Exámen sorpresa.

276 30 16
                                    

Si el señor Jackson ya me caía mal, hoy me caía peor.
¿Exámen sorpresa? No puedo creerlo, apenas llevamos 2 semanas con él y ya pone exámenes sorpresas.
En serio se está empeñando en ganar mi odio.

Comencé a escribir lo que él estaba dictando, ni siquiera termino de dictarlo y yo ya estaba llorando mentalmente porque no entendía nada; todos empezaron a sacar sus calculadoras, y reglas. Yo no sabía para que.
Estrelle levemente mi rostro contra el asiento, esto no me podía estar pasando. Voltee a ver "discretamente" a Ashley rogando que me pasara alguna pero alguien tocó mi hombro.

-¿Qué está haciendo, señorita Cooper?- Demonios. Sonreí falsamente y me encogí de hombros. -Cambiese de lugar, sientese en mi escritorio. -Me levanté de mala gana y caminé hacia el escritorio del profesor Jackson.

Me hice tonta durante toda la clase, había contestado al menos 5 preguntas de las 13 que había... pero aún no quería terminarlo.
Archie fue el último en salir dejandome sola, pudriendome en mi incompetencia. El señor Jackson estaba de pie al fondo del salón.

-Solo restan 2 minutos, Cooper.- me advirtió, hice una mueca. -Rindase.- escuche su pequeña risa.

-Yo no me rindo, nunca me rindo. -contesté mirandole a los ojos.

-Ah, ¿sí?... 1 minuto.- rodee los ojos y seguí leyendo, tratando de que algún milagro cayera del cielo y me ayudara a contestar las 8 preguntas faltantes.

Pero ese milagro no llego, y en cambio sonó el timbre. El señor Jackson caminó hacía mi y me quito el examen de las manos, yo gruñí. Recogí mis cosas y antes de salir por la puerta me detuvo su suave voz.

-Señorita Cooper.- Me llamó.

-¿Qué pasa, señor Jackson? -Pregunté curiosa.

-Le recuerdo que está en detención por haber intentado copiar a una de sus compañeras.- Bufé.

Esto no podía ser cierto, ya era la última hora. Hoy había quedado de ir con mi madre a cenar, no podía llegar tarde, pero tampoco podía hacer nada.

-Entiendo. Bien, ¿entonces en donde será la sala de detención? -cuestioné, siempre cambiaban la sala, y como pocas veces me tocaba estar en detención no estaba muy bien informada.

-Será aquí.-Dijo cortante.

-¿Y quién es el vigilante?

-Soy yo.- Volvió a contestar serio.

-¿Y solo yo estaré? -pregunté sin poder creermela.

-Solo usted.- Me miró a los ojos. -Usted es la única que se ha portado mal este día.- Dirigió su mirada a otra parte.

Tome asiento en uno de los mesabancos justo enfrente del escritorio del señor Jackson. Él saco de su maletín una revista de cultura, se puso a leerla, subió la dos piernas al escritorio para estar más comodo.
Yo no tenía nada que hacer, era incomodo estar ahí, sola, aburrida y con hambre.
Comencé a desesperarme y entonces saque mi cuaderno, empecé a garabatear sobre él. Voltee a ver al señor Jackson, estaba entretenido en su revista. Comencé a golpear constantemente el mesabanco con la pluma, estaba desesperada.

El señor Jackson volteó a verme directamente a los ojos algo desafiante, hice lo mismo. Se quito sus gafas y prosiguió mirandome. Quise seguirle el juego. Se levanto bruscamente y camino hacía mi dirección, me puse nerviosa.
Se posó frente a mi, cruzó sus brazos y me siguió mirando fijamente.
Luego me arrebato la pluma; había olvidado que seguía haciendo ruido, me puse un poco (mucho) roja. Él volvió a su asiento y siguió leyendo su revista.

Esto se estaba volviendo aburrido, muy aburrido. Bufé y recoste mi espalda sobre el respaldo del asiento. Me crucé de brazos y comencé a observar su rostro.

El señor Jackson no estaba nada mal; su cabello era sedoso, sus labios eran gruesos y marcados, y sus grandes ojos marrones muy expresivos le sentaban bien. Yo le calculaba a lo máximo 40 años, en realidad era muy atractivo y no sé en que me convertía pensar eso de mi maestro.

Seguí mirandolo por un largo rato, no me importaba si él se daba cuenta, pero se qué lo sabía porque me dedicaba pequeñas miradas nerviosas y trataba de tapar su cara con la revista. De pronto soltó su revista y la posó sobre el escritorio. Me miró fijamente, yo le seguí el juego. Ahora nuestras miradas estaban conectadas; cuando era pequeña solía jugar a esto con papá y saber quién soportaría más sin parpadear, pero esta vez era diferente; ahora ya no era mi papá, era mi maestro de matematicas, mi atractivo maestro de matematicas y ahora ya no sentía amor paternal, ahora sentía algo distinto.

Yo perdí, la mirada del señor Jackson era muy profunda y no soporté más. El comenzó a reír y yo fruncí el ceño.

-Pensé que nunca se rendía, señorita Cooper.- Dijo divertido, yo reí sarcasticamente.

-No lo hago, pero me dieron ganas de parpadear.- Me excusé, el volvió a reír aún más.

Que bonita sonrisa.

-Claro, como usted diga.-Levantó sus dos cejas y luego miro su reloj. No dijo nada.

Esa camiseta color rojo y esos pantalones negros le sentaban muy bien. No tenía muchos musculos, pero estaba en buena forma. Inconcientemente introducí mi dedo anular a mi boca, jugando con mis labios.
Él me miro fijamente sin ninguna expresión. Luego se levantó bruscamente de su asiento y se acercó lentamente hacia mi, me miro a los ojos un par de segundos.

-Señorita Cooper.-Dijo con un tono de voz bastante grave. Me acomode en mi asiento. Y le sonreí. -Ya se puede ir.- Yo me esperaba otra cosa, pero asentí y me levante de mi asiento.

Tomé mis cosas y caminé hacía la puerta, él simplemente me miraba de arriba hacía abajo, podía sentir su mirada. Me posé sobre el marco de la puerta y sonreí.

-Adiós... profesor.- Me despedí de él, y él sabía completamente lo que estaba haciendo. Yo estaba coqueteando.

Yo estaba coqueteando con el señor Jackson.

Mr. JacksonWhere stories live. Discover now