Capítulo dieciséis.

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Finn.

Finn se encuentra acostado en su cama, con un libro entre las manos y justo en frente del rostro. Lee con concentración con música de fondo. Han vuelto del viaje hace una semana y no ha hablado con Alanna desde entonces. No hay una razón específica, simplemente no se ha dado la ocasión y no han tenido el tiempo suficiente.

Apreta los labios y aparta el libro de su vista, volteándose hacia la ventana de en frente. Desde allí no podía estar seguro de si había alguien en la habitación. Por lo que se dispuso a abrir la suya para llamar a la niña, pero el sonido de la puerta abriéndose lo detiene.

—Hey—escucha que dice su padre a sus espaldas.

Se voltea rápidamente para mirarlo. Le sonríe en forma de saludo y se sienta sobre la colcha. El señor Wolfhard toma asiento junto él.

—Creo que hay de lo que tenemos que hablar—murmura el hombre, causando de Finn frunza el ceño.

—¿A qué te refieres?—cuestiona, observándolo expectante.

El señor Wolfhard apreta los labios y suelta un pequeño suspiro.

—Tu madre vio que tú y Alanna se besaron en la playa.

Algo se remueve en el estómago de Finn al oír las palabras de su padre. En ese momento no pensaron en que podrían ser vistos, y estas son las consecuencias; se confiaron demasiado. Ya no tenía excusa, no podía decir que había sido a causa de un reto, y no tenía suficiente tiempo para inventar una justificación válida más que la chica le gustaba.

Mira unos segundos al hombre, analizando su rostro, este no se veía enojado, no parecía estar juzgándolo y pensando en reprenderlo. Así que, después de encogerse de hombros, habla.

—Ella me gusta, papá—musita, apartando su vista de él—. Y no veo que tiene eso de malo.

El señor Wolfhard toma a su hijo por los brazos y lo acerca hacia sí, asintiendo ante su oración.

—Está bien—acepta, y lo apreta más fuerte—. Creo que nos hemos dejado llevar por prejuicios tontos.

Finn quiso decir que así es, y agregar que habían sido unos dramáticos, pero decide no tentar su suerte.

—¿Le han dicho a los padres de Alanna?—pregunta, inquieto por la respuesta.

—Sabes que tu madre y Allina se lo cuentan todo.

Se lo veía venir, por supuesto que sí, la señora Wolfhard no podía dejar de compartir nada con su adorada vecina.

Alanna.

La situación se repite; sentada en la sala con sus padres frente a ella, acusándola de algo que efectivamente ha hecho. Solo que, esta vez, no cuenta con ningún argumento que pudiera librarla de culpa.

Allina en realidad no parece molesta, pero su padre si se nota más disgustado ante la noticia. El asunto comienza a ser ridículo para Alanna, tanto drama por una tontería como aquella no vale la pena. Está saliendo con un chico de dieciséis teniendo ella catorce, no con un individuo de veinte o un cuarentón.

—¿Ahora vas a decirnos que no tienes nada con él?—inquiere su padre, y pues esta vez ella no puede negar a nada. Las cosas se han dejado completamente claras.

—Si tengo algo con Finn—admite, y le resta importancia con los hombros. Con la esperanza de que si ella no le hace tan relevante, ellos tampoco lo harán.

Por supuesto, en vano.

—Ya sabes lo que pensamos al respecto—advierte el hombre, pero Alanna decide no prestarle atención.

La opinión de sus padres es llevada por prejuicios y, siendo sinceros, dramatismo innecesario. La diferencia entre una persona de catorce y una de dieciséis es mínima, dependiendo de que tan precoz sean los individuos. En su caso, no hay absolutamente ni un ápice de precoz en ninguno de los dos. Saben para que están las etapas. Entonces, ¿Cuál es el gran problema?

No hay, es que simplemente no lo hay.

—Piensan de esa forma por que están juzgándolo—les acusa, porque esta vez no va a quedarse de brazos cruzados—. Él no es nada de las tonterías que dicen. Finn es dulce y respetuoso, y no consigo entender porque tienen tanto inconveniente con que tengamos algo.

—Por las razones que te hemos dado—responde su padre, y ella pone los ojos en blanco.

—Son razones tontas, donde encasillan al género masculino. Son solo suposiciones. No todos son iguales—replica, enojada—. Finn es bueno, y no habrá forma ni manera de que ustedes cambien la perspectiva que tengo de él—sentencia, para después levantarse y dirigirse a su habitación.

(...)

Comienza a tender su cama lista para ir a dormir, tratando de olvidar lo pasado hoy. Mira de reojo la ventana frente a la suya, pero no parece haber nadie en la habitación, por lo que decide que quizá hablar con Finn mañana es lo que le queda. Baja la cortina y cubre el cristal por completo, al tiempo que se dirige a apagar la luz, pero la puerta se abre, dejando mostrar a Allina. Ésta le sonríe levemente y eso la confunde un poco.

Su madre se recuesta contra el marco de la puerta.

—¿Te gusta mucho?—cuestiona, y Alanna se ve sorprendida ante eso.

Suspira y se sienta sobre su cama.

—Si, me gusta mucho—admite.

Allina sonríe y asiente respecto a la respuesta, desconcertando aún más a su hija.

—¿Te trata bien?

La niña frunce el ceño, pero afirma.

—Muy bien.

Su madre se acerca y la toma de las manos, para luego sentarse junto a ella y comenzar a acariciarle el cabello.

—Perdón por el mal rato que te hemos hecho pasar.

Alanna se encoge de hombros.

—Pensé que Finn te agradaba—comenta, sin contestar a las disculpas, aunque en realidad los perdonaba.

Allina suspiró y repitió la acción de su hija.

—Supongo que tu padre me metió sus prejuicios y miedos en la cabeza—contesta, al tiempo que la acercaba aún más—. Ya veré yo como se los quito de encima—dice, al tiempo que le guiña el ojo.

Alanna se queda un momento pensando en la oración de su madre, buscando el trasfondo de sus palabras. La mujer la mira expectante, como si esperara algo de ella. Entonces, la niña cae en cuenta de lo que significa.

Eso es, técnicamente, su permiso para salir con Finn.

Inmediatamente se lanza al cuello de su madre, abrazándola con fuerza.

—¡Gracias, gracias, gracias!—exclama entusiasmada, besando las mejillas de su cómplice.

Ésta se ríe a carcajadas ante la emoción de su hija, y le devuelve el abrazo.

—Sé que Finn es un buen chico, y que tú eres inteligente—le susurra—. Ya nos encargaremos de tu padre.

Sonríe, ansiosa por contarle a Finn.

HOLAAAA, AQUÍ ESTÁ EL CAPÍTULO PROMETIDO. EL QUE VIENE, MIS AMIGAS, ES EL ÚLTIMO.

Y LEAN MI NUEVA FANFIC DE FINN AAH.

DISFRUTEEEN.


SIXTEEN ¡!【FINN WOLFHARD.】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora