#33

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Sintió la brisa helada chocar contra su pecho y se disponía a irse cuando una voz familiar le detuvo el paso. 

- Jacob... ¿Podemos hablar?. - Se encontraba a unos cuantos pasos de él, su voz aguda y quebrada describía exactamente cómo se sentía. 

Su corazón volvió a palpitar después de tanto tiempo, quería atraerla a él y abrazarla lo más fuerte que pudiera.. Pero su padre, impedía toda esa locura que quería dar a conocer. 

- Alyssa. - Dijo serio, su vista estaba a sus pies, no podía verla a los ojos. No se contendría. 

- ¿Qué sucede?. - Pasó su brazo a entrelazarse con el otro. Sinonimo de pena. - ¿Estamos bien o estamos mal? ya no lo sé. - Mordió su labio inferior.

- Estamos bien. - Respondió con el mismo tono pero esta vez un poco más quebradizo. 

- No lo sé, ¿para ti estar bien es dejarse de hablar? porque para mi no. 

- Sólo necesitaba un tiempo a solas. No ocurre nada Alyssa. 

- ¿Fue por el beso, cierto?. - Lo dijo finalmente, le había resultado bastante trabajo decirlo.

- No ha sido eso. Sólo...

- ¿Sólo qué, Jacob? ¿estabas jugando nada más?. - Gritó. Fue una mezcla de fastidio y otra de tristeza. 

Él levantó la vista y al verla con sus mejillas mojadas quería arrancarse el corazón del pecho. Por más que intentara parecer fuerte ante la situación más débil se volvía. 

- Alyssa, yo..

- Lo sé, quieres tiempo a solas, entonces dejaré de molestarte. - Limpió sus lágrimas y salió corriendo desapareciendo de su vista. 

- Yo realmente te amo. - Finalizó. 

Se pasó los dedos por el cabello, pateó la barda y entró entre llanto y furia a su habitación. La desesperación lo estaba consumiendo, ¿cuándo es que él y Alyssa podrían ser felices?. 

La puerta comenzó a abrirse y cuando volteo su padre posaba contra ella mientras le miraba fijamente. 

- ¿Qué quieres?. - Dijo aún molesto. 

- ¿Qué quiero?. - Negó con la cabeza y comenzó a reír repentinamente. - ¡¿PORQUE DIABLOS HAS IDO A VER AL SR. BOSTON?!. - Gritó. 

- Te he dicho que no te involucres en mi vida. 

- ¡Y yo te he dicho que tú en la mía!, pero como nadie cumplió con lo dicho pagaras las consecuencias. 

- ¡Yo no aceptaré uno de tus sucios tratos! ¡NO SOY COMO TÚ!. - Contestó poniéndose frente a su padre, en ese momento no sentía miedo hacia él. 

- Lo eres, llevas mi sangre ya te lo he dicho. - Asentó. 

- Tal vez llevas mi sangre pero no te considero un padre. - Escupió, al fin lo había dicho. 

- Sí yo no lo valgo, lo valdrá aquella chica. ¿Cierto?. - Sonrió con victoria.

- ¡NO TE LE ACERQUES!. - Señaló. 

- ¿Oh qué?, tú eres mi hijo, una copia mal hecha así que no quieras ponerte en contra mía o terminarás como todos aquellos que lo hicieron. - Amenazó. 

- ¿Qué es lo que quieres?. - Aceptó la derrota. 

- Quiero que lo asesines, que asesines al sr. Boston. - Susurró. 

- ¿QUÉ? ¿CÓMO MIERDA ME PIDES QUE HAGA ESO?, ¿NO HA SIDO SUFICIENTE CON HABERLO METIDO EN LA CÁRCEL?.

- Escuché que están sospechando, que hay una pieza que no concuerda. Y lo interrogarán escucharán su versión de la historia y él hablará. ¡ME METERÁN A PRISIÓN!.

- Es donde deberías estar. - Contradijo.

- ¡ESTAS AGOTANDO MI PACIENCIA!. - Gritó aún más molesto.

- No lo haré. Ya te dije que no soy un asesino como tú.

- Si no lo haces lo pagará ella. - Señaló para después reír a carcajadas al ver como repentinamente cambio la expresión de Jacob.

- Bien, ¿así te irás lejos de mi vida?.

- Sí, ¿trato?. - Estiró su mano para que este la estrechará.

- Trato. - Estrecho su mano.

En el fondo Jacob sabia que no lo haría, estaba planeando en como salir de esa situación, porque como él había dicho: no es un asesino.
Dicho eso su padre le dio dos palmadas en la espalda.

- Tienes cinco días. - Finalizó.

Salió de su habitación repentinamente, subió su coche y finalmente desapareció.

- Cinco días de libertad, disfruta papá. - Murmuró.

El timbre comenzó a sonar tan rápido como si esa persona no dejara pulsar el botón.
Abrió la puerta y al percatarse que se trataba de su vecina de años la sra. Miller no tuvo otra opción que sonreír como si nada hubiese pasado.

La sra. Miller era una mujer de aproximadamente unos setenta y dos años, su cabello ya con muchas canas y su piel arrugada y con pecas en ella, era viuda por lo que vivía únicamente con dos de sus meninos. Era una vecina que siempre tenía un tema del que hablar, en pocas palabras la vecina que no hace nada más que informar a los demás de todo lo que ve o escucha.

Sostenía una deliciosa tarta de frambuesa, frutos rojos adornaban de ella. El delicioso olor llego a sus fosas nasales.

- ¡Sra. Miller! ¿a qué se debe su visita?. - Sonrió.

- Les he traído un pequeño detalle. - Entrego la tarta.

- Muchas gracias no se hubiera molest...

- Además. - Añadió. - Escuché por accidente la pelea entre tú y tu padre.

Su tex se puso totalmente pálida, y sintió como se iba erizando de pies a cabeza. Con su único aliento temiendo por la respuesta preguntó...

- ¿Así?, ¿qué escuchó?.

- Estos viejos oídos ya no escuchan como antes. - Rió. - Sólo escuche que discutían, pero no con exactitud las palabras.

La sra. Miller hizo únicamente su inesperada visita para enterarse de aquella pelea.

- No ha sido nada sra. Miller ya sabe típicas peleas sin sentido de padre y hijo. - Rascó su nuca mientras reía.

Sin embargo paró de hacerlo al ver que la Sra. Miller no reía. 

- Bien... - Dijo incómodo. - Gracias. - Repitió. 

- No te metas en problemas. - Jaloneo de su mejilla como cariño para después irse. 

Cerró la puerta, se recargo en ella y comenzó a bajar hasta quedar en el tibio suelo. 

Había sido un día eterno, lleno de sorpresas. Todas ellas llenas de maldad.

- Saldremos de esto y finalmente estaremos juntos Alyssa, como siempre lo quisimos. - Dijo para si mismo, tal vez con una esperanza que también lo escuchara de alguna manera. 


PAREJA POR ACCIDENTEWhere stories live. Discover now