksy, de verdad lo siento no tenía idea.- dije con un tono triste.

Aleksy nada más me volteo a ver y sonrío. De repente se acercó como si buscara lo mismo que buscaba Johan ayer, besarme. Yo me alejé levemente y él entendió que no pasaría.

-Lo siento.- dijo indignándose.

-No te preocupes.- dije dándole un beso en la mejilla. Me paré a calentar un poco de té. Le ofrecí a Aleksy pero lo rechazó.

-Estoy bien, debería irme ya que llego tarde al trabajo.- dijo sonriendo poniéndose su sombrero. –Me agradas, Bianka. Eres buena chica y tienes mucho por delante si las circunstancias lo permiten. Tienes suerte de que lo considere así. Lo que haces es traición.–Amenazó con otra sonrisa pretensiosa antes de emprender su viaje de regreso al trabajo.

-Mhm, más té para mi.- dije en voz alta ignorando la amenaza. Me quedé sentada preocupada en la sala viendo al reloj, esperando la hora hasta que llegó mi tía.

-Ayúdame con esto.- dijo dándome un par de bolsas. Las fui a colocar a la cocina junto con ella. -¿Hiciste té? Nunca haces a menos de que haya invitados.- dijo seria acomodando la fruta.

-Eh, no lo sé solo se me antojo.- dije nerviosa.

-O es por lo de hoy en la noche que estas nerviosa.- dijo sonriendo levemente.

-No, tampoco.- dije con un rostro serio. Me dirigí a la sala y recogí mi tasa de té para después depositarla en el fregadero.

-Anda ve a arreglarte.- dijo mi tía. -¿Qué te pondrás? Se me olvidó completamente.- yo sonreí y le dije que me pondría el vestido de mi madre. Ella no mostró emoción, pero tampoco disgustó así que me fui corriendo a ponérmelo.

Entre a mi cuarto entusiasmada y nerviosa. Me senté en mi tocador y me maquillé. Me solté el pelo y me definí los rizos con mis dedos; mi pelo era rizado, así que no tenía problema de que se me deshicieran. Me agarre la parte de arriba de mi pelo con un broche de cristales que combinaban con mis pendientes. Al final de todo, me puse el vestido con cautela. Me fui a ver en el espejo y me quede perpleja. Esta vez sí que me parecía a mi madre. No tan hermosa como ella pero me veía bastante bien, no me acostumbraba a arreglarme tanto como hoy. Me senté en mi cama y me puse los tacones, negros de terciopelo, los cuales no se alcanzaban ver por lo largo del vestido.

Estaba a unos minutos de que Johan llegara. Me senté en mi cama a esperar. Después de unos minutos, impaciente, salí a mi balcón a que me diera un poco de brisa. Observe la ciudad de noche, como siempre, hasta que me interrumpieron los chillidos de Safir. Entre a ver qué es lo que pasaba. El nada más quería cariños. Lo saque de la caja y lo puse a un lado de mi sentada en la cama ya que no quería que me manchara el vestido. Estuve ahí un buen rato hasta que oí el timbre, era Johan. Mi corazón comenzó a palpitar rápidamente, traté de calmarme haciendo respiraciones pero era inevitable.

Mi tía me llamo y baje. Ya estaba abajo cuando subí mi mirada y vi a Johan. No supe que decir, nada más me le quede viendo, como si nunca en la vida lo hubiese visto. Llevaba otro uniforme de soldado diferente al usual, uno mucho más elegante, era negro en vez de beige, pero llevaba las mismas insignias y la esvástica que el otro. Solo logré sonreír levemente. Admirando lo bien que se veía, odiaba reconocerlo pero no lo podía negar.

En Busca de la EsperanzaWhere stories live. Discover now