Desde cero

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A la mañana siguiente, sara se encontraba sentada en su escritorio, ya había recogido y guardado todas sus pertenencias, las  que el día anterior había dejado abandonadas; se disponía entonces a organizar la agenda de la semana  del señor look, quien al parecer y de manera sorprendente aún no había llegado.

Cuando se levantó del escritorio al escuchar el timbre del ascensor marcar la parada en su piso, su corazón casi se le sale del pecho, creyó que su jefe descendería de el, ya que esperaba con ansias su llegada, para agradecerle la visita de anoche y comentarle la decisión que había tomado, pero por desgracia, se encontró con la sonriente cara del jefe de recursos humanos, quien llegaba con una caja llena de algo. Respiró profundo y trato de tranquilizarse. Aún no entendía que era lo que le sucedía.

Jhonson saluda: Buenos días señorita Michell, quiero desearle un feliz día y pedirle excusas por la falta de ayuda que el personal de seguridad debió darle el día de ayer, espero que esa situación no se repita nuevamente, aunque de ser sincero, jamás había ocurrido algo semejante. Reciba este pequeño obsequio como una promesa de solo sorpresas y cosas maravillosas de hoy en adelante para usted, porque se las merece y en abundancia. Sara sin ningún tipo de expresión, recibe la caja y la deposita en su escritorio, se percata que en la parte superior hay un sobre.

Sara le responde: muchas gracias por preocuparse y de seguro esa situación no se repetirá nunca más. Me alegra mucho saludarlo señor jhonson y espero verlo más tarde, por ahora veo que tengo muchos pendientes y quisiera concentrarme en resolverlos.

El señor jhonson se despide de sara besando de manera descarada su mano y se retira del lugar. Sara espera a que el ascensor se cierre y cuando este lo hace, se limpia la mano en su falda de tubo gris y dirige sus manos hacia el sobre, lo toma y lo abre, en el hay una carta, la cual empieza a leer detenidamente y dando la espalda al ascensor.

Señorita sara: reciba este humilde obsequio como muestra de mis buenas intensiones con usted. Es una mujer muy hermosa y agradable y me gustaría conocerla. Espero que en uno de estos días en la noche pueda cenar junto a mi y luzca la prenda que está en la caja, una que es perfecta para usted.
Con aprecio. Su más ferviente admirador.
J.T.

Sara guardó la carta en el sobre y no abrió la caja, la guardo dentro del cajón más grande del escritorio y allí se quedaría hasta que pudiera regresarla.

Toda la mañana se concentró en las llamadas telefónicas, una a una por nombres y números telefónicos las indicó en la agenda hasta  por horas de recepción  y por asuntos, logró con éxito separar la habitación de hotel y los tiquetes aéreos para el viaje de  ida y de regreso del señor look que sería al día siguiente, recibió emails de contratos y los imprimió, al igual que varias ofertas, múltiplex relacionadas con publicidad y las ordeno por prioridades , sentía cierta emoción ya que eso era lo que en parte había estudiado por lo que su trabajo La absorbió de una manera agradable.

Cuando se llego la hora del almuerzo y un poco cansada, no se percato de la ausencia de su jefe, no había señales de vida del mismo. Cuando la bandeja de entrada del correo corporativo indicaba que había un mensaje urgente. Sara lo abrió, sin entender el idioma creyó que era algo importante porque se repetía varias veces, lo imprimió y decidió entrar al despacho del señor look a dejarlo encima de su escritorio, el cual estaba limpio, ordenado y sin haberse utilizado el día de hoy. Absorta en el lugar, con los ojos cerrados y deleitándose con el aroma del señor look que aún seguía en el espacio, se sobresaltó al sentir su celular, era una llamada de un número desconocido, sin embargo respondió: si diga. Buenas tardes, señorita sara Michell ? Si con ella habla, la voz varonil del otro lado respondió: por favor tenga en 10 minutos todos los pendientes del señor look, ya que me encuentro de camino para recogerlos  y llevárselos, sería TAN amable de estar en la celda 29 del parqueadero interno?. Sara responde corriendo hacia su escritorio: Si señor inmediatamente bajare con ellos.

Al terminar la llamada, sara tenía su corazón a mil, por la carrera en organizarlo todo contrarreloj y porque pensó que vería al señor look,  - pero este no iría-, organizó todo como mejor pudo, en carpetas marcadas y rotuladas con números y colores, cuando ya estuvo la documentación lista y guardada en una bolsa ejecutiva  que tenía los  logos de la compañía en dorado, se dirigió al ascensor para bajar al estacionamiento privado número 29. Supuso que era el de su jefe.

Sara sentía ya hambre y mientras bajaba Se iba comiendo una barra de cereal, cuando llegó al estacionamiento vio un automóvil de una marca muy famosa y costosa, era un Aston Martín color negro, junto a la puerta del copiloto se encontraba un hombre bien vestido y muy formal que la saludo le tendió la mano,  para presentarse y ella hizo lo mismo, ambos sintieron empatía, el señor Marcos, le recibió los documentos y la invito a abordar.

Sara incrédula y un poco sorprendida,  le dijo al señor Marcos que si ella también tenía que ir, quien se iba a quedar atendiendo la oficina. El chofer solo se limitó a decirle que eran órdenes del señor look y que debería ir con el.

Sara se subió en la parte de atrás del vehículo y este arranco a toda prisa fuera de la empresa, no se sentía ni siquiera el motor. El vehículo era todo un monumento al lujo y la tecnología, la agobiaba. Ella no estaba para nada acostumbrada a ese tipo de cosas, se sintió muy incómoda ya que siempre andaba a pie - gracias a ello tenía la figura coque tenía, era el único ejercicio que se podía permitir-  o lo hacía en el autobús cuando le quedaba dinero para ello.

El chofer silencioso conducía por la ciudad y se dirigía hacia las afueras de esta, donde se vivan árboles, naturaleza y casas grandes y bonitas. Sara rompió el silencio: dígame buen señor Marcos, donde está el señor look?. Marcos con media sonrisa le responde: está en casa trabajando, está un poco enfermo al parecer tiene un  resfriado.

Sara cayó y fijo su vista en la ventana, seguramente se enfermó por la mojada de ayer cuando estuvo en su casa. Se sintió culpable, pero de seguro en su casa tendría lo necesario para prepararle la bebida que su abuela le daba cuando chica y que le quitaba las enfermedades en un abrir y cerrar de ojos, se lo debía ya que se había enfermado por haber ido a su casa.

Cuando llegaron, el señor Marcos le abrió la puerta para que bajara y sara casi se cae del susto, se encontraba en una casa de campo inmensa y hermosa, con amplios jardines y con predominio del color blanco y el café, habían muchos detalles en madera. Casi no podía caminar del susto que tenía y de lo nerviosa que estaba, jamás había estado en un lugar como esos, por lo que el señor Marcos la llevo del brazo transmitiéndole seguridad.

Al entrar en la casa, el ama de llaves, la señora Rosita, la recibió con una sonrisa y le ofreció de comer y de beber, sara sintió una gran empatía con la señora porque le recordaba a su abuela  y le dijo que no a su ofrecimiento, más por pena que por otra cosa. Le pregunto por unos ingredientes y la señora Rosita le informó que si los tenía y ambas se dirigieron a la cocina a preparar la bebida. Mientras lo hacían ambas charlaban y la señora Rosita le explicaba que al señor look no le iba a gustar que ella lo atendiera, más sin embargo sara insistió y le explico el porque lo hacía.

Cuando terminaron, la señora Rosita llevó a sara hasta el cuarto del señor look y la dejo allí parada temblorosa junto a la puerta y salió despavorida, temía que el señor look la regañara conociendo su carácter se iba a enfurece.

El perfecto señor lookWhere stories live. Discover now