Capítulo tres.

4.1K 432 208
                                    

Era el cumpleaños de Finn, y Alanna se encontraba sentada en la mitad de la sala, con el caos rodeándola. Los primos pequeños del muchacho estaban por todas partes, y jugaban y gritaban por todo el lugar, causando un total alboroto.

Finn ni siquiera estaba allí, según su madre hacía algunas cosas en su cuarto, pero ella sabía que él simplemente no quería bajar a su "fiesta" de celebración.

Parecía ser algo exclusivamente familiar, puesto que tan solo se encontraban sus padres, tías y los progenitores de la muchacha, además de sus escandaloso primos. Alanna no pensó que ellos fuesen tan cercanos a los Wolfhard como para invitarlos a algo tan íntimo. Claro que, este hecho no era problema para ella. Quiere decir, le proporcionaba más tiempo con Finn.

Sentada en el mueble, aburrida y un poco irritada por su pequeña y ruidosa compañía, se preguntó si podría subir a saludar al chico que estaba de cumpleaños, pero no podría hacer esto a menos que alguien se lo propusiera, no quería parecer demasiado confianzuda.

Entonces como si hubiese leído su mente, la señora Wolfhard habló:

—Alanna, linda, ¿Por qué no subes a saludar a Finn? Seguro estará contento de que hayas venido.

La nombrada se limitó a asentir, un poco abrumada al escuchar las últimas palabras de la mujer, preguntándose si serían verdad. Si era sincera, deseaba que así fuera.

Se levantó del sofá en el que estaba, y se encaminó dispuesta a dirigirse a las escaleras, aunque pasar entre el laberinto de niños era todo un lío. Llegando a ellas, comenzó a subirlas, tratando que el nerviosismo no la consumiera. No era la gran cosa, ¿verdad? Sólo iba a ir a la habitación del chico que le gusta con la ridícula excusa de pedirle feliz cumpleaños.

Tocó la puerta, solo fue una vez y suavemente, no quería ser molesta, o que él la viese insistente. La puerta tardó en abrirse, pero ella fue paciente. Una vez el pedazo de madera había desaparecido, un Finn despeinado y serio lo reemplazó.

El corazón de la niña se detuvo unos instantes al verlo, y no pudo evitar esas tontas cosquillas en el estómago cuando notó los guapo que se miraba. Llevaba todavía puesta la pijama y su cabello se posaba salvaje sobre su cabeza. No parecía recién levantado, pero se mostraba un tanto cansado.

Finn sonrió un poco al notar su presencia, y Alanna creyó que en cualquier momento su pecho explotaría. Le parecía increíble como ese ser podía causarle tantas emociones al mismo tiempo, aquello la mareaba, pero era sumamente agradable.

Lo miró a los ojos esta vez y sonrió.

—Feliz cumpleaños, Finn.

Como respuesta, el nombrado la atrajo hacia sí y le proporcionó un pequeño abrazo que hizo que sus piernas temblaran. Se sentía una completa idiota con ese torbellino dentro de ella, y que el causante fuese un simple y efímero abrazo por parte del muchacho.

Se quedaron unos momentos el uno frente al otro, ambos mirando a alguna parte del lugar, sin hacer ningún tipo de contacto visual o si quiera emitir un sonido. El silencio ensordecedor reinaba allí, y las cosas comenzaban a ponerse incómodas. En aquella situación, Alanna consideró la idea de retirarse, por lo que se dispuso a dar la vuelta y llevarlo a cabo.

Sin embargo, la voz del muchacho la interrumpió.

—¿No quieres pasar?—aquellas palabras le habían dado una sacudida a todo su cuerpo, y un brillo de felicidad se mostró en sus ojos.

Se limitó a asentir, y pasar por debajo del brazo que el chico tenía apoyado contra la puerta. En cuanto entró, pudo notar que no era un cuarto muy espacioso, tan solo tenía un escritorio y un armario de madera, y frente a estos se posaba una cama de sábanas blancas que yacía pegada a la pared, la cuales eran de color azul.

Le pareció un poco extraño que no tuviese un televisor allí, puesto que pensó que Finn era de esos adolescentes que les gustaba jugar videojuegos o ver series. Quizá se había equivocado.

Se sentó en el borde de la cama, con piernas y brazos cruzados, ya que sentada de aquella forma se sentía menos nerviosa, por alguna extraña razón. Él por su parte se encontraba recostado al marco de la puerta con los brazos entrelazados sobre el pecho, observándola.

La mirada de su acompañante puesta sobre ella la hacía sentir analizada, como si Finn estuviese escudriñando su rostro. No la ponía incómoda, pero si más nerviosa de lo que ya se encontraba. No sabía que decir o que hacer, y al parecer él estaba en su misma situación, dado a que no formulaba ni una oración.

Soltó un suspiro, jugando con sus manos.

—¿Por qué no bajaste?—interrogó, curiosa.

Fin se encogió de hombros, y se alejó de la puerta para sentarse junto a Alanna.

—No le tengo mucha paciencia a mis primos—admitió.

La muchacha soltó una pequeña risa y asintió, concordando con él.

—Creo entender el porqué.

El pecoso frunció el ceño, confundido.

—¿Llevas rato abajo?—preguntó.

Esta vez Alanna imitó su acción.

—Si, algo.

La expresión de desconcierto de Finn seguía sin cambiar.

—¿Por qué no subiste?

Aquella pregunta hizo que la niña perdiese la respiración, y una chispa de emoción se encendiera dentro de ella. No pensó que Finn esperaría que subiese, todo lo contrario, se mantenía en que quizá aquello fuese una molestia.

—No quería molestar—confesó.

El muchacho rió ante sus palabras y negó con la cabeza.

—No entiendo porque sería molestia.

Ella se sonrojó un poco al sentirse tonta y miró hacia sus zapatos.

—Bueno, es que en realidad no habíamos hablado mucho, así que supuse que no querrías que subiera—aquella era su única válida excusa.

El asintió un poco, viéndole sentido a su oración.

—Quizá, pero pienso que nunca está demás conocer mejor a las personas.

Volvió a sentir el cosquilleo en su estómago. Sus palabras habían sido amigables, sin embargo seguía manteniendo aquel aura de seriedad que la intimidaba un poco. Cada vez que había reído los sonidos eran casi imperceptibles, como sus expresiones. Era ese tipo de personas que eran difíciles de explicar, eran dos cosas al mismo tiempo, te hacían sentir de dos formas a la misma vez.

Pero, sea lo que eso signifique, definitivamente era del agrado de Alanna.

SIXTEEN ¡!【FINN WOLFHARD.】Where stories live. Discover now