Capitulo 14/ Soledad

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Al día siguiente, me levante emocionada, ya que iba a ir a mi primer baile formal. Pero aún no le había dicho a mi tía, temía que no me dejara ir. Me puse una bata y fui a tocarle a su cuarto.

-¿Tía Janina?- la llame pero no contestó. Mire al reloj del pasillo y marcaba ya las 9. Baje a ver si estaba ya que mi tía siempre despierta a las 7 en punto lista para iniciar el día. Pero no hubo rastro. Toque nuevamente a su puerta pero no contestaba. Decidí abrir lentamente y aún seguía dormida! Que sorpresa. -Tía.- susurre moviéndola suavemente. Ella nada más se volteo al otro lado. -son las 9 ya.- al oír eso salto de la cama preocupada.

-¿Las 9?! ¡Que insulto! ¡Que tarde!- se miró al espejo y dio un grito. -esto no es propio de una mujer con cordura!- dijo arreglándose el pelo.

-¿Estuvo entretenida la noche de ayer eh?- dije sonriendo ya que nunca sale.

-Si, lo mismo va para ti jovencita.- dijo entrando a su baño. Rodee los ojos y salí del cuarto. Me bañe y me vestí, después baje a desayunar.

-Y sí, estuvo entretenido.- dijo sorbiendo su café, pero pude ver su sonrisa que salía de la taza.

-Al fin sales a divertirte.- dije sonriendo igualmente.

-Y tu, que hacías con Johan en la puerta a..- la interrumpí lo antes que pude.

-¡Tía! Uno de los hombres que alguna vez vino a cenar a la casa me invitó esta noche a un baile, obviamente no con el.- dije ansiosa por oír su respuesta.

-A un baile ¿eh? No estarías emocionada si no fuera porque va Johan, pero como si va, te dejo ir con el.- dijo guiñándome un ojo. Yo nada más rodee los ojos porque sabía que era verdad, desafortunadamente.

Hoy no tenía nada especial que hacer, así que subí a mi cuarto para revisar si tenía algo que ponerme hoy en la noche por lo menos. Busque de izquierda a derecha en mi armario pero no había nada que fuera apropiado, no solía ir a estos eventos. Me senté en mi cama pensando en una solución pero la tenía difícil ya que ir a comprar uno estaba fuera de las soluciones, no tenía dinero por el momento, y uno de esos vestidos son demasiado caros. Me quede viendo al piso fijamente hasta que se me ocurrió buscar entre las cosas de mi madre. Mi tía conservaba un armario para guardar todas las pertenencias que algún día fueron de mis padres.

Abrí el armario con la esperanza de encontrar algo. Quite cajas de encima y hasta atrás me encontré con la ropa. Desplace ganchos, descolgué prendas hasta que vi una que estaba en vuelta en un forro de tela fina. Lo descolgué y examiné el forro. -este debe de ser.- dije dejándolo a un lado y acomodando todo de nuevo. Cerré el armario y corrí a mi cuarto con el vestido. Cuando estuve sola en mi cuarto con la puerta cerrada, abrí el forro lentamente. Empece a ver la tela de seda verde esmeralda. Lo saque por completo y era hermoso. Cuando lo vi entero se me hizo familiar. Lo puse encima de mi cama y saqué mi caja de recuerdos. Y efectivamente, tenía una foto de mi madre con mi padre, los dos arreglados y mi madre lucia hermosa con el vestido.

Me lo probé y me mire al espejo, en ese momento me sentí de alguna manera a salvo, como si ella estuviese conmigo. El vestido era perfecto, solamente le tenía que arreglar la cintura para que me quedara bien. Saque mis cosas de costura y lo arregle. Me lo puse finalmente y me quede unos minutos frente al espejo, admirando cada detalle e imaginándome todo lo que podría pasar en el baile.

Me lo quite y lo colgué en mi closet. Baje para salir al jardín y pintar.

-Iré al mercado por unas cosas.- dijo mi tía yendo hacia la puerta. Yo solamente asentí y salí al jardín. Me senté bajo un árbol y abrí mi cuaderno. Esta vez no retrate nada, solo lo que se me ocurrió. Cuando iba a la mitad de mi dibujo escuché un alarido, pero parecía el de un perro. Me paré y seguí el sonido hasta llegar a donde provenía el sonido y efectivamente, un perro estaba tratando de escapar por debajo de mi cerca pero se había atorado. Era un perro en sus últimas etapas de cachorro, beige con manchas blancas. Lo agarre y lo jale gentilmente. Cuando se logró liberar, corrió por todo mi jardín. Trate de agarrarlo pero se metió a mi casa. Si el perro hacía algo dentro, mi tía me iba a matar.

-¡Perro!- lo corretee por toda mi casa hasta que se metió a la cocina y ahí lo pude agarrar. No era grande, me cabía en los brazos y no era muy pesado. Tenía una cara tierna con su nariz de un tono rosado. -Safir.- dije sonriendo.- asi te llamaré. Era un nombre que mi padre alguna vez mencionó, dentro de sus tratos con libaneses.

Subí a mi cuarto y agarre una caja y puse algunos periódicos. La caja era bastante amplia para Safir, podía resistir ahí por lo menos dos noches, en lo que encontraba una forma de decírselo a mi tía. Lo deposité en la caja y como estaba alta, Safir no llegaba a salirse de ella. Le dejé un plato de agua y unas galletas. Estaba arreglando su cama cuando oí el timbre. No podía ser mi tía porque ella siempre trae las llaves, debía ser alguien más.

Baje a abrir y me lleve una sorpresa. -¿Aleksy?- dije extrañada. -creí que no me querías volver a ver.- él nada más me miró.

-Siento molestarte, quería aclarar el suceso de ayer.- dijo esperando a que lo hiciera pasar.

-Si, pasa.- Aleksy paso y cerró la puerta. -creo que fuiste bastante claro con lo de ayer.- dije caminando hacia la sala.

-Si, solamente que ese tipo parecía un muy amigo tuyo...- se sentó en el sillón y yo hice lo mismo.

-Bueno, anda, dime.- Aleksy respiro hondo y empezó a hablar. Fue hace un año, 1940. Los alemanes llevaban un año de haber tomado Polonia, así que había cientos de ellos por doquier...

*flashback*

Aleksy POV

-Iremos hoy a un día de campo, que te parece?- le dije a Maika.

-Claro cariño, solamente hago la comida.- ella me miro entusiasmada.

-Por eso no te preocupes, ya lo he hecho.- dije mostrándole la canasta.

-Aleksy, está bien que quieras hacer esto más fácil pero podemos no fingir cuando estamos nosotros solos? Bueno y la bebe.- desapareció su sonrisa. -está bien, trae la otra canasta con las cosas.- Maika agarro a la bebe y la otro canasta. Estábamos a punto de escapar de la guerra que venía por delante, estábamos seguro de que la situación se agravaría. Fingiríamos un día de campo para escaparnos por el bosque hasta Bielorrusia, ahí estaríamos a salvo. Emprendimos el largo viaje, no queríamos levantar sospechas, es por eso que haríamos el "día de campo" y cuando nadie nos estuviese viendo saldríamos lo más rápido posible de Varsovia.

Caminamos largas distancias hasta llegar al lugar donde esperaríamos a que no hiciera nadie. Nos sentamos y bebimos algo para el camino. Maika durmió un poco junto con la bebe. La tuve que despertar porque se hacía tarde. Nos escabullimos entre los árboles, había estudiado esta ruta durante todo el año, hasta la había recorrido un par de veces. No nos perderíamos.

Ya íbamos como a la mitad de camino para llegar a la frontera con Bielorrúsia hasta que de pronto oímos unas voces que hablaban Alemán, claramente eran nazis. Maika y yo corrimos hacia la otra dirección y nos escondimos detrás de una piedra enorme. Esperamos a que no oyéramos nada y cuando no oímos nada nos volteamos a ver mutuamente y nos dimos la vuelta para emprender el viaje de nuevo, pero nos llevamos una sorpresa. Dos soldados frente a nosotros, habían descubierto nuestras intenciones de huir de su imperio.

El soldado dio una orden en Alemán, el otro nada más sacó el rifle y nos miró fijamente. -no, no por favor tengo familia.- dije suplicando, pero el nazi nada más le grito más fuerte a su compañero y este se estremeció. Parecía como si no quisiera hacerlo, pero estaba obligado. Yo nada más me quede viendo la situación, rezando que no nos hiciera algo. El nazi con el arma se acercó y antes de que diera un paso más mi esposa se desesperó y tratando de proteger a mi hija y agarro una piedra y se la lanzó a la cabeza. Este gimió de dolor y se llevó la mano a la ceja. El nazi mayor, se acercó bruscamente y le arrebató con fuerza el arma y no dudó ni un momento, jaló del gatillo y Maika sostuvo a la bebe en sus brazos, grave error, ya que la bala se las llevó a ambas.

El nazi que había sido atacado por mi esposa se tiró al suelo de rodillas al ver lo sucedido. Pero el otro no fue digno ni de hacer un gesto ante el acontecimiento. Solamente le dio el arma a su compañero y se fue. -no vuelva a tratar de escapar, la siguiente va usted.- dijo el joven con acento Alemán. Los dos se alejaron dejándome ahí solo, sin nadie a quien cuidar ni amar, en la penumbra del atardecer. Me tiré a llorar y a abrazar a mi familia entre mis brazos.

En Busca de la EsperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora